Después de comernos la pizza nos fuimos; Ross me acompañó a mi casa.
-¿Mañana nos vemos? Tengo que despedirme de tí.-Me dijo, cogiéndome de las manos.
-¡Claro! Ya nos llamamos.
-Vale. Bueno, adiós. Te quiero.
-Yo más.Nos dimos un beso y entré. Mi madre estaba en el salón viendo la televisión mientras sostenía el portátil. La saludé y me fui arriba.
Entré en la habitación de mi hermana, estaba dormida, así que la di un beso y fui a mi cuarto. Después de ponerme algo cómodo y de asearme, me tumbé en la cama, y me quedé dormida.Sobre las diez de la mañana me desperté y decidí antes de todo ir a desayunar. Abajo estaba mi madre junto con mi tía Stella.
-Buenos días, dormilona.-Me dijo mi tía mientras me iba a dar un beso.
-Hola tía. ¿Qué tal?
-Como siempre, ¿y tú? Ya me ha dicho tu madre que os vais unos días de vacaciones.
-Así es.-Contesté mirando a mi madre y cogiendo una taza de café.Tomé un sorbo y me senté en uno de los taburetes. Noah llegó en seguida y se puso a jugar con mi tía.
-Ha llegado una carta para tí.-Decía mi madre mientras me entregaba un sobre.
-¿Para mí? Qué raro.El remitente era anónimo, así que cuidadosamente la abrí. La leía mientras bebía el café y al llegar al final me quedé muy extrañada. La carta decía así:
Querida Olivia. Sí, sé tú nombre, aunque tú el mío no, o quizá sí, bueno, eso da igual.
Quería decirte que te admiro muchísimo, podría decirse que soy tu admirador secreto, y resalto que soy un chico. No quiero que te asustes ni nada al respecto, solo me gustaría poder conocerte, si tú quieres, en el caso de que no, no importa, te seguiré viendo mientras tú no lo sepas.
Eres alguien fantástico, impresionante. Alguien con el que Ross tiene que estar muy agradecido.
Sé todo de tu vida; donde vives, tu familia, tus amigos (siento que Ally se haya mudado), sé tus gustos y aficiones... En fin, todo.
Así que, al grano, si deseas conocerme, por favor, ven hoy a las cinco al parque central. Estaré ahí.Era raro, ¿quién iba a ser mi admirador secreto?
Leí la carta en alto otra vez para que mi madre y mi tía supieran qué ponía en ella. Una decía que vaya, para ver quién podía ser, pero la otra que era peligroso. Así que estaba hecha un lío.
Llamé a Kira, a ver cual podía ser su opinión.-Haz lo que tú creas.
-¡Eso no me ayuda!
-¿Ross lo sabe?
-No, y eso que iba a quedar con él está tarde...
-Olivia, díselo, podéis ir juntos y él se puede esconder por si acaso.
-¿Tú crees? No quiero que me secuestren.
-¡Pero qué tonterías dices! A lo mejor es el típico pardillo del instituto que sólo quiere una amiga guapa.
-No, eso no. Pero, ¿y si es alguien peligroso?
-¿Quieres que vaya yo? Sé dar buenas palizas.-Solté una carcajada.
-No, tranquila. Se lo diré a Ross, tiene derecho a saberlo.
-Exacto. Cuando vayas y sepas quién es me llamas, no me dejes con la intriga.
-Está bien.Después de comer quedé con Ross en su casa y de ahí cogeriamos un autobús para ir al Parque Central.
Al llegar, solo habían niños jugando y sus padres. Aunque en un banco del final había alguien.-Quédate por esos arbustos, no quiero que él te vea.
-Vale, ten mucho cuidado. Grita si hace falta.
-Sí, tranquilo.Fui hacia aquel banco, y me senté al lado. Esa persona no creo que fuese, porque se levantó y se fue. Pero cuando me iba a levantar yo, alguien vino hacia mí y se sentó.
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¿Y así es la vida?
Novela JuvenilElla era poesía. Sus versos rimaban entre mis labios cada día. Sus letras nadaban en mi mirada al verle. Pero ya no había tiempo para un rato. Sus metáforas, sus símiles, sus hipérboles; tanto era ella. A su lado yo era una triste sinfonía sin vida...