Alina.
Ha pasado una semana y ni siquiera ha intentado nada conmigo, creí que se esforzaría un poco más pero ha sido todo lo contrario, parece ignorarme, a pesar de que sigue sentándose detrás de mí, es como si no estuviera, el susurro constante del lápiz contra el papel es lo que confirma su presencia. Se la mantiene dibujando.
El día ha estado muy nublado, todo gris y frío, concuerda con las caras largas y estresadas de los estudiantes, pues estamos en exámenes.
No veo la hora de entrar a mi última clase, entregar el examen e irme a mi cama, estoy muy cansada, estoy llegando a casa a eso de las 3 de la madrugada, hay mucho trabajo.
Por fin llega el profesor, nos ordena ubicar los bolsos en el piso y nos organizamos para empezar, es una prueba sencilla, en diez minutos la termino y solo espero a que Isaac acabe.
Leo entrega su examen, claro, debe saberse esto de memoria, cuando regresa a su lugar por su bolso me dirige una sonrisa ladeada, muy picaresca; toma su bolso y se encamina a la puerta pero antes de cruzar el umbral se gira y me pilla observándolo, cómo no iba a hacerlo, su trasero se ve fantástico en esos jeans.
Pero entonces me doy cuenta que me enseña algo, un juego de llaves, MI juego de llaves, me guiña un ojo y pronuncia:
-Suerte.
-¡Idiota! -exclamo levantandome haciendo que la silla se caiga y todos me den malas miradas por el ruido.
-Señorita Tous, me entrega su examen ahora mismo -dice el profesor con decepción- y controle su vocabulario.
Entrego mi prueba ya resuelta cuando veo mi bolso abierto.
¿Cómo no me di cuenta?Lo voy a matar, juro que lo haré.
Salgo del aula pensando en las posibles maneras de matar a alguien sin ser descubierta después.
Cuando llego al estacionamiento veo que mi moto no está, se ha metido con mi moto, no puedo ir a casa porque también se llevó las llaves de la casa, del armario, del cajón de mis ahorros.
Joder.Sin embargo ha olvidado algo, su precioso bebé Porsche está aparcado reluciente.
En ese instante viene a mi la escena de una película donde envuelven el auto con plástico para comidas, me pareció absurdo en ese momento pero ya no, además es lo único que puedo conseguir.
Voy a la tienda más cercana y compro muchos rollos, también unas tachuelas, debería clavarlas en su sexy culo pero solo tengo a mano sus llantas.
Fue fácil convencer a un nerd de ingeniería para ayudarme con la alarma del auto.
Admiro mi dulce venganza, envuelto, pinchado las cuatro, y aunque quise destrozar sus luces con un tacón como lo hizo Katia* una vez, no pude hacerlo.
Tomo un taxi que me lleve hasta su apartamento y ha empezado a llover, menos mal el carro está bajo techo sino el agua habría quitado el adhesivo.
Entre caminar del taxi a la puerta del edificio me empapo completamente, me escabullo hasta el ascensor y subo a su piso, como sé que no puedo tumbar la puerta, presiono muchas veces el timbre hasta que por fin abre y mi puño conecta con su nariz.
¡Auuucchhhh! Mis dedos duelen, todo por su culpa.
Olvido el dolor y golpeo su pecho su cara y todo él, sólo escucho su risa lo cual me produce más rabia.
-¿Cómo te atreviste, imbécil? -le digo hasta que sus manos sujetan las mías y las pone en mi espalda.
-Tranquila, gatita, dejame admirarte primero, sabías que amo la lluvia -dice escaneando mi cuerpo.
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FUSIÓN
RomanceSu hogar fue un club nocturno, su familia strippers, su madre una de las prostitutas más conocidas de la ciudad, creció viendo sexo en lugar de caricaturas, es una completa virgen en un mundo lleno de vicios. Ella es la excepción. Él es el hijo del...