Para ser sincero, todas esas cursilerías sobre el amor, me hacían tener ganas vomitar.
No puedo negar que en cierto momento de mi vida creí haber encontrado el amor, o algo así. En aquellos tiempos el amor era algo que estaba presente en todos lados, pero yo sabia que las hormonas eran quienes decidían de quien te enamorarías.
Su nombre era Eunbi.
Fuimos pareja por un par de meses, pero terminamos luego de nuestra primera vez. Bueno, ella terminó conmigo cuando le dije que quería un tiempo. Jamás le quise decir la verdadera razón: no había sentido nada en cuanto lo habíamos hecho, nada. De alguna manera hasta me sentí como un muñeco sin emociones.
Los siguientes cuatro años los pase viendo como cada uno de mis amigos se hacían de novias. Aproveche todo el tiempo libre para concentrarme en mi música y en los estudios. No era el mejor alumno de la clase, pero tampoco era el peor. Era... intermedio.
Fue un día de otoño cuando me encontraba corriendo por el campus de la universidad, camino a la biblioteca. El receso anterior me había dormido en ella y llegué tarde a la clase de Ética. Cuando metí mi mano dentro de mi mochila y rebusque entre los cuadernos y libros, me percate de que faltaba uno.
Mi cuaderno de música.
Me quise morir ahí mismo.
Entre en la biblioteca y ralentice mi paso. De cualquier manera si el cuaderno estaba allí, no se movería; y si no estaba, no aparecería solo porque yo fuese corriendo hacía él.
Me faltaban unos pocos pasos para llegar a mi mesa habitual, una junto a la ventana del pasillo izquierdo. Nadie iba a ese lugar, siquiera en época de exámenes. Decían que era "el pasillo de la mala suerte". Si estudiabas para los exámenes en alguna de las mesas de ese pasillo, reprobarías alguna de tus asignaturas, o eso decía el mito. Quizá tengo demasiada suerte, pero desde que había empezado a usar esa mesa para estudiar(lejos el ajetreo del resto del alumnado), mis notas habían subido notablemente.
Me acerqué a la mesa y me quede viendo al chico de la cabellera anaranjada. No podía ver su rostro, pues él estaba demasiado concentrado mirando algo por la ventana. Noté que tenía mi cuaderno entre sus manos, y extrañamente, en vez de sentirme aliviado, me sentía nervioso y tosco.
-Disculpa. -dije, tocando su hombro con mi mano.
El chico se giro y sus ojos color avellana de posicionaron sobre mi. Mi corazón comenzó a golpear con fuerza contra mi pecho y casi por reflejo retire mi mano de su extremidad. El chico miró su hombro, luego mi mano y sonrió.
-¿Tu eres Min Yoongi?. -preguntó con voz suave y casual. Mientras más sonreía, menos podía ver sus ojos, que ahora eran como dos alcancías. Asentí. -Te estaba esperando.
Mi corazón se detuvo por un segundo. ¿Él me estaba esperando?. -¿Te conozco?.
-No, pero en este cuaderno esta tu nombre, y decidí esperar a ver quien llegaba a buscarlo. Ya sabes, para ver al tipo de persona que deja sus cosas en cualquier sitio.
Le arrebate el cuaderno de sus manos, ofendido. -No dejo mis cosas en cualquier sitio. Iba tarde a clases y se me quedo aquí.
-Wow, Min Yoongi. Eres más tenaz de lo que pensé. -dijo el pelinaranja, levantándose de su lugar y parándose justo frente a mi. Estábamos solo a unos centímetros, pero me parecían kilómetros.
-Idiota.
-Seamos amigos.
-No.
-Dame tu numero.
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๑ Ojitos de Alcancía ๑ {Oneshoot Yoonmin}
FanfictionMin Yoongi. Un universitario común y corriente con una mirada demasiado realista y critica acerca del amor. Su vida se basa en ir y venir de la biblioteca, andar por ahí con sus amigos y de vez en cuando escribir letras para canciones mediocres. Par...