27 años: Ella

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Aquella noche volví al centro comercial. En la zona de la oficina se oía, de lejos, el ruido de los restaurantes. Miré la hora. Estarían comenzando con las cenas del viernes.

Mientras abría la puerta, sentí que alguien se aproximaba. Cerré los ojos para que mis sentidos notaran su presencia. Su aroma era inconfundible y un escalofrío sacudió mi espalda. Sus brazos cogieron mi cintura, hundió su cabeza en mi pelo rizado y me susurró al oído.

-Te quiero Paloma. Te he querido desde siempre, y creo que nunca podré dejar de quererte. Tan sólo tu aroma me transporta a un lugar del que no quiero volver.

Me dí la vuelta sin soltarme de sus brazos, y miré sus ojos color miel. Sus palabras me llenaban el corazón, que estaba a punto de estallar. Sólo cuando me acerqué a su oido, apartando mis ojos de los suyos, fui capaz de hablar.

-Te quiero, Adrián. Te he querido desde siempre, y sé que nunca podré dejar de quererte. Puedo sentir que estás a mi lado sin verte. Mis sentidos se despiertan con el sonido de tus pasos, con tu aroma, con tu tacto.

Deposité un beso en el lóbulo de su oreja, y él me besó. Sin desesperación, despacio. Sabíamos que aquella noche era, en realidad, la primera vez que hacíamos el amor como pareja.

Sus manos descendieron hasta el final de mi vestido, lo levantaron despacio, hasta quitármelo. Yo hice lo mismo con su camiseta, y volví a sorprenderme del maravilloso torso que tenía ante mí. Quería besar cada milímetro de su abdomen, de su espalda, de su pecho.

Adrián desabrochó mi sujetador y supe que miraba a mis pechos con deseo.

-Son tuyos -le dije.

Me cogió en brazos y me depositó con cuidado en el sofá, tumbándose después a mi lado sin dejar de acariciarme. Yo podía sentir, en mi cadera, que su pantalón iba a estallar. Con una mano le quité el cinturón, y con la otra intenté bajar su calzoncillo y su pantalón. Cuando Adrián se dio cuenta, me ayudó, y, entre los dos, dejamos a la vista lo que conseguía provocar en ese hombre. Suspiré y yo misma me quité las bragas.

Se subió encima mío y empezó a besar mi boca, mis pechos, mientras sentía que me iba humedeciendo cada vez más, hasta que la sensación de vacío, de que me faltaba algo, fue insoportable.

-Te necesito -susurré en su oído.

Adrián gruñó por separarse de mí, pero yo lo volví a atraer hacia mí rodeando su cadera con mis piernas.

-No voy a quedarme embarazada, Adrián. Tomo pastillas para regular el período loco que se ha instalado en mi vida después de dar a luz.

Adrián me miró y sonrió. Él sabía que no teníamos problemas de salud. Lo obligué a donar en el centro médico de la planta cero y los resultados de los análisis eran perfectos.

Intentó introducirse lentamente, despacio, como si quisiera recorrer cada milímetro de mi interior, haciéndome sufrir por desearlo cada vez más. Cuando llegó al final, con un pequeño empujón me hizo gemir de placer. Abracé sus caderas con mis piernas y empecé a moverme a su compás. Mientras, no paraba de besarlo, de acariciar su pelo y su espalda.

Adrián se detuvo un momento, y yo supe que estaba a punto de terminar.

-Quiero que esto no termine nunca -me susurró.

-Adrián, te necesito y te quiero, te deseo. Esto no terminará, acaba de empezar -le contesté mientras movía mis caderas hacia él.

Se movió un poco más y sentí como me iba contrayendo con el primer orgasmo que sentía unida a Adrián. Y para él también fue especial, porque noté su miembro latir mientras gemía mi nombre. Y acabamos juntos. Y nos quedamos, abrazados, sin hablar.

Hasta que él habló.

-¿Qué pasará a partir de ahora, Paloma?

-No lo sé, sólo sé que quiero estar contigo cada segundo que pueda. Nos veremos en el colegio, en el parque con las peques, y esta oficina puede ser nuestro rincón oculto, para los dos. Hasta... hasta que las niñas puedan entender lo que pasa entre nosotros.

-Te quiero, y nada podrá cambiar eso. Seremos como un par de novios traviesos... hasta que podamos ser algo más.

Y me volvió a besar. Y volvimos a hacer el amor. Y nos quedamos dormidos, abrazados, hasta la mañana siguiente, cuando nos despertamos dispuestos a empezar una nueva vida...como novios, amantes, y padres.

Almas unidas, vidas separadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora