27 años: Ella

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Salí de casa pensando en lo que acababa de leer. Seguro que cuando volviera, ya no estaba en el móvil de Sergio. Se cuidaba mucho de borrar sus conversaciones. Se escudaba en que ocupaban mucho en la memoria de su teléfono, pero la verdad es que yo ya no era capaz de creer, y más después de esta noche.

Cuando llegué a la cervecería, Adrián ya estaba allí. Sentado en una mesa al final del local.

Intenté sonreír y me acerqué. Una copa de vino estaba esperándome. Dios, como me conocía este hombre.

-Buenas noches, Adrián. Gracias por venir. Sé que has tenido que dejar a tus chicas solas.- Le dije dándole dos besos.

-Buenas noches, guapa. No te preocupes, mis chicas se han quedado dormidas. Yo estaba trabajando. Le he dejado una nota a Gloria para que no se preocupe si se levanta y no me encuentra.- dijo encogiéndose de hombros - Te he pedido una copa de Matarromera. Según te oí, creo que es lo que necesitabas, ¿verdad?

-¡Mil gracias! Eres un amor, y me conoces muy bien.

Me senté, cerré los ojos, y le enseñé el móvil.

-Por favor, dime qué opinas de esto.

"Irene: ohhh, que bonito

Sergio: te mando un atardecer sólo para tí

Irene: me pones los dientes largos

Sergio: te he echado de menos

Irene: yo tb

Sergio: hoy me he reído un montón

Irene: y yo

Sergio: ¿cuando nos vemos?

Irene: no lo sé. Me tienes que explicar lo de la cabaña

Sergio: está en un pueblo de Guadalajara

Irene: ¿y cómo llego?

Sergio: te recojo

Irene: creo que prefiero el Zouk

Sergio: pero yo no puedo pagarlo. Paloma lleva las cuentas

Irene: pues lo pago yo

Sergio: ok, vemos. Mañana hablamos

Irene: vale. Te quiero

Sergio: y yo."

Adrián leía el chat y me miraba.

-¿Este es.... un chat real? ¿Tu marido?

-Sí.- contesté mientras una lágrima se deslizaba por mi mejilla.- Dime qué opinas por favor, dime tu opinión sincera. No quiero parecer una paranoica.

Adrián se calló y volvió a leer el chat. Levantó las cejas y habló.

-Paloma, creo que tu marido te está poniendo los cuernos con una tal Irene, o al menos está pensando en ponértelos.

-Lo sé. Eso pensaba yo. -Le cogí el móvil, busqué mi whatsapp y encontré teléfono de Irene. Abrí su perfil y se lo mostré- Es ella.

Adrián la miró, y después me miró a mí. Sonrió.

-Paloma, no sé en qué piensa tu marido. Eres una diosa a su lado.

Mis mejillas se enrojecieron.

-Lo dices para que me sienta mejor. Ella es más joven. Así que no tiene mi cuerpo, tiene el cuerpo de una mujer sin hijos.

-Paloma, estás muy bien. Claro que no tienes el cuerpo de cuando tenías diecisiete, pero si te digo la verdad, estabas demasiado delgada. Ahora tienes unas curvas.... digamos que apetecibles.

Me reí.

-Adrián, por favor - dije poniéndome seria, y arrugando el ceño- parecería que quisiera usted ligar conmigo. Que es un respetable padre de familia.

Ahora fue el turno de Adrián. Soltó una carcajada mientras me quitaba una lágrima de la mejilla.

-Pero te has reido. Me duele verte así, Paloma. Fuiste la única que me apoyó con mi niña, fuiste la primera a la que le conté que iba a ser padre. Y has sido la única que ha compartido conmigo los vídeos caseros que suelo montar con sus tonterías. Y mis miedos con Gloria. Por cierto... entonces, ¿la conoces? ¿Sabes quién es esta tal Irene?

-Sip. Es una antigua compañera de trabajo. La conocía bien.

Adrián sonrió.

-Sip. Lo recuerdo perfectamente. Siempre sabes quién es quién. Aunque aquí tú eres la jefa, así que es tu deber conocer a todo el mundo, ¿o no?. Lo que hace tu marido es arriesgado, ¿no te parece? Igual no es lo que estás pensando. Igual se trata de algo distinto.

-Lo he pensado, desde luego que lo he pensado. Pero hay más. Mucho más.

-Cuéntamelo. Tenemos tiempo.-dijo Adrián.

-Me ha mentido. Me ha dicho que no estaba hablando con ella. Y sabes que no soporto la mentira.

-Lo sé. Cuando me dijiste que le habías contado lo nuestro, por poco me muero. Pensé que tu marido iba a matarme. Siempre has sido sincera.

-¿Y por qué no habría de contárselo? Además, no era mi marido. Era mi novio. Y me acababa de engañar. En ese momento, tú fuiste mi pequeña venganza.

Adrián me miró, asintiendo y recordando.

-Entonces, esto ya había pasado antes, ¿verdad?

Almas unidas, vidas separadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora