Keep you ; kellin quinn [iych #1.5]

XXIII

  "Solíamos mirar hacia el cielo y preguntarnos nuestro lugar entre las estrellas, ahora miramos hacia abajo y nos preocupamos por nuestro lugar en el polvo".  

: : C A P Í TU L O   V E I N T I T R E S | ¡IDIOTA CON PELO DE VOMITO!

Brooklyn, Nueva York. Casa de Jeuse.

(Kellin)

Jeuse me observó con la característica expresión de desolación que siempre me contemplaba antes de bajarme de su auto para subir a mi casa, en esas escasas ocasiones donde nos reuníamos.

No es que quiera ser un idiota con menos corazón que un asesino de gatitos bebés, pero ya estaba harto de tener que dar segundas oportunidades a gente que, en realidad, no tengo por qué dárselas.

Él decidió no verme cuando supo de mí, él decidió esperar hasta que tuviera edad suficiente para entender que él era un cabrón cobarde que no se dignó a presenciar mi crecimiento.

Entonces, ¿por qué me miraba de esa manera? Mi cerebro deficiente de inteligencia no lograba comprenderlo del todo.

-Kellin – comenzó con tono cansado -. No puedes hacer eso – suspiró y metió su mano pálida en la espesa mata que tenía de cabello para despeinarlo.

- ¿Por qué? Tengo las pruebas, puedo hundir a ese imbécil hasta la porquería de ratas que merece – protesté entre dientes, apretando los puños a cada lado de mi cuerpo. Llevábamos hablando sobre esto un tiempo desde que me mostró las pruebas que podría enviar a ese idiota directo a prisión.

Pero al parecer mi idea recién planteada era demasiado sórdida y simple para Jeuse, por lo que demostró su instantáneo descontento.

-No puedes porque él también sabe cosas de ti – respondió alzando una ceja burlón -. Te jode, ¿verdad?

Gruñí y aparté la mirada.

-No sé de qué estás hablando.

- De tener que depender de mí para ayudarte en esto. De tener que recibir mi ayuda para hundirlo en el estiércol – respondió frunciendo el ceño -. Sabes que hablo de eso.

- No sé por qué debe ser importante, es cierto, es la primera vez que dependo de alguien más, pero eso no cambia nada entre nosotros – repliqué cansado. Le miré de nuevo cuando pregunté -. Lo sabes, ¿no?

Él apretó los dientes, y una vena furiosa se marcó en su cuello antes de susurrar un:

-Claro que lo sé.

Sonreí.

-Eso es bueno, porque ya tuve una persona que creyó cosas que no estaban ahí y luego me cagó la vida.

Él se estremeció ante esa comparación tan cruel.

-Yo no soy como ella.

- Por supuesto que no, al menos ella me crió un par de años. Por lo menos ella fue una madre por un tiempo.

Él abrió la boca, pero después de pensarlo mejor, la cerró sin que ninguna palabra saliera de su boca.

-Yo no fui el que te metió en esto. Piensa en eso antes de compararnos – remató, levantándose de su asiento y yéndose.

Algo dentro de mi pecho se destruyó en mil pedazos cuando esa pequeña gran realidad cayó en mis hombros. No, él no había estado conmigo en toda mi vida hasta ahora, pero tampoco fue el culpable del infierno que se convirtió mi existencia.