La vida es un drama espeluznantemente real. Eso pensó Kalliope cuando entró en su instituto. Y no se refería a la típica tragedia adolescente de verse forzado a estudiar, para nada. Porque Kallie no era alguien típico, para nada. Ella se refería a que llevaba el curso entero sin escribir; no estaba inspirada. Normalmente, con asistir a las clases y ser una alumna "normal" bastaba, junto con sus seguidas tardes despejadas estudiando en aquel abandonado estanque que había sido siempre su lugar favorito. Para Kallie escribir era fácil y necesario, como respirar; automático. Y no es que fuera la primera vez que se encontraba bloqueada, pero normalmente volvía a tomar aire en su papel con mayor rapidez. Sin embargo, era más que eso incluso, era como si tuviera un mal presentimiento. ¿Y si no volvía a escribir más? ¿Y si su afición más amada, que para ella era mucho más que una simple afición, había terminado ahí? Se negaba a pensar que una acción llevada desde la infancia como algo vital e insustituible pudiera irse de su ser tan llanamente. Pero, entonces, ¿cómo se explicaba este agobiante bloqueo?
En este mar de incesantes y ahogadores pensamientos, Kallie suspiró muy profundamente. De todos modos no tendría mucho tiempo más para prolongar su sufrimiento, pues segundos después sonó la campana de clase.
Entró apresuradamente en el edificio,pues no le gustaba ser impuntual, y una vez se sentó en su lugar comenzó a llevar su jornada como más amenamente pudo. Sí, estaba centrada, pero no paraba de sentir una ansiedad que la despistaba de rato en rato, haciendo que su mirada volara por la ventana contigua a su mesa.
-Kallie...Kallie, ¡Oye, Kal!
-Oh...¿sí? Discúlpame Sam...¿necesitas algo? -le contesté con desgana a mi acosad...compañero de clase, quien se había apropiado del sitio de mi mejor amiga hoy ya que se encontraba enferma.
-M-me...preguntaba...Solo me preguntaba qué mirabas allí -indicó el lejano paisaje a través de la ventana con un cabeceo nervioso bastante patético. Yo miré al mismo lugar, aturdida.
-Eh...No sé, no miraba nada, ¿qué pasa con eso? -pregunté seca.
-Nada, simplemente...
-Mejor atendamos a la clase, que bastante me he distraído ya. -le interrumpí. A lo que él asintió aún algo nervioso mientras dirigía su mirada de nuevo al frente.
Sam Burlock, un chico con el que comparto clase desde hacía dos años. Dos cursos enteros en los que no ha parado de perseguirme con su incesante nerviosismo hacía mí.Pero, ¿qué le pasa a este chico? Y no es que me gustara tratarlo así, la verdad, pero ya no aguantaba más que siguiera comportándose de la misma manera después de tanto tiempo. Y sí, era guapo y bastante ciertamente. Según muchas, el más solicitado de nuestro curso. Pero eso era precisamente lo que quería evitar; una distracción de tales dimensiones. A ver, soy humana, no es que no me atraiga nada.Simplemente no quiero tener ese tipo de pajaritos en la cabeza, debo centrarme en mis estudios, en escribir...Si es que podía volver a escribir, claro. ¡Seguramente él tendría parte de culpa en mi bloqueo!
Suspiré. Ni yo misma soportaba esa parte de mí, podía llegar a ser tan irritable...Y ese chico, aunque sí merecía más de una llamada de atención por su acoso, lo que no merecía en absoluto era que yo la tomara con él por una "crisis de diva". En fin, cuando acabó la clase, me limité a levantarme ya decirle adiós con una sonrisa discreta, pero sincera. Tenía que irme rápido ya que me tocaba en el Laboratorio, pero me dio tiempo a ver su amplia sonrisa en respuesta, radiante, que dejaba ver unos hoyuelos que lo hacían adorable. Seguí caminando y resoplé poniendo los ojos en blanco, agité la cabeza y continué mi camino.
Cuando llegó el descanso, tuve que pasar el recreo sola. Tampoco es que me importara demasiado, pero me faltaba mi amiga de siempre. Ignorando eso, me quedé en una mesa bastante alejada dentro de la cafetería a comer, donde saqué el móvil y comencé a leer bocetos de historias sueltas que tenía desde hacía un tiempo. Pensando que de esa manera quizás lograría salir de la "crisis".
