La primera Navidad

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Lucy se despertó justo en el momento en el que los rayos del Sol entraban por la ventana. Se frotó los ojos somnolientos y se levantó de la cama para acercarse a la ventana. Desde allí vio un paisaje que le gustó, se veía nieve hasta la orilla del mar y las aguas del mar eran de un azul oscuro intenso. En ese momento llamaron a la puerta y una ninfa del bosque, una náyade, asomó la cabeza con cierta timidez y dijo:

- Majestad, sus hermanos y Aslan la esperan en el salón del té- y esbozó una sonrisa antes de desaparecer y cerrar la puerta.

Lucy se vistió y bajó hacia el lugar que le había dicho la náyade. Allí ya estaban sus hermanos y Aslan hablando alegremente.

- ¡Buenos días!- Saludó Lucy y los otros le respondieron lo mismo mientras se acercaba a ellos.

- Bien, ya estamos todos- dijo Aslan con su voz profunda,- como veréis esta noche ha estado nevando, y eso solo significa que la Navidad se está acercando. ¿Queréis que Narnia disfrute de una buena Navidad?

- ¡Sí!- dijeron los niños muy alegres.

- Pues entonces, comenzaremos montando el árbol navideño y decorando Cair Paravel y el resto de Narnia- y dicho esto, Aslan hizo llamar a varios narnianos: faunos, centauros, náyades, dríadas... Y les dijo lo que tenían que hacer para ayudar a los reyes a decorar el país de Narnia para la Navidad.

Los días que pasaron fueron los mejores en Narnia para los hermanos Pevensie, porque aunque fueran sus segundas Navidades en Narnia, realmente parecían las primeras después de haber derrotado casi por completo al ejército de la Bruja Blanca y de haber devuelto la paz a Narnia. Todos estaban muy alegres por poder celebrar bien las Navidades y pusieron todo su entusiasmo, esfuerzo, originalidad y dedicación para hacer que Narnia fuera un país navideño de verdad.

Por todas partes se colgaron guirnaldas de colores y luces, se decoraron los árboles del bosque con bolas de Navidad y se pusieron aquí y allá acebo en sitios por donde la gente pudiera pasar para que se dieran el beso tradicional o un abrazo. También se hicieron muñecos de nieve a los cuales se les vistió de rojo y verde. Se prepararon grandes banquetes y se decoró el castillo y las casas de los diferentes narnianos de tal manera que realmente parecía que Narnia era el País de la Navidad.

Todos estaban muy felices y no paraban de reír y contar chistes e historias antiguas, también se cantaban villancicos y se bailaba al son de las flautas de los faunos y con las náyades y dríadas.

Los narnianos estaban tan felices que no cabían en sí de alegría, hacía cien años que no habían podido celebrar la Navidad, y desde luego todos querían sacar provecho de esa Navidad.

El día de Nochebuena se respiraba algo de nerviosismo y alegría por la tan esperada llegada de Papa Noel al día siguiente y los regalos. Todos querían tener su regalo y se preguntaban si les gustaría o no, aunque Papa Noel nunca se equivocaba.

Comenzaron con un almuerzo en el Salón de los Banquetes, donde todos comieron hasta hartarse y no pararon de hablar. Después hicieron competiciones de buscar objetos escondidos, de tiro con arco, de esgrima, de carreras con sacos... Y siguieron haciendo juegos y bailes hasta que llegó la tan esperada cena de Nochebuena. Todos los narnianos llevaban puesto algo rojo, dorado o verde, combinando algunos de los 3 colores anteriores o todos juntos, y el Salón de los Banquetes parecía más un lugar lleno de colores que un sitio donde estaban sentados narnianos y reyes. La cena fue estupenda y consistió en lo siguiente: pavo relleno de miel y arándanos, cordero asado, cochinillo a la brasa, huevos escalfados, zumos y vinos de todos los sabores, pasteles de todos los estilos de chocolate que te puedas imaginar, pasteles de frutas y un sinfín de hogazas de pan cada una hecha de una forma diferente. En cuanto acabaron de cenar y recoger las cosas de la cena, todos se recostaron en el suelo del Salón de los Banquetes para contemplar las estrellas. Hubo algunas conversaciones en voz baja, y al final todos se quedaron dormidos.

A la mañana siguiente y con las primeras luces del alba, todos se levantaron ansiosos por ir al árbol que estaba puesto en un extremo del Salón de los Banquetes y ver que regalos les había traído Papa Noel. En cuanto se acercaron vieron un montón de regalos y empezaron a repartirlos según el nombre del destinatario. Hubo algunas prendas de vestir en los regalos, también armas, utensilios de cocina, juguetes de madera y metales preciosos, juegos de mesa, libros,... En cuanto acabaron de abrir los regalos y de enseñárselos unos a otros todos volvieron a sus casas para dejarlos y después volver a Cair Paravel para preparar otro banquete en honor a Papa Noel y a la gran Navidad de la que estaban disfrutando.

Los hermanos Pevensie estaban tan felices que solo por un día no extrañaron su hogar con tanta tristeza, y aunque les hubiera gustado que sus padres estuvieran allí, estuvieron muy ocupados con los preparativos del banquete.

Después del día de Navidad, estuvieron celebrando aquello durante tres días más y después retomaron su búsqueda de los secuaces de la Bruja Blanca y siguieron reinando Narnia de la manera más justa que pudieron. A pesar de que después de esas Navidades hubieron muchas más, los niños jamás las olvidarían porque fueron unas Navidades muy especiales para ellos, ya que fueron unas Navidades en las que por una vez en un año solo se tenían que preocupar de ser felices y dejar guerras y rivalidades a un lado.

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Primera Navidad en Narnia de los Pevensie (One-shoot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora