Metí una gominola en mi boca, la última de ese paquete, que a su vez era la segunda bolsa que me comía esa tarde. Me incorporé a por la tercera, pero sentí un brazo sobre mi cintura impidiéndome alcanzar aquellas delicias. Fruncí el ceño, claramente molesta, y miré al dueño de ese brazo.
- No me mires así. Te has comido dos bolsas de gominolas y una bolsa de palomitas y no llevamos ni una hora de película. - susurró Dani para no molestar a los demás. Rodé los ojos y me moví para ponerme cómoda y de paso molestar a Dani ya que estaba encima de él. - Deja de moverte, me haces daño. -volvió a susurrar, ahora agarrándome mas fuerte.
Al escuchar mi suspiro me cogió la cara por la barbilla y me miró. Buscó mis ojos, pero al notar que no le miraba a los suyos nos levantó y, cogiéndome de la mano me arrastró fuera, no sin antes avisar a los demás que volveríamos en seguida.
Una vez estuvimos en la terraza de la casa de mi amigo me miró seriamente, como cada vez que sabía que me pasaba algo.
- Suéltalo.
-¿El qué?
Me miró frunciendo el ceño y arrugó la nariz. Siempre hacia ese gesto cuando algo le molestaba.
- Vamos, dime que te pasa.
Su voz era suave, contraria a su expresión de la cara. Suspiré y saqué un cigarro y el mechero, sabiendo que así se iría y me dejaría en paz.
- Nada. - Metí el cigarro en mi boca a la vez que una de nuestras amigas salía a llamarnos. Habían parado la película por nosotros y querían seguir viéndola. Con una mirada severa de parte de Dani encendí el cigarro. Se dio la vuelta para entrar adentro. - No me esperéis, seguid viéndola.
No me contestó, pero sabía que me había escuchado. Estaba enfadada y lo pagaba con quien menos culpa tenía. Di una calada al cigarro antes de tirarlo, la verdad es que no me apetecía fumar, solo lo encendí para que Dani se fuera.
Miré la hora. Las 6 de la tarde. Faltan 12 horas para irme. Esperé fuera hasta que terminó la película y entré.
No me gustaban las despedidas, así que decidí que iba a hacerlo rápido. Paré la música que habían puesto, consiguiendo así la atención de todos.
- Me voy, - al decir eso todos me miraron mal, sabía que en sus cabezas estaban poniéndome verde ya que había parado la música solo para decir eso, pero apuesto a que nadie se esperaba lo que dije a continuación - para siempre.
Todos se quedaron en silencio, intercambiando miradas entre sí, para saber si estoy de broma o no. Una pequeña lágrima escapó de mis ojos, pero la limpié antes de que nadie la viera.
Mikel fue el primero en pedirme explicaciones, entonces yo comencé a contarles lo que ocurría.
-¿Os acordáis que os dije que mi padre había conocido a una chica en uno de sus viajes al extranjero? - todos asintieron así que me anime a continuar - Pues se van a casar. La boda será de aquí a un mes y poco, el 10 de agosto. A la que, por cierto, estáis invitados a venir, con vuelo y estancia pagados. -reí al recordarme a mi misma a una publicitaria, pero me puse seria otra vez al escuchar que alguien dijo: ¿Cómo que vuelo?- Veréis... en unas horas me iré a Nueva Orleans, a mi nueva casa. Mi padre quiere que nos vayamos antes para poder terminar de organizar la boda y acostumbrarnos al lugar.
Todos se volvieron a quedar callados, los miré con una sonrisa triste hasta que Mikel se levantó y me abrazó. Las lágrimas comenzaron a caer y ya no las pude parar. Uno a uno me fueron abrazando y me dijeron cosas tratando de animarme y casi lo consiguieron, pero entonces vi a Dani salir por la puerta, sin siquiera mirarme. No se había despedido y después de todo lo que habíamos pasado, dolía.
Estuve un rato más con los chicos y me fui a casa. Todavía tenía que terminar de guardar todo lo que llevaría.
Al llegar a casa me aseguré de que ni mi padre ni mi hermana estuvieran en casa y puse la música a tope en los altavoces. Después de un rato empacando y bailando mi habitación estaba vacía, entonces quité la música, hice unas palomitas y puse una película en la televisión.Me levanté del sofá cuando sonó el timbre para abrir la puerta. Me quedé congelada en el sitio al ver quien era. La verdad es que por mucho que me gustara verle seguía decepcionada, así que me limité a mirarle sin expresión alguna.