Me tomo muy en serio todas mis historias, incluso aunque no terminen por llegar a nada. Al fin y al cabo son como pedazos de mí misma, con cada historia decía un poco quien era.
Y tan metida estaba en mi trabajo, que ni siquiera noté la presencia de una joven a mi lado. Es más, se había sentado en la misma mesa y me miraba fijamente. Cuando levanté la mirada al notarlo, seguí tensa pues me habían interrumpido, pero al mismo tiempo me relajé ya que se trataba de alguien conocido; mi vecina Sarah. Una chica alegre, quizás a veces agobiantemente alegre, menor que ella tres cursos.
-¿Qué haces? -preguntó curiosa
-Mh, solo escr...leer -contesté molesta, más conmigo misma que con la otra muchacha.
-Qué raro -rodó los ojos con ironía en sus palabras, para luego reírse. Sonreí, tenía una felicidad inmutable contagiosa -Te vi sola y decidí venir a acompañarte un rato -volvió a sonreír, ya me comenzaba a costar seguirle el ritmo alegre-Hoy no ha venido Julie, ¿cierto? - simplemente negué con la cabeza. -Pues te acompaño un rato más -ahora sí que ya no pude mantenerle más la sonrisa, ¿no se le cansaba la cara? ¿Tendría grapas en los mofletes? En fin. Ante mi seriedad, pausó un momento para concluir:
-Bueno, mejor nos vemos a la salida y así vamos juntas hasta casa, ¡Nos vemos! -y se fue con la misma sonrisa imborrable con la que apareció. Si es que espanto hasta alas niñas...Mi malhumor no tiene remedio.
Tras tres horas más de clase tocó la campana y salí, dejando de nuevo atrás a los hoyuelos de Sam.
Y cuando llegué a la puerta allí estaba Sarah, tal y como había dicho, para ir caminando juntas.
Permanecí la mayor parte del trayecto en silencio, sumida en mis cosas, mientras mi pequeña acompañante me bombardeaba de información sobre su nueva clase. Tenía suerte,pues ella no tenía a un Sam acosador que ya no sabía ni como evitar. Hasta que un comentario suyo llamó por fin mi atención verdaderamente. Por lo visto iba a llegar pronto una chica nueva a nuestra ciudad y, por consecuente, estaría en nuestro instituto. A ver, ya lo sé, no es que fuera el dato más interesante y excitante del mundo. Pero la verdad es que cualquier cosa nueva en esta insípida etapa de mi vida habría despertado mi curiosidad. ¿Qué tenía eso de malo?
Sarah se paró en seco casi terminando el camino a casa. Yo seguí despistada hasta que me percaté y paré de igual manera.
-¿Y bien? ¿Te ocurre algo? -pregunté con una expresión interrogante.
-¿Hoy no vas al estanque? -Ah, claro. El estanque, mi sitio para escribir.
-No, hoy no.
-Oh, de acuerdo -se mostró confusa un momento, para luego volver a esa insufrible sonrisa y a su verborrea constante. Era normal que se extrañara, pues a partir de ahí siempre había seguido sola durante los últimos casi ocho años.Acostumbrada a verme ir por la intersección hacia la derecha que llevaba a aquel abandonado y, para mí, pacífico lugar.
Finalmente llegamos a casa y yo me despedí cortante; estaba tremendamente agotada. Solo era principio de curso, así que me tomaría un descanso y tan solo me tiraría ala cama a dormir, quizás leer algo antes.
-Así que una chica nueva -bostecé,viéndome sin fuerzas siquiera para leer algo. Me preguntaba como sería ser alguien nuevo en un sitio completamente desconocido. Y comencé a imaginarme cómo podría ser una persona que viviera eso.Y mientras me sumergía en mi imaginación, caí rendida en un profundo sueño.
ESTÁS LEYENDO
More than words
Teen Fiction¿Saben? Escribir es como confesar. Cuando comienzas a formar la primera letra en el papel, ya sabes que estás perdido, que es inevitable sentir lo que ya en el papel has soltado. Ya no importa lo mucho que intentes ignorarlo; has hablado, y tus pala...