Capítulo 11

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-Sebas, en serio no puedes llevarme por siempre- farfullo cruzando las manos frente a mi pecho como niña pequeña sentada en el carro de Sebastián mientras maneja a mi casa.

-Si puedo, Amanda. No se cual es tu problema con eso.- suspira con los ojos puestos en la carretera.

-Sebastián, no debo acostumbrarme a este tipo de comodidades. Pensarás que soy una feminista compulsiva pero la verdad es que no me quiero acostumbrar a algo que no tengo seguro. No me mal intérpretes, el carro es tuyo y tu no podrás llevarme siempre. Necesito aprender a ser independiente y tú no estas ayudando si me llevas las veces que quiero mover mi trasero.

-No, Amanda. Ya dije que no.- suspira cansado pero con determinación-. Esta ciudad es muy peligrosa y mientras tengas un novio que pueda llevarte, no tomarás ni un solo autobús. Si algún día no puedo estar para llevarte a algún lugar, entonces tendrás que aventurarte en uno de esos transportes tan peligrosos y aprender a moverte en ellos. Pero mientras esté a mi alcance, tendrás todas las comodidades del mundo. Sólo quiero que seas feliz y que no te falte nada.

-A veces, estar en una burbuja es muy reconfortante, pero el día que me toque salir de ella, y ten por seguro que ese día llegará, entonces no sabré como estar bien, no sabré como defenderme, no sabré nada de la vida-digo abrumada con solo recordar como fue acostumbrarme a prepararme yo misma mi comida, a mantener limpia la casa y a lavar y planchar mi ropa cuando mi abuela era quien hacia todo por mí.

-Sabrás como, encontrarás la manera. Siempre buscas la forma de hacer todo lo que te propones, así que no veo inconvenientes para triunfar cuando salgas de tu burbuja. Deberías confiar en ti tanto o más de lo que yo lo hago.-Me mira con sinceridad. Tiene razón, he salido de peores situaciones y estando sola, ahora lo tengo a él lo que hace que los golpes sean menos.

-Esta bien, tienes razón. Has ganado solo por hoy- Él se sorprende por mi rapidez para rendirme, no está acostumbrado a que lo haga. Yo siempre le gano cuando de llegar a un punto medio se trata. Y si... Se que digo "siempre" como si llevara mucho tiempo conociéndolo, pero ustedes saben de que hablo.

-¡Wou! Eso fue más fácil de lo que pensé-. Se burla de mí sorprendido. Idiota.

Aparcamos en una casa, pero no es la mía.

Creo que es su casa porque estamos en la misma urbanización donde vivo, sólo que en otra calle. Es muy linda y moderna, todo el frente está adornado con rosas azules lo que me convence de que es su casa. Un portón eléctrico se abre y mete su carro en el garaje. Nos bajamos y vamos a la puerta principal que no es ninguna puerta. Son dos enormes puertas de madera las que están delante de mí, él mete su llave en el cerrojo y estas se abren.

-Bienvenida a mi humilde morada-. Dice con una sonrisa de medio lado, me mira con emoción.

-¡Woaooo!- es lo único que logro decir mientras observo cada rincón de sus casa. Una bonita sala de estar nos da la bienvenida, tiene muebles negros muy modernos y una mesa en el centro de madera negra con las bases de metal y el soporte de cristal. Una pintura abstracta cuelga de la pared justo encima del mueble grande. Es una sala súper grande y lujosa, el piso es de mármol negro al igual que el comedor y la cocina.

El comedor es enorme, tiene una mesa de madera negra que hace juego con la de la sala pero en una versión gigante. Su cocina es tan hermosa, moderna, lujosa y sofisticada. Con razón al hombre le gusta cocinar, esta parte de la casa te inspira a ser oficiosa.

Subimos por las escaleras igual de modernas, aquí todo parece ser de madera negra, metal y cristal. Enseguida borro ese último pensamiento cuando noto que al lado de las escaleras, justo antes de subir, hay un pequeño estudio con puertas de cristal. Adentro se ven varios estantes de madera marrón oscuro llenos de libros, un escritorio de madera en el mismo color y el piso de madera que hacía juego con todo en esa oficina. Es impresionante.

No soy suficienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora