Inesperado

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|Capítulo 18|

¿Por qué lloro? Joder es mi estúpida sensibilidad que siempre anda activa, no sé si es buena o mala porque ando llorando por cualquier cosa que me dé pena y bueno no me gusta mucho eso, empiezo a secar mis lágrimas repentinas, sonrió dirigiendo mi mirada hacia la suya, transmitiéndole tranquilidad. Supuestamente aquí, él es que anda mal, y yo ando con mi nivel de empatía al mil por ciento – rio para mis adentros – mientras Matías solo me observa, tiene una expresión de confusión y un toque de preocupación. Miro a mi alrededor y todos andan en lo suyo, algunos con unas copas demás o charlando de la vida, el bar es agradable, no es como lo esperaba realmente, incluso es mejor de lo que lo imagine, solo gente adulta charlando de sus sentimientos con un poco de ayuda alcohólica, ya veo porque los bares son tan frecuentados.

- No – niego con tranquilidad - no es nada no te preocupes – sonrío amablemente.

- ¿Segura? – vuelve a preguntarme con un tono de preocupación – lo siento sé que no es un lugar para chicas de tu edad, pero... - lo interrumpo de inmediato.

- Sí, segura – le vuelvo a confirmar, antes de que siga haciendo suposiciones, Matías me mira como diciendo ¿En serio? Pues claro, quien empieza a llorar de la nada, más aún cuando ni siquiera es por un problema propio – bueno... - pauso sonrió de lado con un poco de vergüenza - solo es que soy muy sensible y verte pelear con tu madre a mí me afecta – lo miro a la espera de su reacción - aunque no lo creas, pero es que ay no sé... - me interrumpe al ver que me estoy enredando en mis propias palabras.

- Sí ya veo - para un momento y está vez solo toma un poco de su bebida, y con más tranquilidad - ¿Decepcionante cierto? – me pregunta y lo miro extrañada.

- ¿A qué te refieres? – le pregunto confundida, de repente solo saco la pregunta.

- Por lo de mi madre – me mira en busca de alguna nueva expresión – lo sé fui muy estúpido quizá, apenas tenía unas horas en casa – suspira profundo - estaba llorando ¿cierto? – me pregunta y yo respiro profundo, intento calmarme, no me compete la situación ni sé los motivos.

- Sí, pero eres un cabr... - aguanto porque sigo sin saber los motivos y sé que no debo enfadarme, pero de todos modos me da cólera, prefiero no completar mi oración y esperar a lo que me responda.

- Lo sé, lo sé – me mira con una sonrisa de lado - debes pensar que soy un idiota, un estúpido y todo lo que quieras – se encoge de hombros mientras toma un poco más de su bebida - pero tengo problemas - empieza a jugar con su vaso sobre la barra - y claro que me duele saber que mi madre llora por mis reacciones, pero no sé qué hacer - agacha la cabeza y niega. No abunda más en el tema y prefiero no preguntar, es mejor esperar a que se calme un poco más.

La verdad es que se le ve muy triste, mal y deprimido. Pide una cerveza más, pero yo se lo niego - ya no podía seguir bebiendo - eso no es la solución a sus problemas al contrario parece que lo hace más sensible, Matías empieza a renegar porque le estoy diciendo que deje de seguir tomando y sale a regañadientes del bar. Voy detrás de él y camino a su lado, lo que necesita ahora es respirar, pensar en las cosas bueno en sus problemas en todo lo que necesite meditar. Seguimos caminando y llegamos al parque que estaba cerca de mi colegio, ese en el que Matías hace unos días me encontró llorando, cojo el brazo de Matías y lo llevo hacia un árbol - no sé si es el mismo donde me encontró -pero lo llevo ahí y nos sentamos, respiro profundo y él también lo hace al parecer disfruta de estar sentado bajo un árbol y con los últimos rayos del sol que se muestran en un hermoso atardecer, que nos choca directo a nuestros ojos, Matías pone su mano encima de sus ojos para poderse tapar de los rayos del sol, imito su gesto y miro el atardecer, es muy bonito realmente hermoso. Creo que esto lo está relajando, bueno, la verdad es muy relajante y pacífico.

El Hijo de mi NiñeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora