Believe |Capitán América/Steve Rogers|

.9.

Brooklyn, Estados Unidos.
1946.

-Toda va a estar bien- susurro él mientras acariciaba su cabello, tranquilizándola-. Estoy aquí, justo a tu lado.

Todo había pasado tan rápido, Steve ni siquiera recordaba como había llegado al hospital, pero ahí se encontraban.

Lizzy apenas si lograba respirar con normalidad, cada parte de su cuerpo dolía y a duras penas mantenía los ojos abiertos para seguir consiente. Pero el cansancio y el dolor la estaban superando, no esperaba seguir así por mucho tiempo más.

Minutos más tarde, la habitación se encontraba en silencio absoluto, ni la más mínima mosca de movía de su lugar.

La primera lagrima recorrió la mejilla de Steve y, fue en ese momento, en que se dio cuanta que nada volvería a ser como entes.

-Es tan...- intento buscar la palabra para describir a la criatura que descansaba entre sus brazos-. Pequeño y rosado.

-Se parece a ti- comento Peggy sentada a un lado de Lizzy-. Pero sin los músculos y diminuto, y claro, con el encanto natural de su madre.

-¿Como van a llamarlo?- preguntó Howard parado junto a la agente Carter-. Porque para ser sinceros, no tiene cara de Steve y mucho menos de Elizabeth... En toda caso, cabe decir que Howard puede que le siente bien.

-James- sonrío él rubio, ignorando el comentario de su amigo.

-James Eve Rogers...-

•••

No había forma de que ese niño estuviera más de cinco minutos quieto en un mismo lugar, siempre andaba corriendo, saltando de un lado a otro, subiendo a algún árbol o haciendo travesuras.

-¡James Andrew!- exclamó Lizzy mientras lo miraba molesta.

-Lo siento mami...- él pequeño rubio puso su mejor cara de inocencia, sabia que con ella podía conseguir el perdón de cualquier tontera que hubiera echo.

-Solo ve a dormir- suspiro cansada mientras se quitaba el delantal y lo colgaba detrás de la puerta de la cocina-. Y no quiero verte fuera de esa cama hasta mañana.

-Buenas noches, te quiero mucho mucho- James beso la mejillas de su madre y, desobedeciéndola, subió corriendo las escaleras.

Lizzy respiro profundamente para no perder la cordura. James acababa con la poca paciencia que quedaba en ella, pero siempre lograba hacer que el enojo se desvaneciera con una de sus mejores sonrisas.

-Se ve agotada señora Rogers- susurro él mientras la abrazaba por detrás y regaba besos por su desnudo cuello.

-Tu hijo es un huracán con piernas y cabello rubio- suspiro Lizzy dejándose llevar por las sensación de los labios de Steve sobre su piel.

-¿Ahora es solo mi hijo?- río él mientras la tomaba de la cintura y la hacia girar para quedar frente a ella.

-Cuando hace desastres es tu hijo, cuando es un caballero bien portado es el mío- se burlo ella mientras deshacía la corbata al rededor del cuello del rubio.

-Hace desastres porque se parece a mi, ¿no? - sonrío él mientras rozaba sus labios con los de ella.

-Yo te quiera desde que eras un desastre...- Lizzy lo beso como cada día lo hacia. Con amor y un sin fin de emociones que lograban hacer que su corazón latiera con fuerza como el primer día.

-Te amo...-