27 años: Ella

269 19 0
                                    

Adrián y no nos miramos. Y empezamos a reír.

-Somos un desastre, Adrián.

-Y sin embargo, siempre estuviste ahí, de una forma o de otra. Cuando me fue mal en el fútbol, te encontré en la discoteca, justo te acababa de encontrar cuando Gloria me contó lo de su embarazo.

-Y tú llamaste justo en el momento que lo necesité, hace siete años, y ahora, estás aquí conmigo. Llámame idiota, pero creo que aunque nuestras vidas hayan ido por caminos diferentes, nuestras almas siempre estuvieron pendientes la una de la otra.

El camarero se acercó.

-Paloma, es muy tarde. Tengo que cerrar. -me susurró al oido.

-Tienes razón, no te preocupes. Ya nos vamos. Adrián, ¿te apetece una última copa de vino en el despacho? Te prometo portarme bien.

-Vamos, anda.

Cogió las dos copas, el resto de la botella y nos fuimos hacia las oficinas. Abrí la puerta de mi despacho, y encendí la luz. Adrián sonrió.

-¿Has vuelto a poner el sofá?

-Sí, últimamente he pasado alguna noche aquí, y los sillones no son nada cómodos.

-Nunca me dijiste por qué lo cambiaste. El sofá era más bonito que los dos sillones que pusiste después.

-¿Todavía no lo sabes? - lo miré sorprendida -No podía soportar mirar ese sofá. Me recordaba constantemente a tí.

Adrián me miró, cerró los ojos, y me abrazó.

-Tenemos que terminar con esto, tienes que terminar con esto, Paloma. Nos está haciendo daño.

-Lo sé. Pero no soy capaz. Él es el padre de mi hija, y no sería capaz de privarlo de su compañía. Es un buen padre, Adrián, y mi niña es lo primero. Tú eres el único que puede entenderlo.

-Te entiendo. Si Gloria se llevara a mi niña, no lo soportaría. Tiene que haber alguna forma de arreglarlo.

-No lo sé, Adrián.

Suspiré, me dejé caer en el sofá y él se sentó a mi lado. Me rodeó con su brazo, y recosté la cabeza en su hombro. Y no pude más. Empecé a llorar.

Almas unidas, vidas separadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora