Max
Llegué a la orilla del río y me arrodillé para tocar el agua. Me encantaba estar en lugares hermosos, y luego pintarlos. Al pintar, me sentía tan feliz, como si pudiera expresarme con solo tener pinceles, pintura y papel. No solo pintaba paisajes, también personas y otras cosas que solo yo entendía.
Se escuchó el crujir de las hojas secas y me giré para ver de dónde venía el sonido.
Una chica, sentada bajo un árbol me miraba con ojos curiosos, pero al percatarse de que la había visto, miró su libreta y siguió escribiendo.
Le resté importancia, y empecé a acomodar, mis pinturas para comenzar a pintar.