- Lo siento. -dijo él, mirándome a los ojos. - No puedo creer que te vayas, tenía que tomar el aire y por eso me fui. Te voy a echar de menos. -vi sus ojos brillar pero antes de poder asegurarme si era verdad o mi imaginación me envolvió en sus brazos. En seguida se lo devolví, enlazando mis manos detrás de su cuello y enterrando la cabeza en el hueco de este. Se separó de mi y me dio un pequeño beso en los labios. Reparé en la mochila que había dejado en el suelo, apoyada en el marco de la puerta. - ¿Y eso? -pregunté señalándola.- Una sorpresa. -cogió mis manos y las llaves de mi casa y me arrastró fuera de ella.
Después de un par de minutos andando llegamos a la casa de Pablo, en la que tantas veces nos habíamos quedado a dormir. Entramos dentro y allí estaban todos, cada uno en un colchón tirado en la sala de estar, formando con ellos un circulo dejando un pequeño hueco en el centro, lleno de comida y bebida. Me tiré al lado de Sara, con una amplia sonrisa en los labios y le di un beso en la mejilla. No hizo falta explicaciones de porque estábamos allí y estaba tranquila porque mi padre probablemente ya sabría esto.
Comenzamos a comer y beber mientras hablábamos y reíamos. Pronto se hicieron las 12 de la noche, pero eso no nos impidió seguir riendo como locos.
Eran las 5 de la mañana. Algunos estaban dormidos, otros escuchando música en los cascos y otros viendo alguna película o serie.
Estaba en mi colchón, el cual estaba al lado del de Dani. Me giré para ver si estaba dormido y me lo encontré mirando al techo, pensando en algo. Tiré de mi manta y acomodé la camiseta que él me había dejado como pijama. Lentamente retiré su sabana y me metí debajo de ella, tumbándome a su vera con la cabeza apoyada en su pecho tapado por la fina tela de su pijama.
Podía escuchar su corazón latir, estaba calmado, no como su expresión. Levanté la mirada y me encontré con sus ojos verdes mirándome con el ceño levemente fruncido. Acaricié su mejilla a la vez que el me envolvía con sus brazos. Sus ojos ojos empapados me decían todo lo que sus labios no podían, sus caricias en mi costado quemaban mi piel transmitiendo esa pasión que había entre los dos, esa lágrima que corría por su mejilla y mojaba mi mano mostraba todos los sentimientos reprimidos del momento y el fuerte beso que dejó en mis labios sellaba toda esa historia de amistad y amor de tantos años.
- Te quiero. Lo sabes ¿verdad? -dijo en un susurro. Yo me limité a asentir, el nudo que quemaba mi garganta no me dejaba articular palabra. Me prometí no llorar esa noche y no iba a hacerlo, pero __ me lo estaba dejando muy difícil.
Miré mi reloj. Las 5:30 de la madrugada. Al segundo comenzó a sonar la alarma que habíamos puesto por si nos quedábamos dormidos, y los que lo estaban se despertaron para despedirme. Antes de nada, todos nos cambiamos rápidamente y ahí es cuando empezaron las lágrimas.
Sentí unos brazos rodeándome la cintura y atrayéndome a un cuerpo grande y duro. Jon enterró su cara en el hueco de mi cuello, abrazándome como esas veces en las que iba a su casa, con la cara empapada por las lágrimas después de haber estado viendo fotos de mi madre tras de su muerte.- Todo estará bien, te lo prometo pequeña rubia. -susurró en mi oído, como siempre hacia. Reí ante lo de rubia, ya que nunca lo he sido, pero siempre me llamaba así porque decía que la explicación a mi estupidez era que yo en mi interior si que lo era.
Poco a poco todos fueron abrazándome hasta que llegaron las 5:45. Entonces apareció Mikel, con una gran maleta.
- No la abras hasta que estés en casa y nos eches mucho de menos. Y tranquila, que te gustará. -me guiñó un ojo con una gran sonrisa en la cara. Le di un abrazo un beso y con un "os quiero" salí de esa casa.Mi padre estaba esperándome enfrente con el coche lleno de maletas. Metí la que me dieron y me subí al coche, montándome en el asiento del copiloto. Me fijé en mi hermana y vi que estaba dormida. Le di una pequeña sonrisa a mi padre y después de corresponderme arrancó el coche y puso rumbo al aeropuerto.
Una vez allí facturamos las maletas y nos subimos al avión. Respire hondo a la vez que el avión despegaba, preparada para una nueva casa, nuevos miembros de familia, nuevos amigos, nuevo lugar. Una Nueva Vida.
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Una Vida Nueva
Novela JuvenilAnnabeth Black, mejor conocida como Anna, el Sr. Black y la pequeña Rose tienen que dejar toda su vida atrás e irse a Nueva Orleans, donde el Sr. Black se casará con su prometida. Esto implicará un nuevo lugar, nueva familia y nuevos amigos para Ann...