Tras una larga velada, Spencer se marchó. Cojió su chaqueta, se despidió de Jason y se fue. Yo entonces recojía los platos y los iba llevando a la cocina.
Jason decidió ayudarme, por lo que era extraño, ya que nunca solía hacerlo.
—Es buen tipo, ¿eh? —me preguntó, seguro.
Yo, en cambio, solo hice una mueca y dejé el plato en el escurridor. Seguidamente, le di un beso en el hombro a Jason y me fui hacia la habitación.

No podía quitarme de la cabeza todo lo que había pasado al cabo del día.
Cada vez me preguntaba más lo que podría contener ese maldito paquete. Maldije a mi suerte por no habérmelo llevado y averiguar de qué se trataba. Sin olvidar, que Spencer había traído a Jason a casa y la conversación tan misteriosa que habían establecido.
De repente, llegó Jason a la habitación. Se quitó la ropa y se arropó en la cama, girado hacia mí, esperando alguna explicación.
—Van, ¿qué te pasa? Tú si que estás muy rara —dijo muy preocupado.
—¿A mí? Nada. ¿Qué me va a pasar?
—Oye, si tienes algo que reprocharme, dímelo ahora, pero no te calles. Siempre haces eso.
—¿Que hago qué? —pregunté, ya cansada.
—Dejas de hablarme y yo siempre tengo que buscar el motivo.
—No es así. Solo que no me habías dicho nada del paquete —le miré seria.
—¿El paquete? —preguntó nervioso —¿Qué paquete?
—Jason, tu amiguito hoy ha estado esperando durante no sé cuánto tiempo a que saliera de trabajar para darme un paquete que, y cito, tú le habías pedido que me dieras. Solo para que te lo entregara yo —refunfuñé.
—¡Oh, sí! ¡El envío! Van, no es nada que tenga que preocuparte, solo eran unas cosas que tenía Spens desde hacía tiempo... —indagó, como si no tuviera importancia.
—¿Entonces por qué tanto secretismo? Y, si ae puede saber, ¿de qué cosas se trataba? —pregunté aún más molesta.
—Cariño, podemos hablarlo mañana. Todo tiene una explicación, pero hoy había llegado más temprano porque te echaba de menos —susurró acercándose a mí —y se que tú también lo haces —dijo más cerca. Entonces, sentí su mano en mi espalda, acercándome a él.
—Jason... —dije.
—Sssht —empezó a besar mi cuello, cuidadosamente, sintiendo cada centímetro de mí, bajando poco a poco. Y luego se acercó y me susurró al oído, a penas sin pensárselo —Te quiero, Van.

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⏰ Última actualización: Aug 04, 2016 ⏰

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