Capítulo treinta y siete

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Me preguntaba si algo así me pasaría a mí cuando Damon decidiera matarme. ¿Alguien me daría de beber de su sangre para vivir eternamente junto a ellos? Eso solo pasaría si le daba una segunda oportunidad a Ian y a su familia vampírica… Quizás estando de su lado no sufriría ningún daño mi familia e incluso yo. Ellos podían salvarlos de cualquier cosa que pueda pasar. Pero no estaría con ellos por interés, jamás podría hacer algo así. Mi corazón seguía amando a Ian, humano o vampiro, como sea, mi amor por él no ha cambiado ni cambiará jamás.
- ¿Y tú? Me has estado evitando esa pregunta, Alice.
- ¿No prefieres saber de Ian antes que de mí? – preguntó bajando la mirada.
- Alice, quiero saber de todos. Si al fin decido "perdonarlos" tengo que conocerlos. Tú viniste aquí justo para eso, ¿recuerdas?
- Ok – suspiró –, te contaré. Yo vivía en un pueblo en medio del campo muy lejos de Mystic Falls. Algunas veces solía tener visiones raras de cosas pequeñas que iban pasando en el pueblo. Vivía en una casa rústica llena de crucifijos e imágenes de Jesús y la Virgen. Mis padres eran muy católicos. Tenía cuatro hermanos, Elizabeth, Jonathan, Charlie y Caroline. Caroline era la más pequeña de todas y la que más pegada a mí estaba. Un día, comencé a tener visiones cada vez más horribles. Veía fuego y cuerpos calcinándose; a mis hermanos llorando y sufriendo demasiado. Caroline desolada. Cada vez eran más agresivas y pasaban casi todo el tiempo. Una semana después de eso, la casa de mis padres fue incendiada y ellos murieron dentro de ella. Justo lo que había visto. Mis hermanos y mis tíos me trataron de loca cuando les conté lo que me estaba pasando. Me llevaron de médico en médico y consiguieron enviarme a un manicomio. Allí conocí a Klaus, uno de los originales, él creyó en mí ya que era como yo. Me dijo que debía convertirme en alguien como él y que así viviríamos los dos felices por siempre. Pero después de que me convirtió, lo asesinaron. No sé cómo lo hicieron ya que es difícil matar a un original. Desde ese momento sabía que Carlisle me encontraría, los vi venir – dijo y luego suspiró. Había lágrimas en sus ojos y una sonrisa en su rostro. Vi que en esos ojos dorados había desahogo.

- Ahora sí puedes contarme de Ian – dije después de abrazarla. Sentí que ella necesitaba eso, un abrazo sincero de alguien que entendía todo su mal.
- Bueno, Ian era hijo de uno de los amigos, por así decirlo, del alcalde de Mystic Falls, el señor Smallwood. Un día, llegó a su hogar una muchacha que buscaba asilo en algún lugar ya que su familia había muerto en un incendio en Bulgaria. Pero en realidad no fue un incendio, ella era perseguida por los originales ya que es una dopplegänger. Pero eso es otra historia – tomó un sorbo de café y continuó:– Ian y su familia la hospedaron en su mansión ya que la habían visto tan desolada que se apiadaron de ella.
- ¿Katherine, cierto? – pregunté.
- Sí, Katherine Pierce. Mejor dicho Katerina Petrova. Ella enamoró a mi hermano de tal manera que él solo tenía ojos para ella. Había descuidado sus estudios, sus prácticas de fútbol, sus entrenamientos en el ejército, en fin, descuidó todo por ella. Estaba tan hipnotizado por la belleza de Katherine que no veía lo que ella realmente era: un vampiro. Luego de unos meses de la llegada de Katherine, regresó a su hogar su primo Damon Salvatore después de haber estudiado un año en Londres. Cuando éste vio a Katherine también se enamoró perdidamente y causó los mismos efectos que en Ian. Ninguno de los dos sabía que Katherine los había conquistado al mismo tiempo, e incluso estaba tratando de enamorar a Stefan, el hermano menor de Damon. Katherine tenía tanta sed de sangre que no pudo contenerse mientras mantenía relaciones sexuales con Ian y en la misma noche con Damon. Según Ian, beber la sangre del otro era un "juego erotizante" para Katherine. Al día siguiente, ninguno de los dos había expulsado totalmente la sangre vampírica de su organismo, por la mañana Katherine les había explicado que algo había salido mal y todo lo que les pasaría si morían con su sangre en sus organismos, ya que ellos sabían ya lo que era ella. Habían bebido verbena lo que le imposibilitaba a Katherine poder hipnotizarlos. Pero esa misma tarde un tumulto de gente se reveló contra el alcalde. Los dos estaban dentro del ejército y debían defender al alcalde de toda persona que se atreva a entrar en su escritorio donde este se escondía con su familia. Un hombre de unos cincuenta años con una escopeta en su mano quiso pasar y como ninguno de los dos lo dejaba, los asesinó con un balazo en el pecho. Al día siguiente, despertaron en el mismo descampado en el que vieron a Katherine por última vez. En lugar de ella estaba Bonnie, su bruja amiga, ésta les entregó unos anillos – Alice me enseñó un anillo que siempre llevaba en su mano, muy hermoso por cierto – que les permitía caminar bajo la luz del sol sin quemarse. Lo que pasó luego con él no lo sé. Ian llegó a nuestra familia después de Esme, fue el primer hijo adoptivo de mi padre.

- ¿Crees que Katherine sigue viva? – pregunté después de un silencio incómodo. Tenía que asimilar tanta información.
- No lo sé, seguramente sí. Damon quedó desesperado después de que ella desapareció y juró encontrarla y luego vengarse de Ian por haberle quitado a su mujer. Lo culpaba por la desaparición de Katerina.
- Y ahora él se está vengando – Alice asintió. Un escalofrío recorrió mi espalda.
- Ahora que sabes toda nuestra historia, ¿dejarás que te cuidemos? ¿Le darás una segunda oportunidad a Ian?
- No lo sé. No sé qué voy a hacer. Lo necesito muchísimo, así como el aire que respiro. Pero me aterra todo lo que pueda pasar.
- A su lado, nada, escúchame bien, nada – resaltó – te pasará jamás. Él te ama y hará hasta lo imposible por protegerte a ti y a todos los que te rodean – sonreí.

Alice se fue de casa después de que mi madre llegara, se excusó con que era muy tarde y que habíamos estado hablando toda la tarde de un proyecto para la fiesta de disfraces anual de Rosewood. Me había olvidado completamente de eso, Jessica, Alice, Rosalie y yo éramos las encargadas de organizar esa fiesta. Pero con todo lo que me está sucediendo no creo que sea capaz de aportar nada. Mi mente volaba hacia pensamientos inútiles, raros, cosas que jamás en mi vida había pensado.
¿Qué pasaría si Ian me convertía en vampiro? ¿Qué sería de mi vida después de eso? ¿Y mis padres? ¿Y mis amigos mortales? ¿Y mi vida? Todo cambiaría por completo. Tendría una nueva familia, jamás envejecería, tendría que vivir con 17 años para toda mi ‘existencia’, me convertiría en nómade al igual que ellos. Pero tendría al amor de mi vida para siempre a mi lado, una nueva familia que me protegería y una nueva vida llena de nuevas aventuras.
¿Y si tendría dones como Ian, Alice y los demás? ¡Sería increíble!

La oveja y el leónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora