Toda la vida he creído que las personas que hacen cosas buenas, aquellas que se mantienen alejadas de los problemas; que no hablan o hacen más de la cuenta y que casi no se desvían del camino marcado, bueno a ellas, les pasan cosas buenas. La filosofía de muchos se basa justamente en eso, en que recibes lo que das, cosechas lo que siembras, y más metáforas de ese tipo. Crecí con ello en mente. Que debía ser buena, solidaria, humilde y sumisa, y es eso justamente lo que he hecho, como me he comportado a lo largo de todos los años de mi vida.
Hay muchas cosas que aun no entiendo, a pesar de estar a punto de cumplir los veinte años. Podría hacer una lista de ellas. Por ejemplo, cómo una canción puede contener tanto sentimiento, cómo los libros te hacen volar, cómo hicimos los humanos para acabar con la tierra, y cómo es que a las personas buenas le pasan cosas malas. Al menos a mí.
Sólo soy una triste chica con una triste historia por contar.
No es que mi vida haya estado llena de tragedias, sólo creo que todos tenemos un poco de oscuridad en nuestro interior. Pero prefiero permanecer en la luz.
Muchas veces pensamos que nuestras miserias anteriores son parte del pasado, que jamás pueden volver a lastimarnos porque fuimos fuertes, porque fuimos capaces de luchar con los monstruos del armario y los hemos superado. Sin embargo hoy sé que eso no es tan así. Hoy sé que las personas lastiman, pegan. Y duro. Más de lo que alguna vez pude imaginar.
La realidad es que todo es como boomerang, tarde o temprano todo vuelve, vuelve para cosas buenas como así también cosas malas. Nunca entendí el propósito de su vuelta, y me sorprendió demasiado debo decir. Sé que cada una de las personas que habitan la tierra son total y completamente distintas unas de las otras, sólo que hace falta de un buen golpe para notarlo.
A veces es difícil admitir delante de otras personas lo que te ha pasado, en ocasiones por miedo y en otras por vergüenza, porque nunca sabes como otros, que son totalmente ajenos a lo que te pasa pueden llegar a ser capaces de comprender. Sólo quiero decir que pedí ayuda demasiado tarde, cuando las cosas se salieron de control completamente, cuando simplemente caí hondo en un extremo del que es complicado salir, porque no hay escape, porque la depresión y la humillación te persiguen y sabes que llega el punto en el que te alcanzan y no hay vuelta atrás.
Siempre he sido una persona muy positiva, dentro del margen en lo que eso es posible en el mundo en el que vivimos. Trato de ver como quien dice "El vaso medio lleno", intentando mantener la calma ante las difíciles situaciones que me tocaron atravesar, con la mente llena de buenas energías y pensamientos con un cero por ciento de hipocresía y malos sentimientos. Al ser de esta forma, y creer que la vida significa dos nubes y un caramelo, era obvio que en algún momento tendría que encontrarme con una de esas paredes que te hacen colisionar de la forma más violenta y humillante como nunca en tu vida llegaste a imaginar. Eso fue lo que me pasó, cuando ella llegó a mi vida, casi como un lobo en piel de cordero, haciéndome creer que eso de "Mejores amigas por siempre y para siempre" era real, sobre todo con alguien como ella, una persona tóxica, llena de sentimientos como envidia y frialdad. Claro que la máscara que llevaba consigo resultaba demasiado convincente, pues caí en su engaño, en más de uno debo aclarar, y con ello toqué el fondo más profundo que he tenido que pasar en mi vida.
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No hay edad para el amor. (Completa)
Teen FictionLlega un momento en tu vida donde te preguntas por qué pasan las cosas, por qué hacemos lo que hacemos, y el por qué de tantas cosas sin sentido. Estaba a punto de cumplir veinte años y sólo tenía miles de preguntas sin ninguna respuesta. Cansada d...