Mae por Carte

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Hace unos cuantos años, en la ciudad de Mae, Dante había estado estudiando medicina por fuerza de su padre que no escuchaba sus suplicas para que lo dejara ser poeta. Esto, obviamente, le causaba muchas discusiones y en la última Dante se había escapado de casa justo como otras veces había querido hacer, su madre lo seguiría para hacerlo entrar en razón, más algo la detuvo:

» Ya volverá. Dijo su padre, pero se equivocó, porque Dante nunca más volvió...


Dante camino por días enteros sin rumbo alguno, pasó por varios pueblos en los que solo paraba para tomar un baño, comer y quizá recitar uno de sus poemas en la plaza principal que, al ser muy buenos, era altamente elogiado. Y de alguna manera ese era su objetivo, conseguir un buen lugar donde apreciaran su talento, e innumerables veces los encontró, pero sentía que ahí no lo merecían y terminaba marchándose.

Así llego hasta Carte, un colorido pueblo que se alzaba sobre las faldas de una gran montaña poderosa e imponente, que sin duda era merecedora de Dante. Tras divagar entre las callejuelas de aquel pueblo pidiendo posada logró encontrarse con un hostal un tanto rustico donde consiguió un modesto cuarto a cambio de fregar los platos de aquel lugar.

A partir de entonces ese lugar se volvió su nuevo hogar, convirtiendo así a ese pobre muchacho de veinte años en Dante, el poeta en Carte.


Dentro de su lúgubre habitación todas las noches Dante lloraba en memoria de su dulce madre que le fue cruelmente arrebatada por su injusto padre y guardaba sus lágrimas en unos frascos para mermeladas que eran los desechos de las mismas usadas en su empleo, por las tardes, después de haber terminado sus deberes en el hostal salía a la plaza del pueblo para escribir unos cuantos de sus poemas con una tinta hecha por él, mezcla especial de una sustancia negra pegajosa y las lágrimas tan suyas como los poemas que con ellas escribía con la pluma de pavo real que siempre usaba, la misma que se había encontrado a la orilla del lago de Mae y con la que había escrito su primer poema sobre la arena mojada.

Él hacia lo que consideraba sus mejores obras y las guardaba para leerlas a sí mismo en sus momentos de nostalgia por Mae, hasta que un día se dio cuenta de que nadie notaría su talento si él no lo mostraba, tembloroso se puso de pie sobre una de las bancas de la plaza y con voz firme comenzó a recitar su poema favorito, el que creía era el mejor de todos, al principio las personas curiosas se paraban a escuchar pero no pasado ni un minuto y ya se iban. Los ahí presentes criticaban y abucheaban su obra, al final a nadie le había interesado ni en lo más mínimo. Su desanimo se convirtió en un sentimiento de decepción por sí mismo al obligarse a creer que el único problema es que no lo había hecho a la altura de semejantes persona, tan finas y conocedoras que no podían darle valor a su obra, por lo que se propuso solemnemente que escribiría algo que todos ellos alabaran. Y así, cada vez ponía más esmero en cada letra y palabra, sin embargo, la situación no cambiaba, lo único que conseguía era un descuido en su empleo que le costó la vivienda y una fuerte presión que le oprimía el corazón al darse cuenta de que no lograba conseguir la admiración de nadie.

El motivo por el cual escribía con sus lágrimas era porque creía que el trabajo sería mejor si lo hacía con algo que saliera de él, así que comenzó con algo más extremo y probablemente más efectivo, escribir con sangre, su sangre. Con una pequeña jeringa se sacaba sangre hasta juntar las suficiente para llenar la página de una libreta. Y quizá este método si le fue efectivo pues si algo había que reconocer era que sus poemas mejoraron demasiado gracias a su esfuerzo, pero aún no lograba su propósito. Eso pronto lo hizo caer en una gran desesperación, y luego, nada, los poemas se acabaron, la inspiración se fue pues todas las ideas que tenia se las había gastado ya en personas que no lo valían... Se sentía incomprendido por los demás, sin embargo, en su interior sabía que quien no comprendía era él. Si Dante, el poeta en Carte dejaba de ser poeta, también dejaba de ser Dante.


Meses y meses pasó sin poder escribir una sola palabra, la vida se volvió más triste para él, fue mísero cada minuto de su existencia restante. Lágrimas y desesperación, en eso se había convertido Dante. En ese tiempo le dijo adiós a la inspiración... y, al no tener empleo (y por lo tanto, tampoco casa) comenzó a mendigar por las calles, gastando las pocas monedas que le daban en un viejo bar. Una noche, tras una gran borrachera comenzó a llorar como niño sin consuelo en memoria de su dulce patria abandonada, estuvo considerando severamente el volver a Mae, con su dulce frescura en el aire que deja dulzura impregnada hasta lo más profundo del alma.

Volvió, de la nada apareció como un rayo ante los ojos de Dante, el sol naciente tras los cerros, las casas viejas y el lago ondulante de Mae, desde su llegada a Carte no había escrito nada sobre su bella tierra por querer impresionar a los habitantes de Carte, a los que nunca lo habían valorado, ni a él ni a su poesía...

Corriendo se levantó del banquillo del bar y fue a lo bajo de un puente que había adaptado como su vivienda, tomo la oxidada navaja de afeitar que utilizaba y se pinchó en el brazo por miedo de que si usaba la jeringa se le fuera la inspiración por la tardanza.

Con pulso tembloroso por la emoción hizo líneas, párrafos y páginas. Estaba tan emocionado y con tantas ideas que creyó que se tardaba demasiado con la vieja pluma de pavo real que mejor la botó a un lado y se cortó la punta del dedo índice, la sangre salía con fuerzas y con su dedo escribía, el dolor no importaba sino la inspiración que salía a chorros en forma de sangre. Dante estaba incluso excitado por su vieja amiga, la que hace cuatro años lo abandonó después de haber sido sobreexplotada y que hoy volvía con cada risa que en Mae se oía.

Dante cada vez estaba más emocionado, no había suficiente sangre para escribir su opera prima, cortes por aquí, cortes por acá, manchas rojas a las que Dante daba forma y vida. ¿Cuánto tiempo llevaba escribiendo? No lo sabía, pero tenía un block entero ya. Comenzaba a sentirse cansado pero estaba a punto de llegar a lo mejor de todo. Otro corte. Otros muchos. Sangre por todos lados. Lo mismo se prolongó por un par de horas hasta que Dante se quedó sin sangre, faltándole solo un par de palabras para acabar cayó al piso, rendido, sin fuerzas de ponerse en pie. En el suelo durmió por un rato.

Esa noche Dante volvió a Mae junto con el fresco viento, se hizo agua de ríos, nieve de montañas, y flor en el bosque... Se convirtió en otro triste poema, una más entre el montón, sin diferencia a el resto.

Poeta en CarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora