28. Has que vuelva.

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Emilia's PoV.

Dolió que se fuera, dolió no volver a verlo, dolió saber que no volvería.

Pero ya qué...

—¿Crees que esto me queda bien? —me preguntó Emma saliendo del baño con un atuendo diferente.

Asentí sin mucha gana, no porque se viese mal (porque de hecho era el mejor conjunto hasta ahora), sino porque mi ánimo, mi cabeza y mi humor estaban en otro lado. Ella suspiró, se sentó a mi lado sin pararse a pensar que talvez arruinaría su vestido y tomó mi mano.

—Emilia, ¿qué tienes? —dijo buscando mi mirada —Y no me digas que estás bien, te conozco ya desde hace mucho tiempo como para saber que mientes.

—Es que... Desde que Joseph se fue yo, no lo sé, siento como si me hubiesen arrancado un pedazo de mí, duele, pero no estoy segura que es lo que me afecta más, que parte de todo esto es mas doloroso. Si el saber que se fue de mi vida o...

—¿O qué?

—O saber que nunca lo tendré —Emma suspiró, sabiendo a que me refería.

—Si te digo lo que creo, lo que pienso sinceramente de todo esto, tal vez lo veas de otra forma.

—No estoy entendiendo.

—Escúchame atentamente antes de interrumpirme, ¿bien? —asentí, ella continuó con su explicación —Te da miedo, y no me refiero al hecho de que te asustara perderlo, arruinarlo o destruirlo todo. Lo que te llevo a decir que no y alejarte de él, aún sabiendo que tú también lo estabas empezando a querer de otra forma, fue el miedo que tenías, el miedo que te entró el saber que querías a alguien así de fuerte. Te dio miedo saber que estabas cerca de amarlo porque nunca has amado a nadie así.

>>En fin, lo que intento decir es que te asustó el saber inconcientemente que si lo amabas y luego se terminaba te acabaría destruyendo aún más, pero te equivocaste al tomar decisiones porque tu ya lo amabas, y no tenerlo ahora contigo te está matando e hiriendo más de lo que debería.

Medito un momento sus palabras, para llegar a una conclusión.

Suelto unas lágrimas sin poder evitarlo, no porque me sienta estúpida, sino porque tiene razón. Lloro porque soy una jodida miedosa que se dejo llevar por su cabeza cuando debió seguir su corazón.

Maldita sea mi jodida cabeza.
Dejo que salga todo, no me importa parecer idiota y sensible, solo quiero que el dolor se acabe.

Emma deja que llore, me permite desahogarne, escondo mi cara en la almohada y no la despego de allí hasta que Emma nota el timbre sonar y baja a ver mientras yo me meto al baño para lavarme el rostro.

—Luke ya está aquí —me avisa entrando de nuevo.

—Él llegó un poco temprano —contesto en un susurro, se me fue la voz en gritos ahogados.

—Lo sé, ¿estarás bien si me voy ahora? —me pregunta preocupada.

Asiento y me da un abrazo fuerte, ella tiene claro que no lo estaré pero sabe que no la dejaré quedarse para que arruine su noche y me vea con compasión.

—Toma —me tendió un sobre que no había notado que traía en la mano.

—¿Que es eso? —pregunté haciendo alusión de tomarlo.

—Luke me dijo que te lo diese, no sé que trae dentro, sólo sé que es de Joseph —aparte la mano rápidamente y retrocedí.

—No, no quiero eso. Emma...

—Solo tómalo, no lo abras si no quieres, me pidió que te lo diese y que llegase a tus manos —me respondió dejándolo en mi mano.

—Tengo miedo de saber que tiene dentro.

—Emilia, diga lo que diga y tenga lo que tenga, sabrás resolverlo. Solo te doy un último consejo, si quieres que regrese, si de verdad estas dispuesta a abrir tu corazón, has que vuelva. Tu nunca te rindes, no lo hagas ahora —susurró en mi oído dándome otro abrazo. Asentí y salió por la puerta sin decir nada más.

Dejo el sobre en la mesa, me tumbo en la cama a intentar dormir, pero no puedo, me mata la curiosidad, lo único que puedo hacer es pensar en lo que tendrá la carta o en lo que dirá.

Finalmente, luego de casi una hora de tortura indecisa, decido leerla, y fue una mala decisión, sólo conseguí llorar de nuevo.

Me siento en el piso, apegada al oso gigante que algún día me dio, tengo a mi alrededor todos los regalos que me hizo antes de esto.

El collar con un ancha de barco, que hacia juego con uno que él tenía de un timón.

La sudadera que dejó en mi casa olvidada un día y me regaló para mi colección cuando supo que me gustaban.

Los pequeños papeles que contenían las conversaciones que teníamos durante clase y nos pasábamos a escondidas.

El dibujo que mando a hacer de mi familia por el cumpleaños de papá (del cual me dio una copia más pequeña).

Libros, tarjetas de felicitaciones, fotos, vídeos, y millón de cosas esparcidas en mi piso.

Nunca lo había notado, tengo un montón de cosas de él. Tal vez...

No, no y no.

Simplemente no, yo no dejaré esto así, no destruiré la única cosa que me hizo sonreír miles de veces en este año y se quedó a mi lado a pesar de todo, no dejaré que acabé así. Yo también necesito mi final feliz y él lo era, él lo hacía posible.

Dios, estoy cansada de llorar, y me caigo del sueño, pero tengo que encontrarlo, tengo que saber que aún no cumple su palabra, tengo que hacer que vuelva a mí.

Tomo rápidamente mi chaqueta, ni siquiera trato de arreglar mi rostro, sólo me la lavo nuevamente y agarro una banda para sujetar mi cabello. Llevo conmigo el collar y la carta, tengo miles de cosas que decirle, millón de cosas que contarle atoradas en mi garganta que me ahogaran sin no lo suelto todo.

Salgo corriendo de mi casa, sin dar explicaciones a nadie, sin mandar el mensaje típico a mi padre. Cuando se lo explique, entenderá todo. Por ahora solo tengo una cosa en mente.

Y no voy a para hasta encontrar aquello. No me detuve antes, no empezaré a hacerlo ahora.

Un corazón por sanarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora