El Brote y El Contagio

42 5 1
                                    

En un lugar no muy conocido, alejado de luces y sonidos modernos, una mujer con 17 fríos inviernos vividos y miles de lágrimas derramadas, un ángel de piel clara con caireles oscuros como el derrame juguetón de tinta negra, ojos brillantes del color de un precioso bosque en la mañana, Una musa con cuerpo imperfecto y gustos fuera de lo común que al abrir aquellos relucientes ojos color verde, era parecido al florecer de un capullo. Sus blancos y frágiles brazos llenos de marcas de desahogo, sus ojos rojizos por el paso de lágrimas rogantes de consuelo y su sensible rostro inevitable de ocultar aquella tristeza y desesperación que ese ángel padecía a diario era fácil de notar. No eran novedad aquellos pensamientos de desprecio hacia si misma, aquellos sentimientos negativos que la llevaban al deseo de desaparecer de aquel lugar, de aquella vida sin sentido.

Ella caminaba sobre aquel territorio rural entre calles y avenidas cada tarde soleada, dirigiéndose a su colegio, a lo que ella visualizaba como el paso que un criminal hace hacia la cárcel, no por el aburrimiento que el paso del tiempo que durante las clases pasaba, no por las motivaciones repetitivas que los profesores realizaban, si no, por aquellos ignorantes con mente estrecha y narcisista, títeres cobardes y egoístas que conviven ahí, en ese reclusorio de conocimientos y a la ves de humillaciones.
Como todos los días, como su rutina lo dictaba, debería soportar el dolor que aquellas bestias provocaban en su mente y en su débil cuerpo suave y herido por esos demonios sin piedad día tras día.

Ella y su eterna amistad con la soledad, aburrida de su rutina de golpes e insultos que los demonios en su reclusorio de conocimientos le padecían, aquella musa dulce, tierna y torpe, cansada de su batalla diaria, sintiéndose culpable de ser un virus dañino, culpándose de su inutil existencia.

Ella, en un día oscuro, un día en que el cielo sollozaba furiosamente a su lado, prediciendo el nostálgico evento, subío los escalones del más alto edificio con la velocidad de un atleta perfecto, con la desesperación de un loco, con aquellas Esmeraldas en sus ojos derramando ríos de tristeza, aquel ángel divino miro hacia el abismo y sin abrir sus alas rotas, polvosas y faltantes de suaves plumas, su cuerpo desprotegido cayó sobre el suelo.
Ese fue el momento en que sus heridas suplicantes cicatrizarán y su dolor por fin alcanzara la paz. Poco a poco sus tiernos ojos brotantes de ternura se cerraron, su indefenso corazón dejo de latir, y mi mundo... dejo de moverse. Mi musa, mi diosa, mi enfermedad más satisfactoria, mi bella doncella, mi ángel, aquella ladrona de mis sueños y suspiros, y a la ves la asesina de mi infeliz corazón...

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 09, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Oscuro OlvidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora