50. Huída

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Max metió su llave a la puerta del departamento y la giró tres veces para luego abrirla, las luces estaban apagadas y sólo encendió una de ellas para poder caminar en el pasillo de las habitaciones. Antes de ir a su cuarto, fue al de Lea para verla y darle un beso de buenas noches, pues Alexandra le había dicho que pasaría ese fin de semana con Ilsa para ayudarla con algunas tareas de la escuela y probablemente estaría ocupada por lo que no podrían hablar lo suficiente y mantenerlo informado sobre ella.

Cuando entró al cuarto de la pequeña, las luces también estaban apagadas, lo cual encontró extraño pues siempre dejaban encendida una lámpara cerca de la cuna para que no se quedara a oscuras, pensó de inmediato que la niña podía estar con Alexandra en su habitación pero un terrible miedo lo invadió al darse cuenta que tampoco se encontraban allí.

De inmediato, marcó al teléfono de Alexandra y ella no respondió, siguió haciéndolo un par de ocasiones más hasta que se convenció que nadie contestaría. Fue a su habitación y buscó las llaves de su auto que había dejado a disposición de ella en caso de que quisiese utilizarlo, bajó por el elevador al estacionamiento y emprendió el rumbo hacia la casa de Alexandra en donde, estaba seguro, ella se encontraba.

Tocó la puerta de la casa en repetidas ocasiones hasta que sus nudillos se tornaron rojos. Alexandra le había asegurado que ella estaría ahí en el departamento para cuando el volviera pero evidentemente había mentido y si estaba jugándole una clase de broma por haberse comportado como un imbécil, realmente ya estaba más que arrepentido por ello.

Rebuscó entre su teléfono y logró encontrar el número de Ilsa pues alguna vez se había comunicado con ella para informarle algo acerca de Alexandra. Pulsó la opción de llamar y nadie contestó después de unos cuántos timbres, dejó pasar algunos minutos y volvió a intentarlo para tener suerte en esa ocasión.

—¿Bueno? —una voz de hombre atendió a la llamada.

Max se mostraba confundido pues pensó que se había equivocado.

—¿Quién habla? —cuestionó por obviedad al no reconocer la voz de Ilsa.

—¿Con quién quiere hablar? —devolvió la voz masculina.

—Con Ilsa —respondió Max.

—¿Quién eres? —el hombre pareció preguntar algo molesto.

—Maximilian Meyer, soy novio de una amiga de Ilsa.

—Soy Axel, espera.

Él resopló con dureza, ya conocía a Axel y sabía que era el novio de Ilsa pero no habían congeniado en ningún momento; desde el instante que se conocieron, él le había hecho ver que no le agradaba para nada y seguramente era por lo que le había hecho a Alexandra.

—¿Max? —Ilsa respondió al otro lado de la línea.

—Ilsa —dijo más que desesperado—, por favor dime que Alexandra y Lea están contigo —suplicó con el corazón latiéndole en los oídos.

Ilsa calló unos segundos.

—Max...

—Dímelo —exigió con desesperación.

—Lo siento, pero... no las he visto desde la semana pasada —su voz se notaba desconcertada.

Max sintió su garganta anudada y sus pupilas se dilataron. Alexandra le había mentido, no iba a pasar el fin de semana con Ilsa, en realidad lo iba a dejar.

—¿Estás segura? —preguntó con un hilo de voz.

—Sí, Max —pronunció Ilsa convincente.

Pregúntame si te amo (Max Meyer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora