Capítulo 80

3K 351 70
                                    

-¿Volvemos a esto otra vez? –suspiró Kurama intentando despertarlo.

No iba a hacer la tontería de hace algunos días como para poner su dedo en una herida, aquello solo fue para que los otros civiles pensaran que era un idiota de primera. Calmadamente se había sentado a un lado de la cabecera y empujaba su cuerpo con poca fuerza.

Aunque siendo realistas, sabía que aquello no iba a funcionar.

-Despierta –gruñó-, despierta ahora.

Pero Naruto simplemente giró para el otro lado de la cama, dándole la espalda al pelinaranja que se encontraba con unas grandes ganas de levantarlo a la antigua. Si tan solo tuviera su pistola parachoques todo sería como antes, una pequeña descarga y el blondo ya se encontraría de pie.

Pato, con toda la fuerza que una bola de pelos podía tener, empujó la puerta de la habitación. Había sido dejado atrás y estuvo por un buen rato intentando abrir aquel gran muro que lo dividía de su madre, su querida, amada y cariñosa madre que le estaba dando un hogar y amor.

-¿Tú también intentas levantarlo? –le preguntó Kurama al verlo entrar. El perro corrió a sus pies y se rascó con su pantalón de pijama, soltando pequeños ladridos de felicidad. El perro se fijó que su madre seguía durmiendo en la cama he intentó treparse para besarla, sin más aquella cama parecía ser hecha para un perro titán-. Si quieres intentarlo puedo cargarte, pero se enfadará.

El perro solo ladró rascándose detrás de la oreja, y Kurama elevó los hombros diciendo "Qué más importa"

-Qué diablos –sonsacó al sentir algo húmedo y pegajoso en sus pies, tenía tanto sueño que ni se quería parar de la cama, pero aquella sensación se sentía tan asqueroso que era eso o dormir con asco.

Abrió un solo ojo para ver qué era lo que ocurría, y la cara de Kurama estalló frente suyo.

-Ala –comentó el joven, pasando su mano por encima de los ojos del rubio para ver si realmente se había levantado-. Pato realmente ha logrado despertarte.

-De que hablas –bostezó sentándose.

Sintió inmediatamente una bola chocar contra él y el ladrido diminuto del perro. Pato se encontraba en dos patitas intentando ser cargado por su madre, mientras se movía a lo loco demostrando su felicidad para darle a entender de que lo amaba.

-¿Qué le pasa al perro? -gruñó. Quiso ponerlo a un costado para que no le fastidie, pero era demasiado jodido y no se dejaba empujar.

-Está feliz de ver a su madre, quiere cariño.

Miró al perro de nueva cuenta, aquella cosita peluda lo había sacado de su largo sueño de belleza y se encontraba jodiéndolo en ese preciso momento, sin importarle que de una patada lo podía mandar al otro lado del mundo. Aun medio atontado, estiró su mano para acariciarlo y que este se tranquilizara.

Pato al ver que su madre le daba la mano, inmediatamente la aceptó y se hizo una bolita entre sus piernas.

-¿Qué hora es? –preguntó bostezando.

-Ya falta poco para que sean las ocho, llegarás tarde si no te apuras.

El rubio asintió mientras se paraba de la cama con cansancio, era demasiado el sueño que tenía y aquel perro estaba que lo fastidiaba más de lo que quería.

-Pásame mi uniforme –mandó, quitándose su parte inferior del pijama. Naruto dormía sin polo simplemente porque le molestaba tenerlo.

-¿Dónde está?

-En mi mochila.

El rubio se quedó en bóxer delante de Kurama, enseñándole todo aquel cuerpo ya crecido del que se había sentido orgulloso hace años. Kurama sabía que aún no podía desarrollar musculatura, lo cual no le parecía muy raro puesto a cierta información comprometida de un antiguo laboratorio que saqueó en un intento de huida, pero aun así preocupaba que el rubio fuera uno de esos casos especiales.

Los legendarios sannin le habían otorgado la misión de proteger los secretos genéticos, y este lo haría aunque le cueste la vida.

Le pasó su camisa y los pantalones mostaza para que se vistiera de manera deprisa. También encontró una corbata roja, y sin dudarlo se lo entregó. El rubio a espaldas tenía una piel muy suave y cálida, pero si uno se acercaba un poco más, podía encontrar pequeñas cicatrices blancas por todos lados. Su cuerpo era muy hermoso a pesar de todo lo horrible que debió haber pasado.

-Esa corbata no –contestó de espaldas, abrochando los botones de la camisa-, el teme lo usó ayer, no quiero ponerme algo sucio.

¿Hasta comparten la ropa?, rugió su mente. Le lanzó cualquier otra corbata sin interesarle quien carajos la habrá usado y salió de la habitación echando humos.

-¿Y ahora este que se fumó? –sonsacó al perro, fastidiado. Esta pequeña bola de pelos solo ladró sin darle mucha información y el rubio continuó cambiándose.

En la planta baja Kurama no quiso hablarle, así que ni se molestó en decir palabra alguna. Personas como esa eran lo que le fastidiaba, aun si eran grandes camaradas en el pasado.

-Me voy –susurró al pasar por su lado, y el pelinaranja solo elevó la cabeza para otra dirección.

-¿Le has hecho algo a Kurama? –preguntó Kakashi subiendo a su moto.

-No.

-¿Kurama te ha hecho algo? –volvió a preguntar. Bufó cargando al perro y metiéndolo en una jaula que sus padres le había conseguido en la parte trasera de la moto, de una manera rápida y precisa.

-No.

-¿Dirás algo más que monosílabos?

-No.

Kakashi miró a Iruka para que este diga algo, el albino se estresaba mucho al comprender sus cambios de humor, si es que tenía humor cabe resaltar. Parecía una bola de emociones, un día se ponía sentimental y al siguiente te creaba toda una guerra en tu jardín trasero.

-Naruto –suspiró el padre que llevaba los pantalones de la casa-, lo que Kakashi quiere decir es si te sientes incómodo con la mudanza. Sí que la llegada de Kurama fue algo que solo te dificultó más tu trabajo.

-Eso mismo –respondió Kakashi, y se ganó una mirada de silencio por parte de los otros dos.

-Yo solo le dije que había besado al teme y se puso rabioso –chistó entre dientes-, ya vieron cómo fue anoche, ni quería hablarme aunque lo hacía. Y esta mañana estábamos normal hasta que le mencioné que esa corbata lo había usado el teme –se acercó a ellos por si Kurama se encontraba escuchando la conversación, y en su susurro contó-. Creo que está en su periodo.

Kakashi miró a Iruka, y ambos asintieron al mismo tiempo:-Debe estarlo.

-Kurama es de aquellos que expresan todo, hasta el sufrir por tener una astilla enterrada en un dedo –confesó el moreno.

Naruto se subió y aceleró antes de que sus tutores estuvieran en sus vehículos, sin importarle que ellos eran los que mandaban. Aunque tanto Kakashi como Iruka sabía, sabían que era realmente esa sensación de la cual sufría el pelinaranja:-Celos de que le roben a su amigo –contestaron ambos, y desaparecieron al doblar la esquina en sus motos.

--------

Perdonen la demora, pero las clases están a la vuelta de la esquina y mi mente se había nublado por completo. Seee, así de difícil fue, no sabía que escribir.

Pero ya estoy aquí, y les voy contando de que Pato corre un gran peligro :'(. Uno muy grande.

Pero ya basta con los spoilers, si puedo publico en la tarde.

¡Voten y comenten!

Buscado por amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora