Se hizo la noche tras el atardecer cuando salimos del cuartel donde nos aceptaron como soldados a Karter y a mí y nos habían dado nuestras primeras instrucciones para el día siguiente. Había sido un día bastante duro para ambos, por lo que decidimos retirarnos a descansar cada uno a nuestras casas y prepararnos para nuestro nombramiento y para los primeros entrenamientos dentro del ejército, al día siguiente. Pero no me podía imaginar que nuestro reencuentro fuese a ser esa misma noche, y menos de la manera en la que nos lo deparaba el destino.Apenas había empezado a cenar con mi madre y con Kestix, contándoles cómo había sido mi brillante pelea contra el instructor y cómo me había felicitado posteriormente, cuando resonaron las alarmas desde el campanario junto a la plaza. El tañer y el ritmo en el que repicaban las campanas solo podía ser un llamamiento a los soldados para reunirse de urgencia en la plaza, sin importar el turno que tuvieran.
-Aun no te han nombrado soldado, Celadias, no tienes por qué ir-dijo mi madre preocupada, pues aquella alarma solo podía significar una cosa.
-Es mi deber. Aunque el nombramiento sea mañana, me siento obligado a asistir. No te preocupes, seguro que no será nada importante-contesté con tono serio y tranquilizador mientras vaciaba el contenido de mi vaso antes de ponerme de pie.
Besé la mejilla de mi madre y le revolví el pelo a mi hermano para tranquilizarles y salí corriendo de la casa. Me dirigí a toda prisa hacia la plaza y, por el camino, pude ver a varios hombres, algunos más corpulentos que otros, corriendo también en la misma dirección. Más tarde comprenderíamos que el llamamiento a los soldados era para evitar la entrada de tropas rebeldes que habían sido avistadas aquella misma tarde en los bosques del sur y que habían comenzado a movilizarse por la llanura que nos separaba.
-Veo que los que esta mañana eran aspirantes ahora quieren aspirar a ser soldados de verdad, ¿eh?-dijo el capitán, un hombre de mediana edad y gesto serio, quien ya portaba la armadura-. No estáis obligados a luchar esta noche, pero, si decidís hacerlo, aseguraos de llegar vivos a vuestro nombramiento. Al menos podréis morir con el honor de haber sido nombrados soldados.
El capitán concluyó indicándonos que nos preparáramos en los cuarteles, donde encontré a Karter terminando de ponerse la armadura. Ni siquiera tuvimos tiempo para saludarnos entre aquel barullo caótico, por lo que simplemente cruzamos miradas cómplices deseándonos suerte. Me preparé lo más rápido que pude, ataviándome con un yelmo, una loriga para cubrir mi torso, unas hombreras, las manoplas y el guardabrazos en la parte superior, y unas grebas en las piernas, además de un escudo cuadrado con el blasón de un águila negra con las alas extendidas cuya cabeza dirigía su mirada hacia su derecha. Aquella armadura parecía la más adecuada para la ocasión debido a su ligereza y a la rapidez para equiparlas. Y en aquel momento era cuando compadecía a quienes tenían que equiparse las pesadas armaduras. En aquel momento tuve más claro que nunca que prefería alistarme en las tropas de infantería ligera con tal de no tener que llevar jamás ese armatoste, pues, pese a que la protección que llevaba era ligera, aun tendría que acostumbrarme a llevarla puesta y no podía imaginarme portando algo tan pesado.
Regresé corriendo, una vez terminé de prepararme, a la plaza, donde me asignaron al escuadrón al que me uniría tras la entrada sur de la ciudad. Y ahí me di cuenta de que ese escuadrón estaba formado básicamente por los mismos que habían estado presentes en las pruebas, excepto algunos soldados ya nombrados pero que, posiblemente, no tendrían experiencia aun. Me preguntaba si acaso éramos el último recurso del imperio para defender la ciudad y mis dudas se confirmaron en el discurso del capitán.
-Nuestra misión consistirá en defender esta entrada en caso de que las tropas del exterior no consigan retenerlas. Esta será vuestra primera experiencia en combate real, y los dioses han querido que ocurra antes de que muchos de vosotros fueseis nombrados soldados. Sin entrenamiento no sois nadie, así que será mejor que recéis para que esos rebeldes no alcancen las murallas.
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El precio de la libertad: Sueños de grandeza
Fantasy"Sueños de grandeza" es la primera parte de la trilogía "El precio de la libertad". Celadias es un chico ambicioso cuyo sueño es convertirse en el mejor soldado de toda Antran en un periodo de guerras contra otros imperios y contra los rebeldes. En...