22: Barrer debajo de la alfombra.

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―Vamos a ver... ―la enfermera tomó el termómetro y lo leyó con los ojos entornados detrás de sus gafas―. Tienes un poquito de temperatura. ¿Quieres que llame para que vengan por ti?

―No, no es necesario. Estoy bien ―aseguró Yeonjoo, negando con la cabeza. La verdad, aún le dolía la garganta y le latía la cabeza cada vez que hacía cualquier movimiento, pero no quería alarmar a su familia por un simple malestar.

―Vale, quédate aquí hasta que te sientas lo suficientemente bien para regresar a clase ―ladeó la cabeza para mirar a Luhan, quien permanecía aún reclinado contra la pared.

Habían estado subiendo las escaleras durante el descanso cuando de repente Yeonjoo se mareó y tuvo que sentarse un momento para cerrar los ojos. Luhan la urgió a dirigirse allí, a la enfermería, aunque Yeonjoo le prometió que solo se debía a un dolor de cabeza. Solía tener migrañas de vez en cuando, usualmente cuando estaba estresada.

La enfermera informó:

―Voy a estar fuera por unos minutos, cualquier cosa me buscan en administración.

Luhan asintió y la mujer abandonó la enfermería, dejándolos solos. Yeonjoo suspiró y se frotó los músculos del cuello, sintiéndolos agarrotados bajo los dedos. Quizá solo debería haberse ido a casa. Ese día no estaba siendo bueno, y ahora parecía que verdaderamente iba a enfermarse.

―Vuelve a tu salón, van a reñirte si llegas tarde.

Luhan se sentó a su lado en la pequeña camilla, negando con la cabeza.―Me voy cuando dejes de lucir como si estuvieras por desmayarte.

―No voy a desmayarme. El cambio de temperatura me tomó por sorpresa, debo haber cogido un resfriado.

―Bueno, entonces voy a usarte como excusa para saltarme la clase.

Yeonjoo se rió y la sola acción hizo que su cabeza palpitara. Hizo una mueca adolorida, siseando.

Luhan frunció el ceño.―¿Puedo hacer algo para que te sientas mejor?

―¿Eres mago? ¿Puedes borrar mi dolor de cabeza con algún truco?

Resopló.―La magia no está aún en mi repertorio. 

Yeonjoo tomó una bocanada de aire y asintió, esperando que la fiebre que le calentaba las mejillas fuera una buena cubierta para el rubor que comenzaba a extenderse en su rostro.

―Entonces... solo quédate quieto.

Luhan le dio una mirada curiosa, cumpliendo con su pedido al mantenerse inmóvil a su lado. Yeonjoo mordisqueó su labio inferior y dejó caer la cabeza hasta reposarla sobre su hombro, su corazón apurándose en su pecho ante la acción más osada que se había atrevido a hacer hasta ahora. No supo qué expresión estaría Luhan haciendo, y él no dijo nada que pudiera darle una idea tampoco. Solo se quedó ahí, dejando que se reclinara en contra suyo.

Toska «hunhan»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora