Parte de mi Alma

127 12 11
                                    

Me encontraba en una de las habitaciones del enorme castillo de la manada junto a la bruja que me había dicho que su nombre era Amelia, aún que la verdad era que eso me importaba muy poco.

Hace ya un rato que habían traído aquí a Lix para que así Amelia pudiese curarlo y dejarlo descansar, aún no puedo creer que no me haya dado cuenta de su malestar, me sentía fatal por eso.

Estaba sentada en uno de los lados de la cama acariciando con los dedos el sedoso y suave cabello de mi querida alma que seguía inconsciente. En mi mente se reproducía constantemente el recuerdo de nuestra comunidad.

Sabía que teníamos que escapar pero quería que Lix se recuperara primero, además de que no teníamos un plan.

-Puedo ver en tu mirada cuanto quieres a éste muchacho querida niña- dijo con voz suave la bruja que se encontraba parada frente a la mullida cama mirando con ternura la escena.

-Como su nombre lo dice él ha sido un pilar de fuerza en estas ultimas semanas para mi, la vida no es fácil para las criaturas mágicas que no poseemos un gran poder- sin despegar la mirada de las finas pero duras facciones de Lix me limite a responderle a la amable bruja con un suspiro de por medio.

-Lo sé querida, puedes estar segura de que no todos los miembros de las grandes razas estamos de acuerdo con esta decisión-

En cuanto esas palabras salieron de su boca la mire con los ojos encendido por el rencor que sentía hacía cualquier miembro de esas asquerosas bestias que se hacían llamar Las Tres Grandes Razas.

-Si es así, ¿por que no hicieron nada para ayudarnos?- ella simplemente agacho la mirada con pena y cobardía como todas las pestes de su especie, por su culpa nosotros fuimos suprimidos cual animales.

-Supongo que teníamos miedo-

Me sentía algo mal por ella, después de todo yo sabia lo que se sentía tener miedo, pero al recordar a mis hermanas, a las Hadas y a todos los seres mágicos que habían sido oprimidos por ellos toda la pena que pude haber sentido por ella se evaporo y solo quedo rencor y odio.

-¿Miedo?- solté una risa seca y sin gracia que la hizo mirarme de nuevo- Todos nosotros tuvimos que crecer con ese sentimiento grabado en cada fibra de nuestros cuerpos, tú y tus amigos lo que sentían es indiferencia, espero con anhelo el día en que podamos limpiar la tierra de sus sucias especies para así poder vivir en paz-

La boca de la bruja se abrió y sus ojos me miraron horrorizados, tal vez lo que ella pensaba era que los perdonaríamos y viviríamos todos felices olvidando lo que pasó.

Estúpida e ingenua bruja.

-Si no le molesta me gustaría estar a solas con Lix- ella asintió algo desorientada y salio apresuradamente de la habitación cerrando la puerta tras de si.

Con un suspiro volví mi mirada al pegaso convertido en hombre que tenia junto a mi.

-Lo siento tanto Lix- con las yemas de mis dedos roce sus mejillas, su frente, su nariz y por ultimo sus labios deleitándome con la suave textura de éstos.

Me quede más tiempo del debido con los dedos sobre su boca, pero no podía evitarlo, eran de un color rosa apetecible y estaban carnosos, por un instante me vi tentada a morderlos pero enseguida deseche esa idea de mi cabeza.

Quite mis dedos suavemente de sus labios y conecte mis ojos con los de él para darme cuenta de que ya había despertado.

-¿Que hacías?- sus ojos penetraban en lo más profundo de mis ser haciéndome sentir cohibida, sentí como la sangre subía a mis pálidas mejillas delantándome en seguida de lo avergonzada que me encontraba.

Ninfas De La Música (En edición).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora