El frío manto de la nieve cubría mi cuerpo, no articulaba movimiento alguno que apartara la nieve de mi figura, simplemente , esperaba calmado el acunamiento de los fríos y huesudos brazos de la muerte.
Una y otra vez, torturaban esas imágenes mi mente y castigaban mi alma al recordarme todo lo ocurrido la noche anterior; Esas imágenes provocaban en mi dolores desgarrantes , perros rabiosos comían y arañaban mi alma al recordar mi mente esas atroces escenas.
Ojalá mis músculos pudieran realizar la muerte rápida, pero tan cobarde y vacía se había vuelto mi existencia, que ni calmar a esos demonios, caníbales de mi carne puedo.
Como ángel atraído por mis súplicas, una figura esbelta apareció entre la niebla y la ventisca, más , mi descripción no fue acertada , ya que más que un ángel, era el demonio, el que se acercaba calmado para darme el juicio final.
Su ardiente mano agarraba mi cuello, mientras sus dulces labios de fuego llameantes, escupían : "Tú, que por querer acabar con tu vida para calmar tu conciencia, te quedarás aquí, viendo como todo tu cuerpo se muere y descompone, mientras tu mente y alma, sufren las consecuencias de tus atrocidades"
Y así, vi como su contoneante figura se alejaba, mientras mi cuerpo y mi alma, se quedaban entre los dos mundos, sin encontrar la paz nunca, en toda la eternidad...
