Capítulo 3: Más cerca.

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Narrado por Audrey:

—¿Entonces vos sí me conoces? —indagué paralizada—. ¡¿Por qué me mentiste?! ¿Me conoces? —insistí—. ¿Yo soy tu novia la que supuestamente murió?

La voz se me entrecortaba, apreté mis labios con fuerza y me limpié una lágrima. Por algún extraño motivo desde que vi por primera vez a ese chico el corazón se me aceleró, sentí una empatía algo particular para con él, como si el vacío que habitaba mi ser comenzaba a llenarse.

Claro que cuando se desesperó y empezó con toda la historia de su novia muerta, de que yo me parecía y no sé cuantas cosas más, un poco me asusté. Pero bastó la charla que tuvimos en el patio para darme cuenta que era una persona de bien y con un corazón repleto de buenos sentimientos. Al fin y al cabo creo que era entendible su reacción, si yo me parecía tanto a su novia verme le habrá sacudido todo en su interior y un montón de emociones enterradas habrán renacido.

Hasta ahí íbamos bien, hasta ese punto yo lo comprendía y hasta me compadecía. ¿Pero esa charla tan extraña que acababa de escuchar que diablos significaba? De pronto retrocedí a cero, me paralicé al oírlo y volví a sentir miedo. No sé si era miedo de que ese tipo fuera un esquizofrenico o un enfermo psiquiátrico, o de que realmente me conociera.

—No. —Negó con la cabeza y se colocó unos lentes negros—. No te conozco —sentenció.

—¿Entonces qué? ¡Estás loco, estás mal de la cabeza! —empecé a recriminar y me bajé del auto ya que estaba algo asustada—. ¡Esquizofrenico! ¿Te pensas que no te escuché diciendo que soy Audrey, que soy tu novia supuestamente?

Atiné a irme de allí ejerciendo pasos rápidos y de imprevisto se largó a reír.

—¿Qué? —Volteé a mirarlo y alcé una ceja—. ¿De que te reís, tarado?

—De que la vi —dijo y irguió una sonrisa—. La vi por el espejo retrovisor, ya sabía que estaba en el auto y por eso dije lo que dije. Fue un chiste.

—Ah pero sos un estupido bastante importante —me quejé y resoplé.

—Eso no se lo voy a negar. —Volvió a sonreír—. Fue un chistesito, para ver como reaccionaba. No se enoje.

—Me duele, ¿sabes? —largué y me subí otra vez al auto pero en el asiento de acompañante—. Me duele porque te juro que por un momento pensé que me conocías y...

—¿Si yo la conociera y se lo dijera, si yo fuera parte de su pasado, si yo fuera el gran amor de su vida y se lo digo ahora mismo, usted se pondría feliz? —me interrumpió.

—Y... la verdad que no —sentencié—. Porque al fin y al cabo soy feliz con la vida que tengo ahora, no quiero hurgar en un pasado que ya no esta, que se fue por algún motivo que desconozco. Las cosas pasan por algo en la vida, el pasado se quedó ahí, en el pasado. Y acá estoy yo, en el presente y soy feliz.

—Es una cobarde entonces —sentenció y apretó los labios.

—¿Una cobarde? —indagué impactada por su acusación.

—Si, una cobarde —afirmó—. Me estas diciendo que no queres hurgar en tu pasado porque ahora sos feliz. Eso significa que sos una mentira, que esta vida feliz de la que hablas es una ilusión, tu pasado es tu realidad, uno es lo que es en el presente porque fue lo que fue en el pasado. Sos una cobarde. —Me lo recriminó en la cara, me miraba pero yo no a él por sus malditos lentes negros. Me enfurecí tanto que se los quité y le respondí súper enojada:

Amor más allá de la memoria ||| NONPS2.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora