¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
COMO LAS ESTRELLAS
Camina y regresa, básicamente. Camina... Pero de un momento a otro, casi como si la vida la odiara, vuelve a regresar. ¿No pueden entender que no quiere? ¿No comprenden que no está cómoda? Ella es tan estúpida que sólo se sabe ese camino.
Ese maldito camino.
«Estúpida» susurraron. Ella asintió y volteó hacia la persona que lo dijo.
Pero no había nadie a su lado. Sonrió. Ellas estaban de vuelta.
Resopla al ver lo que tanto estaba buscando. Al frente de ella, una gruesa pila de cadáveres estaban descansando en un lado de la calle. La gente pasaba por allí sin importarles o echarles una mirada a caso, sin embargo, nadie sabía que una niña loca lo hacía. Y más de la cuenta.
Y esperó.
Y esperó...
Y al fin, todos se habían ido. El cielo había oscurecido y ella, estaba jugando con los cadáveres, sola, como siempre, bajo su única luz; la luna. Demente, pero fascinada. Eran como sus muñecas, sólo que la gran diferencia es que son cuerpos muertos.
Escuchó un silbido proveniente de los árboles. Ya era momento de volver.
***
Él sonríe. Ella también, tensa.
Él aumenta la velocidad. Ella se estremece.
Lo ve, otra vez. Tiene esa misma mirada psicópata de siempre, pero ésta vez no le da confianza, le brinda todo lo contrario. Está asustada y no puede evitarlo. No puede bajarse del auto por que notó que le puso el seguro de niños.
«Relájate» susurraron las voces dentro de su mente. Dio un seco asentimiento con un ligero temblor, incluso sus voces sonaban desconfiadas y temerosas.
Después de todo, él es el adulto aquí y ella es sólo una niña, ¿no es así?
«Relájate» volvieron a repetir, irritándola.
Pero no puede hacerles caso cuando nota que ha parado el auto, con la noche absorbiendo todo el lugar, sin nada más que la brillante y triste luz de la luna.
Ella sale del auto, ya que no estaba más el seguro allí puesto. Eso era un permiso, así que, decidió salir, con un temblor incómodo en sus piernas, dispuesta a correr en el caso de que suceda algo mal, justo como presentía.
—Ghost. —susurra él, llamándola. Ella no voltea, ignorándolo por completo. Estaba demasiado ocupada viendo la hermosa luz del mar en la noche.
«¿Cómo demonios nunca descubrí éste lugar?» pensó. Con un paisaje así, al menos, un poco de paz entraría en su vida.
Ghost se mueve de su lugar, alertada, y se sienta en el barranco que da hacia el mar, al frente. Un paso en falso y caía. No le importó. No podía importarle nada en ese momento. Sus piernas se balanceaban y no tardó en darse cuenta de la compañía que apareció justo a su lado. Voltea a verlo y se queda fascinada mientras lanza un lastimero suspiro.
Uno tan bajo que casi ni se escuchó. Pero no, él la había escuchado. Él siempre lo haría.
Sus miradas se encuentran y ambos se estremecen al ver el profundo misterio de los ojos de cada quién. En los dos, había odio, tristeza, muerte. Ambos eran tan iguales pero tan diferentes al mismo tiempo.
Oh, que gloria.
No entendía el por qué venir a éste lugar, pero no le importó.
Cerró sus ojos, tranquilizándose.
—Y sus débiles parpados empezaron a cerrarse, sumiéndose en un infierno continuo... —cantó el joven—. Era tan fuerte por fuera pero tan frágil por dentro... Como las estrellas. Era tan fuerte por fuera pero tan frágil por dentro, sí, como las estrellas.
Ghost sonrió quebradiza, la canción le describía bastante, pero, ¿por qué la cantaba?
—Como el mar, tan aventurera. Como el sol, tan cálida. Como las estrellas, tan débiles, que titilan siempre. Como la muerte, ella era la representación.
«... Y se lanzó. Se lanzó a sí misma, perdiéndose entre el odio y la venganza que guardaba su corazón, que aún así, no se fue... No, no se fue... Oh, nunca se fue»
Ella se alertó. Había entendido las palabras.
Pero era demasiado tarde. El joven le dio un fugaz beso en la frente y se despidió con la mano, a la vez que la empujaba del barranco y su pequeño cuerpo caía y se hundía cada vez más entre las frías aguas.
