Esa noche soñó y, aún pasados varios años desde el sueño, lo recordaba como si lo hubiera soñado cada noche de su vida y eso no era del todo una mentira. Ese sueño habría de repetirse en momentos específicos de su vida. Como si su cuerpo inmóvil en la oscuridad se fusionara con el del niño que un día fue Damon -adulto y niño simultáneamente- lo soñaron a unísono como si se tratara de un dúo de violines que se unen para hacer la melodía más hermosa... o más hórrida.
Un desierto se extendía ante sus ojos, pequeñas colinas de arena eran lo único que rompían la monotonía del paisaje. No había un sol, al menos no como el que él conocía, sino una esfera roja que parecía teñir la arena del mismo color. El cielo a pesar del sol estaba negro y carente de estrellas salvo por aquel coloso rojo que parecía ocuparlo todo.
Si bien se encontraba en un desierto sus ropas parecían indicar que se encontraba en un lugar frío. Llevaba un abrigo con capucha revestida de piel, unas botas a juego y unos pantalones tan gruesos que bien podría desgarrarlos para hacer de ellos algo más útil: un refugio.
A pesar de sus ropas el lugar no tenía nada de frío, pensó que si seguía vestido de esa forma tan inapropiada no tardaría mucho en desmayarse y tal vez morir. El gran coloso no tendría piedad de él ¿Quién acaso la habría tenido en los tiempos que parecían correr en aquel desierto? Empezó a sentir la boca reseca y el estomago vacío, lamentablemente el único alimento y la única bebida que tendría sería la arena; aquello le causó gracia.
Pese a tener la muerte frente a sus ojos aquello no le causó el menor temor ni angustia, eso lo sorprendería cada vez que se despertase del sueño. Eso y la torre que parecía emerger entre las arenas.
Dividiendo al coloso a la mitad se impuso la torre. Su estado no era el mejor, parecía que en cualquier momento se iba a partir por la mitad y caer sobre la arena sin hacer el menor ruido. Distinguió dos ventanas -una arriba de la otra- y en lo alto lo que parecía ser un puesto de vigilancia tan vació como aquel desierto. En la ventana más alta vio una figura extraña -semejante a la de un pájaro gigante, tal vez un arrendajo azul- pero lo que él vio no fue a ese pájaro si no que vio a su madre. A este pájaro se le sumo otro más pequeño, sin embargo este no lo relacionó con nadie a pesar de resultarle conocido. Entre ambos hubo un huevo -no mucho mas chico que el segundo pájaro- negro como la noche.
Una voz conocida pero extraña habló en un idioma conocido/desconocido pero esta vez entendió lo que dijo. Lo sorprendió que no viniera de ninguno de los dos pájaros. El huevo pensó, pero eso no podría ser ¿o sí?
-Ut raptus no sino -dijo la voz pero lo que el escuchó fue: "el pecado se paga"
Empezó a correr hacia la torre con las fuerzas que le quedaban y gritó con las restantes.
-¡Mamá!- gritó primero e inmediatamente después-¡David!- profirió.
Se frenó terminado el grito y nubes empezaron a cubrir el paisaje pese a que no había agua que pudiera contribuir a formarlas. Estas tapaban el puesto de vigilancia el cual ya no estaba vacío.
-Ut raptus no sino - susurró la voz y creyó sentir la exhalación de aire que provenía de aquellas palabras. Hipnotizado por el escenario no volteó para ver si finalmente se había vuelto loco si no que siguió mirando a la torre y al quinto en discordia ahora presente en lo alto de la torre escondido entre las nubes negras.
Un rayo cayó sobre la torre y la partió en dos como había imaginado cuando esta se había formado entre las arenas. En la iluminación que brindó el rayo vio la sombra del que se encontraba en lo alto con sus brazos extendidos como si se tratara de una de las misas de los domingos.
La mitad superior de la torre cayó a las arenas y como había deducido antes no hizo ningún ruido. Instantáneamente se encontró frente a los restos de lo que había sido hace unos momentos una torre enorme pero no vio ningún cuerpo. La segunda ventana, ahora irreconocible, no albergaba ningún pájaro ni ningún huevo; la torre de vigilancia se encontraba una vez mas vacía.
Todo se ennegreció aún mas cuando el sol se vio tapado por el huevo negro que hace poco tiempo había estado en la segunda ventana de la ex-torre. Se rompió pero no dio nacimiento a ninguna criatura pero si grabó en el coloso de rojo un texto en negro: mura navi. Entonces despertó.
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Alerta: Desierto
AdventureAl igual que la historia todavía no contemplé donde me lleva este desierto.