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Un amigo mío ha escrito en el cristal del parabrisas de su auto: ¿Mujeres y motores, alegrías y dolores?, No digo yo que no tenga sus buenas razones para decir que los dolores y las alegrías que le procuran las mujeres tengan más o menos el mismo peso en la balanza de su vida. Digo que, al menos por lo que se refiere a Hei y a mí, esa balanza andaba muy desequilibrada- por un lado, muy alto, el platillo de las alegrías- por el otro, muy bajo, el platazo de los dolores. De modo que, al final, tras un año de noviazgo de puras peleas, incumplimientos de palabra, tonterías y traiciones, decidí dejarla a la primera oportunidad.

La oportunidad llegó pronto, una noche que la había citado en la plaza muy transitada en Ilsan, cerca de su casa- Esa noche Hei, simplemente, no vino. Advertí entonces, tras una hora de espera, que sentía más alivio que disgusto, y comprendí que había llegado el momento de la separación. Incierto entre un dolor amargo y una satisfacción tan incomprensible, medio contento y medio desesperado, me fui a casa y me acosté en seguida. Pero antes de apagar dije en voz alta:

- Esta vez se acabó, vaya si se acabó.

Este juramento hay que decir que me calmó, porque dormí de corrido nueve horas y sólo me desperté por la mañana cuando mamá vino a avisarme que preguntaban por mí al teléfono.

Fui al teléfono, a la sala. De inmediato, la vocecita dulce de Hei.

- ¿Cómo estás?

- Estoy bien -contesté, duro.

- Perdóname por anoche, pero no pude, de verdad.

- No importa - le dije -, así que adiós, Nos veremos mañana... Te diré una cosa...

- ¿Qué cosa?

- Una importante.

- ¿Una cosa buena?

- Según, Para mí sí.

- ¿Y para mí?

Dije tras un momento de reflexión.

- Claro, también para ti.

- ¿Y qué cosa es?

- Te la diré mañana.

- No, dímela hoy.

- No me mates...

- Está bien, ¿Sabes por qué te he marcado hoy? Porque hace un día precioso, es fiesta, y podríamos ir en moto al mar. ¿Qué te parece?

Me quedé incómodo porque no me esperaba esa propuesta tan cariñosa, hecha con una voz tan dulce. Después pensé que, en el fondo, tanto daba hoy como mañana- iríamos a la playa y yo, en lo mejor, le diría que la dejaba y así me vengaría también un poco. Dije:

- Está bien, dentro de media hora paso a buscarte.

Fui a recoger mi motocicleta y luego, a la hora fijada, me presenté en casa de Hei y grite su nombre para que saliera, como de costumbre. Se apareció en seguida, lo noté- normalmente me hacía esperar Dios sabe cuánto. Mientras corría hacia mí atravesando la plaza, la miré y me di cuenta una vez más de que me gustaba- bajita, dura, morena, con la cara ancha por abajo como un gato, esos labios, los ojos negros, astutos y vivos, el pelo muy cortito, y rizado. Pero pensé- ¿Desde luego que me gusta, me gusta mucho, pero la dejo?, y advertí con alivio que la idea no me turbaba en absoluto. Cuando la tuve delante, todavía jadeando por la carrera, me preguntó en seguida con voz tierna

- ¿Qué? ¿Aún estás enfadado por lo de ayer?

Contesté desinteresado

- Vamos, sube.

Dejarte ⇒ Kim NamJoon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora