31- Aclaraciones II.

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El frío acariciaba mi piel blanquecina y me provocaba piel de gallina en todo el cuerpo mientras caminaba sobre el empinado camino que me llevaría a la casa del señor Erwyn, bueno, exactamente no sabía si era o no casa suya, pero así preferí llamar para mis adentros al lugar donde la pasada noche me habían dicho la verdad.

Llevaba puestas mis botas de montaña, unos jeans polares, y arriba me había puesto una cantidad considerable de suéteres para evitar congelarme y una campera para la nieve de color negra. Me puse unos guantes negros que tenía desde hacia mucho y una gorra negra igual de vieja.

Crucé los brazos sobre mi pecho al tiempo que mis pies golpeaban contra la nieve y hacían eco con el contacto con el suelo. La casa del señor Erwyn, tenía entendido, se encontraba entre las montañas y el camino ahora parecía mucho más largo que la última vez que lo había recorrido.

Claro, me refería a la vez en que salí de allí para volver a casa, puesto que la primera vez que llegué allí estaba medio inconsciente mientras me desangraba lentamente. No era un muy bonito recuerdo precisamente, y pensar en él no me hacia mucha gracia por que aun tenía algunas dudas acerca de esa noche.

A mi lado se encontraba la señora Crevey, y atrás de nosotros se hallaban dos hombres bastante grandes y con apariencia intimidante, ninguno de ellos se había presentado previamente ni yo tampoco a ellos, pero estaba de más suponer que ellos ya supieran quién era yo. Aparte de ellos había otros a quienes no podía ver pero sí sentir, era extraño, pero tenía el presentimiento casi seguro de que habían ojos mirándonos en continua vigilancia. No pregunté sí mi suposición era verídica o no, realmente no quería saberlo.

Esta mañana había llamado a la señora Crevey muy temprano y pedí de forma educada si por favor podría llevarme al encuentro con Erwyn. Esta respondió positivamente y me dio instrucciones de que diga a mis padres que iría a trabajar al restaurante y que ella y su esposo me llevarían de vuelta a casa una vez haya terminado mi jornada laboral.

Convencer a mis padres no fue muy difícil, la situación estaba un poco densa en mi hogar, el ambiente era un tanto incomodo para todos, entonces, cuando les informé que iría a trabajar para despejarme un poco (así es informé, no pedí su permiso por que iría de todas formas) accedieron luego de pensarlo solo un poco.

No quería mentirles, casi nunca lo hacía no era algo a lo que estuviera costumbrada, pero ahora me hallaba aun un tanto molesta y una parte de mi que no conocía se había despertado y me sentía valiente y capaz de hacer muchas cosas que antes no hubiera hecho; mentir a mis padres para ir a hablar con un casi extraño de una raza de ángeles para saber cuál era mi destino ahora, estaba en la lista de cosas. Una porción de mi corazón se hallaba resentida y dolida aun, era algo profundo y temía que nunca desapareciese, enterarte de una verdad así no es fácil de digerir y no había terminado de asimilarlo todo, eran muchos recuerdos en mi cabeza que salían a luz continuamente recordándome las múltiples falsedades a lo largo de los años, no las podía borrar, no podía solo ignorarlas por más que quisiese.

La verdad era que desde que salí del bosque tenía más en claro que quería sacarme todas las dudas posibles para poder seguir con esta parte de mi vida. La noche anterior al hablar con mis padres mi mente se había apaciguado, ahora que sabía lo que sabía entendía mejor muchas cosas y acepté mi realidad. Ahora tocaba enfrentarme esta cara de la moneda de la cual sabía muy poco y de la cual me hallaba ansiosa de aprender más para poder avanzar del punto en el que me hallaba varada.

Seguimos avanzando en silencio y luego de un momento empecé a notar hacia donde nos dirigíamos. Por fin pude ver la casa, escondida entre la naturaleza. Era bastante difícil vislumbrarla a simple vista, era necesario conocerla para reparar en su presencia.

"Angel" - La Verdad (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora