XVI. EJE DE ROTACIÓN

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Aquellos días brillaban para Husaam A-Gazali. Luego de tantos momentos de esfuerzo, por fin se podían ver los resultados a la luz del sol. Los días anteriores habían mostrado que la resistencia kurda estaba al límite y que la victoria era inminente sobre La Rojava. Sus hombres, valientes guerreros de Alá, dejaban la vida en combate avanzando sobre cada metro del terreno. Ante ello, los kurdos habían retrocedido sus líneas hasta solo mantener bajo su poder el último enclave, ciudad codiciada por el consejo de guerra islamista: Kobane. Sin duda que la balanza se había inclinado hacia el naciente Estado Islámico. Pues así era la fuerza de Alá todopoderoso, quien inculcando coraje en el corazón de sus hombres, allanaba el camino de luz para tomar Kobane. Con la moral por los cielos y el constante abastecimiento de armas proveniente de Raqqa, tomarían la ciudad en menos de una semana. Aquellos infieles y laicistas kurdos, serían aplastados como una cucaracha por la bota de la Yihad.

Posicionándose como único comandante, con alzada efectividad se hizo cargo de todos los frentes de batalla. Por aquellos días, redistribuyó de forma estratégica la enorme cantidad de armas pesadas entre los distintos bloques. Dio órdenes a los cuatro vientos, llenando de coraje y valor a los yihadistas guerreros fieles de Alá. Pidió no tener un solo gramo de compasión ante el enemigo blasfemo y enemigo del Corán. Entendido en estrategia, Husaam, comenzó a instalar un aparato de propaganda belicista en miras a socavar la moral kurda. La tan sencilla acción como la de colmar las colinas aledañas a Kobane con estandartes y banderas negras del Estado Islámico, fue su primera táctica. Desde el centro de la derruida ciudad, la resistencia veía con ojos asustados las decenas de banderas oscuras que ondeaban en todos sus alrededores. Las fuerzas de los oscuros parecían rodearlos por completo. Y eso, no era la imaginación de nadie, era la pura realidad.

La guerra del siglo XXI no solo se libra en el campo de batalla, o mejor dicho: las batallas no son solo enfrentamientos entre fusiles. Y para poner a prueba ese ejemplo, el día 15 de octubre, Husaam fundó en su campamento de avanzada la "oficina de guerra virtual". Allí, desplegó a cinco excéntricos hackers del Califato que rápidamente se pusieron manos a la obra. Mediante la utilización de las antenas telefónicas, la oficina de guerra virtual, comenzó a divulgar sus actos de terror en La Rojava. ¿Cómo? Bueno, para ello Husaam designó a un soldado por unidad, que se encargaría de filmar cada detalle de los enfrentamientos. Ese simple material que grababan en batalla los designados, luego era acercado a los cinco hackers de la oficina virtual. Y allí comenzaba su accionar. El material era subido a las redes a la velocidad de la luz, desde miles y diferentes tipos de usuarios. Con títulos como: "La resistencia kurda al límite" o "Kobane a punto de caer en manos del ISIS", la media mundial no tardó en hacer eco de aquellos mensajes. No pasaron horas que ya las redes sociales estaban colmadas de mensajes, videos y fotos de militantes yihadistas, augurando una victoria inminente sobre el enclave kurdo. ¿Existe algo peor para la moral de un enemigo, que hacerle creer que el resto del mundo piensa que ya están vencidos? Pensaba Husaam reluciendo una sonrisa. Pues seguramente no. Una singular campaña de desinformación y propaganda, montada por aquel ingenioso General yihadista, pronto traería resultados irreversibles.

La guerra de propaganda, algo tan viejo como el origen del hierro, puede alterar significativamente los resultados de un enfrentamiento bélico. Desde tiempos inmemoriales los romanos ya la utilizaban en las curias para justificar su accionar religioso, a través de rudimentarios avisos de publicidad o simplemente en el boca a boca. En fechas más recientes los bombardeos ideológicos se siguieron utilizando, como por ejemplo, en la Primera y Segunda Guerra. Imitando las formas que utilizó el Ministro de Propaganda del III Reich, Goebbels, Husaam Al-Gazali ponía en práctica los presupuestos de la propaganda belicista. Mantenía a sus fieles guerreros informados con buenas noticias, en muchas ocasiones tergiversadas. Incluso en otras tantas, retrasaba el estado público de las noticias para crear una intriga que cuando finalmente era revelada, el efecto de la buena nueva se hacía mucho más duradero. Pretendía convencer a sus tropas de que el enemigo era el causante de la guerra y que los fines que estos contraponían eran inmorales, destructivos y deshonestos. En breves discursos cargados de frases slogan, persuadía a sus soldados de que la causa de la Yihad tenía un carácter sagrado y divino. Llenaba de fuego y odio los corazones de quienes lo escuchaban. Envalentonaba hasta los más miedosos y convertía en asesinos fríos a los más bienaventurados. Husaam era un líder nato.

OPERACIÓN TEMPESTAD  #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora