Una carta para Melanie (sin editar)

34. Lo siento...

CARTA VII

"Si me preguntases porque había decido juntar a dos personas que no estaban destinadas, dudaría antes de contestarte. Tal vez lo hice porque pensé que así podría ser feliz e intentar olvidar o disminuir mi dolor de aquellas personas que había perdido. O tal vez, pensaba que aquello era lo correcto y que Aarón no estaba destinado a estar conmigo. Sinceramente no sé qué pensar, que decir o que creer. Una vez que prometí a Hales ayudarle a juntarnos en el pasado, no pude detenerme. A medida que íbamos desarrollando las cartas, me di cuenta que amaba a Aarón y que no sabría estar sin él. Me di cuenta que para mí, él era imprescindible. Él era aquella parte de mi vida que hacía que yo siguiese viviendo. Él pudo substituir mis lágrimas por sonrisas. ¿Me arrepiento de haber creado las cartas? Quién sabe. Las primeras que hicimos, fueron enviadas a Hales. No sabíamos que hacer para asegurarnos que realmente estas habían viajado al pasado. Una vez que las de él fueron enviadas, le tocaría el turno a Melanie. Pero antes de hacerlo, él me confesó algo que había desconocido durante veintiséis años. Algo que negué a creer. Lo peor de todo no era eso, si no que mi mejor amiga también lo sabía. En su momento fue como si alguien me hubiese sacado el corazón de su sitio y hubiese borrado todos mis sentimientos. Ya no pensaba en nada más que en eso. Hales y Carly intentaron explicarme que ellos dos no estaban tan involucrados con el tema. Mi amiga me contó que había intentado decímelo todo este tiempo pero tenía miedo de que me pasará algo, temía por perderme o que llegase a hacer alguna locura. Pero por encima de todas sus escusas y explicaciones, no lograba perdonarles. Mi cuerpo roto por dentro no me dejaba hacerlo. Finalmente alguien consiguió que entrase en razón. Aarón consiguió hacerme entender que si yo fuese la persona que conocía el secreto y que este se tratase de él, si se lo contaría:

– No lo sé, tal vez en su momento no, pero acabaría contándotelo, tenlo claro–. Le confesé.

–Pues eso es exactamente lo que ha pasado con tus amigos –. Dijo."

Había pasado una semana desde mi cumpleaños y muy poca cosa había cambiado desde entonces. Mi hermano había insistido en explicarme toda la historia y aunque parte de mi tenia curiosidad por averiguar lo que le había pasado con su antigua chica o saber de qué conocía a Marco, me negaba a hablar con él. Estaba lo suficientemente dolida para escuchar sus palabras. Por otra parte, había decidido darme un tiempo con Hales. De hecho no se lo había propuesto, ni había perdido el tiempo en escuchar su opinión sobre nuestra relación. Simplemente había decidido no responder a sus mensajes diarios, sus llamadas e ignorarle en el instituto. Como resultado, él se dio cuenta de que no quería hablar con él. Tal vez no haya sido la mejor decisión de mi vida y tal vez por culpa de ella, nuestra historia acabe rompiéndose para siempre. Pero necesitaba hacerlo. Cuando me lo propuse no me paré a pensar en "qué pasaría si...".

Y Aarón... pues él ya no había vuelto a aparecer por nuestra casa.

Aquella tarde me encontraba encerrada en mi cuarto, me encontraba en un estado de enfado con todo el mundo, incluso conmigo misma. Llegaba un punto que me sentía culpable de todo lo que pasaba a mí alrededor, y como siempre, llegaba a creer que era una desgraciada y que la felicidad no estaba escrita en su vida. Había decidido buscar alguna especie de explicación en las cartas ya que era el último recurso que me faltaba. Pero parte de mi me obligaba a no hacerlo ya que por culpa de ellas, todo había terminado de esta manera. O al menos, eso qería creer. Aun así, no me hice mucho caso y acabé accediendo. Descubrí que no era la única que se había arrepentido de haberla leído, si no que Melanie del futuro también. Ella me estaba dejando claro (indirectamente) que había preferido seguir con su vida que hacerle caso a Hales y escribir las cartas. Pero, seguía sin entender porque al final me las acabó enviando. Si las hubiese escrito de una en una, todo tendría más sentido y coherencia. Pero todas fueron enviadas de golpe. No tenía ningún sentido que ella se estuviese arrepintiendo cuando ya todo estaba hecho. Por eso, algo no me cuadraba.