Tres

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Veo a mi hermana bailar animada con las chicas, mientras yo me encuentro sentada en un sofá de la sala, bebiendo Dios sepa que es lo que tengo en éste vaso.

-¡Oh Bibi!

Una voz chillona se hace presente a mis espaldas, e instantáneamente sé de quien se trata.

Lucía, era nuestra mejor amiga de pequeñas, vivíamos en su casa -mansión- jugando a las muñecas, entre demás juegos, pero un día, con mayor edad -entre diez u once años- tal niña adorable y cariñosa se convirtió en una chica totalmente egoísta e hipócrita.
Llegó el momento en el que a Alex le gustaba un niño del instituto, y ella fue a besarle, para terminar rompiendo el pequeño corazón de mi hermana, tal vez exagero, o tal vez no, pero ese niño moreno, de ojos cafés, y su hermano, junto a ésta chica, le hicieron bullying a mi hermana y a mi por dos años, allí terminó nuestra amistad, y comenzó la gran amistad con las chicas que ahora mismo son nuestro grupo de personas favoritas.
El niño que enamoró a Alex por primera vez, según lo que oí, se mudo con su familia, y desde ahí no los hemos visto más, mejor, porque después de lo que han hecho, ni ellos, ni Lucía tienen nuestro perdón.
Y me incluyo, porque por querer defender a mi hermana, terminé metida en éste rollo de problemas.

-Oh Lucía, tan pija como siempre.

Hablo con tono burlón, levantándome del asiento en el que estaba.
Es una lástima ver a ésta chica ahora.
Es rubia, de bote claramente, antes era tan o más castaña que nosotras; ojos marrones oscuros, una nariz operada, según lo que veo, y un cuerpo bastante voluptuoso, que llega a darme un poco de asco.

-Y tu siempre tan... -se piensa unos segundos que decirme -Igual -finaliza sonriendo falsamente, como siempre-

Sus dos perras falderas que tiene detrás, menos rubias que ella, porque siempre fue así.
Si Lucía tiene algo, debe ser sólo ella, para poder llamar la atención.

Conozco a Kathleen, es su amiga, una de sus secuaces, por decirlo así, esa chica es hermosa, cabello rubio oscuro, y antes tenía unos ojos azules preciosos, pero cuando vi sus ojos hace un tiempo no dudé ni un segundo en que Lucía le había hecho utilizar lentillas de color marrón, por que nadie puede llamar la atención, al no ser que sea ella.

-Hola chicas -saludo junto a una sonrisa a las dos chicas que tiene detrás Lucía, las cuales me devuelven la sonrisa con un pequeño movimiento de manos, pero la rubia las mira de una manera acusadora y ambas bajan sus manos al instante-

-¿Qué haces tú por aquí? Creí que no te gustaban las fiestas.

Y tiene razón, no me gustan, a la última fiesta que fui la pasé demasiado mal, desde entonces solo aparezco en las fiestas que organizan mis amigas, o mis familiares.

-Nada que te importe.

Ya cansada de escuchar su voz chillona, me giro para salir de la sala, y tratar de volver con mi hermana, pero la veo muy entretenida hablando con el tal Enrique ese, por lo tanto, me quedo parada a un lado de la barra, mirando como Alex ríe falsamente, y dirige su mirada al vaso, luego al suelo, las personas, y por último al chico.

Señal de que se aburre y el tipo no le gusta.

Hemos aprendido a distinguir cuando la una necesita ayuda de la otra, y éste es el típico caso de "El chico ligón que necesita una tía para pasar la noche"
Algo largo, si, pero sirve cuando estás en éstas situaciones.

Me dirijo hacia ellos a paso decidido y me planto al lado de mi hermana.

-Hola -saludo con una medio sonrisa y el chico me la devuelve -Alex, debemos marcharnos.

Mi hermana se gira con una mala cara, pero cuando me ve sonríe agradecida.

-Vaya, creo que quieres ésto para ti -habla el chico, señalandose a sí mismo, y yo enmarco una ceja-

-Cuando seas Mario Casas, chaval.

Se queda mirándome incrédulo por un momento y vuelve la vista a mi hermana, sonriendo de manera pervertida.

-Ahí te quedas, capullo.

Alex camina rápidamente para desaparecer de la vista del chico, yo solamente la sigo, sin parar de reírme a carcajada limpia por lo que acaba de pasar.
Ese chico quedó con mala cara, pobre.

-Calum, queremos irnos ya -habla mi hermana, haciendo un puchero y el susodicho se gira de mala gana-

-¿Ya? ¡Acaba de empezar!

Cuando no.

-Si no nos llevas tu, te robo las llaves y te quedas sin coche, ¿Me has oído rubio de bote? -amenazo, y oigo unas risas detrás mío, pero no me giro-

-Vale, vale.

Ambas sonreímos victoriosas, mientras mi primo le comenta algo a sus amigos sacando las llaves de su bolsillo.

-¡El que llega último busca las pastillas para la resaca de mañana! -chillo, quitándole de las manos las llaves a mi primo, y corriendo junto a mi hermana-

Y las pastillas no son para nosotras, son para él, y siempre que viene a pasar un fin de semana o algo a nuestra casa, nos peleamos por quien se levantará a tales horas de la mañana a buscar pastillas y agua para el susodicho, y si ahora la suerte nos acompaña, él mismo irá a buscarlas.

-¡Ja ja! -nos burlamos al unísono de Calum, que tiene una cara de querer matarnos por haberle hecho correr-

* * *

Es raro que el día pase tan rápido, tal vez sea porque dormimos más de lo que respiramos, pero da igual.

Ya nos encontramos con mi hermana y nuestras amigas tomando el sol, junto a la piscina, cuando oímos voces provenientes desde adentro, pero no le damos mucha importancia.

-¡Enanas! -oímos gritar a Calum-

Me levanto de la tumbona para ver de quienes se tratan tantos ruidos. Y veo al rubio con varios de sus amigos detrás.

Enrique, Alfonso, Álvaro, y dos gemelos, que no logro distinguir al comienzo, pero al instante abro mis ojos como platos y miro a mi hermana.

Aquí se lía.

Levantarse Y Seguir [Gemeliers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora