P r o l o g o

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Magnolia.

Se escuchaban leves "gemidos" provenientes de la casa de Rogue.
Aunque no tan leves, la gente que pasaba por enfrente de su casa, lo escuchaba.
Ya se imaginarán que estaban haciendo, y el otro punto es que..

Nadie había visto a Sting y a Rogue en todo el día.
¿Casualidad?
No, no lo creo.

— ¡Ah! ¡Sting! —Gritaba Rogue, mientras tenía un leve sonrojo en sus mejillas.

— Shh, cállate que nos escucharan, Estupido. —susurró Sting, mientras él salía del baño..
Y veía a Rogue tratando de abrir un bote de cerezas.

— ¡N-no te quedes ahí parado, teñido! ¡Ayúdame! —Decía Rogue mientras paraba de hacer esfuerzo abriendo el bote. En la última batalla, Rogue había quedado muy herido. Y sin fuerzas.

Sting se acerco a Rogue, sentándose en su cama. Quitándole el bote de sus manos.

— Inútil. —Dijo bromeando, mientras sonreía de lado. Y abría el bote de un intento.

Rogue se sonrojó un poco, ver a Sting sonreír así era lo mejor, para el.

— ¿Qué? ¿Te gusto? —Dijo Sting acercándose demasiado a la cara de Rogue.

— ¡A-aléjate! Estás muy cerca.. —Susurró Rogue, desvío su mirada un poco más rojo.

Sting hizo caso omiso a su mejor amigo. Se acercó a los labios, del pelinegro.

— Te va a gustar.. — Susurró el rubio mientras seguía besándolo, mordiendo levemente su labio inferior.

Rogue no dudó en corresponder. Hasta que Sting mordió su labio inferior demasiado fuerte, para el.
Lo hizo reaccionar, y empujó al Rubio, haciendo que este cayera acostado en la cama.

— ¡Joder! ¡Sting! — Dijo Rogue parándose de su cama, se dirigía a la puerta. Se metió y le puso candado a la puerta.

Sting solo se quedó en la cama sin ninguna preocupación.
Uno. — Era su casa.
Dos. — Algún día tenía que salir.

— ¡Maldito Smut! —Grito desde el baño Rogue, mientras este seguía re-rojo.

»Algún día serás mío, Cheney.
Te guste, o no«.

Smut; StinGue.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora