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Casi todo el mundo le teme al dolor, tanto el sentimental como el físico pero Anais era una chica diferente, ella se escondía en el dolor que se auto infligía en su muñeca para olvidar, para respirar y también para calmar cada demonio que por las noches la atemorizaba.
Era una chica delgada y paliducha, una chica del montón, como solían catalogarla en su empresa pero cada mañana en aquel escritorio intentaba dar lo mejor de sí para seguir adelante. No era la típica chica uniformada con faldas sin ninguna arruga y de aburridos colores si no que tan solo utilizaba pantalones coloridos y camisas juveniles y aún así aparentaba más edad de la que llevaba sobre los hombros. El culpable de la suma de años eran aquellas oscuras y hundidas ojeras bajo dos ojos avellanados que antes solían llamar la atención pero ahora, ahora hasta carecían de brillo.

Su vida se había convertido en una rutina, de casa hacia el trabajo, del trabajo a casa llegando a convertirle las horas más largas y pesadas.

¿Por qué hablo en pasado? Porque toda aquella vida cambió cuando calló en su debilidad más preciada, unos labios suaves y mordisqueables, adictivos cada mañana nada más despertar, antes hasta que el cigarro mañanero.

Y así fue como el destino jugó con ella, cambiando un tormento de vida en una con  luz propia.

Sé que es un corto resumen, pero espero puedo ir desvelando una parte de su historia día a día, contando el cambio pero me adelanto y te informo de una cosa, nunca dudes del poder de un beso, pero de esos que tienes que dar con los ojos cerrados y el corazón en cada roce, uno que conlleve sentimientos tan intensos que ni las palabras sepan relatar. ¿Conoces esos besos?

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⏰ Última actualización: Feb 25, 2016 ⏰

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Mi reino por tus besos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora