27 años: Ella

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-¿Sabes que estuve esperando tu llamada una semana entera? -le pregunté.

-Yo estuve a punto de marcar tu número durante un mes entero -le contesté.

-¿Por qué no lo hiciste?

-No quería ser segundo plato.

-Pero no lo eras, siempre fuiste el primero.

-Lo sé ahora, entonces no lo sabía. Pensé que solo fui una venganza.

-Esa noche yo no iba a hacer nada contigo, pero cuando te vi, cuando me rozaste, supe que jamás te olvidaría. Antes no lloraba por Sergio, lloraba por tí.

Lo miré fijamente. Ví dolor en sus ojos. ¿Realmente no entendió que yo había dejado a Sergio? ¿Que mi novio me había engañado? ¿Que él, Adrián, era toda mi vida? ¿Pensaba que me acostaba con cualquier hombre que se me cruzaba en el camino? No, había algo más.

-¿Por qué no me llamaste, Adrián?

-¿La verdad?

-Si.

-Porque tenía vergüenza. Tú habías renunciado a tus sueños por cumplir los deseos de tu abuela. Habías madurado y te habías convertido en una mujer. Yo era el mismo chiquillo de diecisiete años sólamente preocupado por el fútbol. Y cuando me contaste tu historia, supe que tenía que cambiar. Ese día empecé a ayudar a mi padre. Cuando terminé la carrera, me hice cargo de la agencia, y mi padre pudo retirarse.

-Vaya, Adrián, no lo sabía.

-Al final, hablamos de tantas cosas, que a veces no nos damos cuenta de que parte de nuestra historia ha quedado sin contar -me sonrió.

-¿Por eso me contactaste por Linkedin?

Adrián sonrió y asintió.

-Quería que te sintieras orgullosa de mí.

-Lo estuve. Habías crecido mucho en poco tiempo.

-Y tú ya estabas casada y embarazada.

-Y tú esperando un hijo.

Almas unidas, vidas separadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora