Continúe persiguiendola por todos los pasillos del Alfonso Suarez, ella tenía un mejor estado fisico que yo y por eso se me dificultaba alcanzarle con facilidad, las carreras entre nosotros eran un desastre en el que yo siempre terminaba perdiendo
-Detente tu, loca corredora, me quedaré sin aire a este paso - Grité mientras me acercaba aun corriendo hacia ella, estaba a un metro de ella, cuando tropecé con algo, obviamente caí de cabezas pero pude poner mis manos antes de que la caida me rompiese la nariz, en lugar de ello, solo me malogré una muñeca, pero no era importante y podría continuar con el viaje ese mismo dia.
-¡Oh, Dios mío! ¿Estás bien? - Preguntó preocupada, realmente creía que había sido su culpa, y si que lo había sido, solo me limité a sonreír y fingir que nada había pasado.
-Jess, estoy bien, solo me tropecé con algo y caí, nada del otro mundo en un aeropuerto, aunque si me ha quedado doliendo la mano, venga. Que llegamos tarde, pediré una bolsita de hielo en el avión, si es que no nos deja.
Continuamos caminando por esos interminables pasillos llenos de personas que iban a sus casas, a visitar alguien especial, a trabajar o simplemente a descansar a algun lugar paradisiaco, el nuestro sería londres, es admirable como una ciudad puede atraerte tanto como para pensar en iniciar una vida alli junto con alguien especial, a quien le confiabas tu vida, y mas que eso, tus besos y sentimientos, aunque quisiera algo más.
Al final logramos llegar a nuestra puerta faltando cinco minutos para que partiera, ese día tuvimos mucha suerte, ya que no queríamos dejar plantado a Freddie, quien nos ayudaría con todo lo correspondiente a la renta y manutención al menos por el primer mes, mientras nos acomodábamos al loco estilo de vida inglés y conseguíamos trabajo, era un buen chico que conocimos en España. Ese día fue cuando me ingresaron en el psiquiátrico, me topé con el mientras visitaba a su novia, que casualmente había sido internada allí. Él me había dado su número, para que cuidase de ella y le informara de lo que sucedía allí, ya que él estaba viviendo en Londres, de allí vino mi idea para escaparme con Jessica.
Cuando me escape del psiquiátrico, durante el accidente de la M-50 le llamé para contarle sobre mi loca idea, y de que una vez yo allí en Londres, le ayudaría para que su novia fuese transferida a Londres, así él podría verla mucho más seguido, el aceptó y nos propuso una fecha, acepté y le dije a Jessica mientras estábamos llegando a Vitoria.
-Tened un buen vuelo chicos, servimos maní y galletitas – Dijo la graciosa y adorable señora que estaba en el counter validando nuestros tiquetes, sonreí. Nadie antes había sido tan graciosamente amable conmigo, así que asentí la cabeza y le di unas gracias, de los más sinceros que habían salido de mi boca desde aquel verano años atrás.
Yo miraba atónito al exterior de la plataforma, siempre me encantó todo lo que tenia que ver con volar y cosas asi. Era increíble ver tantos aviones llenos con gente llena de esperanza y sueños. Gente que era efímera como la vida misma pero que disfrutaban su tiempo al máximo. De alguna manera, regalando una sonrisa, una caricia,una mirada. Cosas que nunca se pierden en el olvido de este loco mundo que todos aman. Ella, miraba hacia adelante con su mirada perdida en algún lugar del horizonte, esta nueva vida iba a ser maravillosa a su lado sin duda alguna.
Entramos en el avión y caminamos por los estrechos pasillos que tenía para ofrecernos ese enorme trozo tubular de acero y aluminio hasta las ventanas del lado izquierdo, justo donde en unas horas se vería perfectamente el atardecer, ese genial momento en el que podamos ver al sol morir, ese momento que nos recordaría todo lo sucedido el día anterior, la declaración, los besos, esa mirada que tanto me inquietaba de ella.
El vuelo partió sin retrasos hacia Londres, donde nos esperaba Freddie, para ayudarnos a crear nuestra nueva vida juntos, lejos de los problemas, lejos de mis desordenes, lejos del pasado triste y amargo que había tenido antes de conocer a Jessica Santana, aquella maravillosa chica que tanto había hecho por mí y sin importar nada ni nadie, había velado por mi todo el tiempo, y ahora lo apreciaba, porque la verdad nadie más se hubiese arriesgado a hacer tal cosa con un desastre como yo, todos huían, y ella fue la única persona que se quedó a mi lado.
-Josh, mira, el sol muere, este es un momento perfecto para... - Detuve sus palabras con un suave y tierno beso apasionado, apoyándonos contra la ventanilla de aquel avión que posiblemente tenía la misma edad que yo. Fue un momento como los demás, único e irrepetible, uno de tantos de los cuales no nos arrepentiríamos de vivir, o al menos yo.
-Shh pequeña, despertarás a las mariposas – Sonreí - ¿Sabes que es lo que más me gusta de esto?
- ¿Qué esto es perfecto? – Había leído mi mente, como cosa extraña, Dios, cada día amaba más a esa chica
-Sí, y que estamos en nuestra época favorita del año. Primavera, cuando miles de cosas comienzan a nacer de nuevo, como tú y yo, como estos sentimientos que se mezclan con besos y abrazos
-Josh, Hazme una promesa. Que nunca te separarás de mí, pase lo que pase estando en Londres y volviendo a visitar España, Que tu afecto hacia mí no disminuirá si algo sale mal, Que siempre serás mi Joshie querido, Que serás mi todo, Por siempre.
-Jess, Te lo prometo, esta será nuestra promesa de primavera.... Desde hoy y para siempre.
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Cometas Por El Cielo
Teen FictionDespués de dejar un doloroso pasado, este decide perseguirla hasta Madrid, su nuevo hogar. Joshua, un chico internado en un psiquiatrico la conoce por casualidad. Y como si fuera poco, La Oreja de Van Gogh visita una de sus ciudades. Dos almas destr...