La práctica al final se había terminado y ahora mismo los integrantes se cambiaban en los vestidores para partir cada uno a sus casas. Futakuchi ahora siendo el capitán tenía el deber de cerrar tanto el gimnasio como la sala donde se cambiaban.
Aone lo esperaba, antes no era así, pero ahora era una costumbre. No parecía molestarte al grandote caminar con él. Aparte de que no hablaban mucho y cuando lo hacían siempre era Futakuchi el que llevaba las riendas de las conversaciones. Aone solo asentía, hacía unos pequeños gruñidos y decía una que otra palabra solo cuando creía que era necesario a su parecer.
En esta ocasión prefería solo caminar y no decir nada. Estaba cómodo de esta manera. Como siempre se acomodaban a esa forma, uno porque era pocas palabras y al contrario de cierta forma le gustaba el silencio, porque no era un silencio incómodo, era su silencio. Pero en ese momento se le ocurrió buscar un tema de conversación, volteó a ver al chico a su lado; no había nadie. Solo fue un segundo en el que se distrajo y ya no tenía al grandote a su lado. Lo busco mirando a todos lados. Volteó a ver detrás de él. Ahí estaba. Mirando fijamente una máquina de peluches. En su interior lleno de osos de color blanco y Aone con su mirada fija en ellos. No pudo evitar sonreír de lado ante ello. Se acercó y Aone volteó a verlo.
Antes de que le otro pudiera decir algo o más bien gruñir algo, este miró a los osos que ofrecía esa máquina. Una sonrisa que no se podría descifrarse se le dibujo en el rostro.
—Voy a jugar, me esperas —No era una pregunta. Solo un aviso al cual Aone había aceptado con un pequeño gruñido. Fue directo con el chico para que le cambiará un billete por fichas. Se acercó a la máquina y metió la primera ficha sintiéndose demasiado confiado respecto a ganarse el peluche en un solo intento.
Aone por su lado solo se quedaba mirando todo lo que pasaba con la garra y uno de esos osos.
Su confianza cayó junto al pequeño oso, la garra solo se burlaba de él al deslizarse y soltar aire.
Futakuchi no pudo evitar hacer una mueca de fastidio por ello, pero solo opto por echar otra de las fichas. El mismo suceso pasó de nuevo. Mordió su labio inferior y su ceño se frunció más, no, no iba a enojarse.
Tomó otra, Aone se colocó detrás de él a esperar. Futakuchi comenzó a mover la palanca.
Y paso, Aone paso sus brazos por los costados del contrario y lo arrastro lejos para que sus piernas firmes y largas no golpearan a la máquina.
—¡Esa cosa está truncada! ¡Aone déjame, una sola patada y se arregla! —dijo tratando de liberarse del agarre.
—¡Oh, senpais! —Los dos chicos voltearon a ver rápidamente a la voz cubierta de emoción y admiración. Era Koganegawa y junto a él, el pequeño libero Sakunami.
—¿Senpais, están jugando? —dijo curioso, mientras se acercaba a ellos seguido por Sakunami.
Aone solo señalo con la mirada a la maquina enfrente de ellos, aun sostenía a Futakuchi entre sus brazos. Koganegawa miró el juego y rápidamente se le iluminaron los ojos y sin decir más fue lo más rápido posible a cambiar dinero para poder jugar, Sakunami solo suspiro y sonrió por el entusiasmo del chico.
—Ya puedes soltarme, Aone —dijo Futakuchi un tanto incomodo de que lo vieran los otros dos chicos de esa manera, Aone solo asintió.
Rápido se acercó a ver como jugaba Koganegawa, sabiendo que no ganaría en ese juego. De alguna manera ya tenía planeado animarlo y palmearle la espalda al perder el peluche en su primer intento, actuar como un buen senpai. Pero tampoco pasó como en el caso de él y su primera moneda. El oso lo había ganado con facilidad en el primero intento. Sí, se quedó son palabras.
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Un oso para Aone
FanfictionUn oso. Una maquina con miles de ellos. Futakuchi solo tiene que sacar uno, ¿por qué? ¿Porqué sí...? AoFuta Aone x Futakuchi