Otro día llegó y al despertar era conciente que lo de anoche no era un suño. Miré a mi lado y Lucía no estaba. Di por hecho que se levantó antes que yo para desayunar. Me senté en el borde de la cama pensando en todo lo que hice. Un leva sonrisa se hacia presente en mi rostro. "Deja que fluya" gritaba dentro de mi, mi otro yo estaba controlando todo mi ser.
Me levanté de la cama directo a la cocina para hacerme algo de desayunar. Al entrar a la cocina me quedé flipando, ya que esa cocina era gigantesca. Una vez hecho mi típico colacao con leche, me dirigí al salón. Estaban todos en la mesa hablano sobre algo de un viaje. Nadie se percató de mi presencia. Me senté en un lateral de la gran mesa donde estaban todos desyunando. Todos hablaban, mientras tanto yo seguía tomando mi colacao y pensando en mis cosas.
—Vamonos pa' Las Vegas. —dijo Renato haciendose oir frente a los griterios de los demás.
Todos le miraban con cara pensativa.
—Es una buena idea. —dijo Jordi.
Todos aceptaban la propuesta de Renato.
—Rober, que estas muy callado, ¿qué te parece la idea del viaje a La Vegas? —me preguntó Renato.
—Me parece bien. —contesté sin darle mucho importancia.
Después de casi una hora de preparaciones, el viaje a estaba confirmado, iba hacer interesante, fiesta, fiesta, mucha fieta.
—Esto... ¿y cuándo salímos? —pregunté yo.
Nadie había pensado en cuando salir, una de las cosas mas importantes no lo habían planeado.
—¡Ahora! —gritó Renato.
—¿Ahora? —preguntó Mangel.
—Sí, que empiece la aventura.
—Venga, salgamos hoy por la tarde. —dije yo.
Todo estaba listo, ya habían reservado habitaciones de hotel en Las Vegas, solo quedaba hacer la maleta y pirarnos rumbo a la ciudad del pecado.
Lucía estaba metiendo ropa en la maleta, comiseta, pantalones... lo típico para una mujer.
—Lucía.
—Dime.
—Lo que pase en Las Vegas se queda en Las Vegas.
—Como hagas alguna tonteria te corto los huevos. —dijo sin inmutarse mientras aún seguía metiendo ropa en la maleta.
—¿Yo? ¿Una tontería? tsss, que va. —dije en un tono sarcastico.
—¿Vas a seguir molestando o vas empezar a preparar la maleta?
—Eh... voy hacer la maleta.
Entonces llamarón a la puerta del cuarto.
—¡Pasaaa! —grité.
Entonces se abrío una pequeña rendija y por allí se asomo la cabeza de Alonso.
—Esto... los coches estan al llegar, en una hora o asi tenemos que irnos.
—¡Vale! —respondimos Lucía y yo a la vez.
Alonso se fue a avisar a los demás de la llegada de los coches. Entonces veo que Lucía se para y mira a la nada con cara pensativa.
—¿Qué pasa?
—Me he dejao el móvil en el salón.
—¿Y para eso pones esa cara? —pregunté intentando que no se me escapara la risa.
—Sí, ¿algún problema?
—No, no, no.
Lucía salío del cuarto para coger su móvil en el salón. Giré a mi derecha donde estaba una comoda donde guardaba un par de cosas mías. Abrí el segundo cajón y saqué una navaja que ya había utilizada en otras ocaciones bajo el control de mi otro yo. Guardé la navaja entré unas camisetas que metí en la maleta.
Pasó un par de horas y llegó una furgoneta.
—¿No iban hacer unos coches? —preguntó Jordi.
—Sí, pero en esta furgo acabemos perfectamente. —contestó Mangel.
Metimos las maletas y nos entramos en la furgo. Increiblemente acabíamos todos en la furgoneta.
Estabamos por la carretera ya. Mientras tanto yo miraba por la ventana, es algo que me gusta mucho. Veía como las nubes grises iban ocupando el cielo brillante. Los rayos del sol se convirtieron en gotas de lluvia. Mis amigos ponían música fiestara, todos de risas. Yo, mientras tanto, me dejaba llevar por el temporal. La lluvia siempre me hacía recordar cosas de mi pasado. Veía como el horizonte pasaba rápido por la ventana. Entre el paisaje difuminado por la velocidad del coche, vi el reflejo de mi otro yo. No me exalté al ver el reflejo, verle ahora es algo normal. Había desconectado totalmente y me había fundido por completo con la naturaleza. Todo iba lentamente, no escuchaba la música que habían puesto mis amigos. Entonces sentí un tacto calido en mi mano. Giré mi cabeza para saber que era lo que me estaba tocando la mano. Era Lucía que estaba sentada a mi lado durante todo el trayecto.
—¿Qué te pasa? estas muy callado.
—No nada, solo que me gusta ver el paisaje cuando viajo.
—Que rarito eres.
Es raro como nadie puede percatarse de lo que uno siente en su interior. No puede evitar cerrar los ojos para pensar un poco más con calma.
Abrí los ojos y estaba sentado en un banco del parque de al lado de mi casa, aquel parque donde bajaba de pequeño y donde volví a encontrar a Renato después de tiempo. Estaba lloviendo y todo el parque estaba vacío. El campo de futbol que estaba delante mía estaba encharcado. Todo estaba mojado. ¿Qué hago aquí? me preguntaba. Entonces fui conciente de todo y giré mi cabeza a la derecha para confirmar lo que pensaba. Ví a mi otro yo sentado a mi lado, lo que pensaba se hacía verdad. Volví a mirar al frente y pregunté:
—¿Es otro sueño verdad?
—Si...
—¿Por qué me has traido aquí?
—¿No te gusta?
Miré todo a mi alrededor.
—Sí.
—Te recuerda a cuando bajabas de pequeño los días de lluvia, ¿verdad?
—Siempre baja para poder estar solo y sentir la lluvia.
Él se levantó del banco y se puso delante de mí.
—¿Una pelea?
—¿Qué?
—¿No quieres saber quien es más fuerte de los dos?
—Sí quiero saberlo.
Acto seguido me levanté y nos miramos fijamente. Dio un paso atrás y yo otro. Podría ganarle, se que soy más fuerte que él. Nos volvimos a mirar en la distancia y me lancé hacia él para pegarle un puñetazo en la cara, pero lo esquivo fácilmente. Me freneé y al darme la vuelta vi que agarraba un cuchillo y sin pensarselo dos veces me lo clavó en el abdomen. Su rostro volvía a estar casi pegado al mío.
—Es un sueño, aquí mando yo. —dijo mi otro yo con un tono de superioridad.
—Yo tambien puedo controlarlo, es mi sueño también.
Le sonreí y levanté mi mano donde sujetaba un pistola.
—Empate.
Le disparé en la cabeza y cayó soltando el cuchillo que me había clavado. Caímos practicamente a la vez en la arena mojada del parque. Nuestra sangre se mezclaba con el agua de lluvia y la arena. Sentía que moría, pero solo pude pensar en una cosa, ¿cómo un sueño puede ser tan real? Después de aquel último pensamiento cerré los ojos para despertar otra vez en la vida real junto a mi novia y mis amigos.
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El otro yo
HorrorTras los sucesos pasado en el viaje de Burgos, Rober era encerrado en el psiquiatrico. Despues de unos años tiene un accidente, esto provoca que olvide los sucesos provocados por La Voz.