capitulo i: a little bit closer

1.8K 101 21
                                    

pov kris.

Me acerqué a la encimera de la cocina, y cogí una tostada empapada en mermelada de fresa. Seguro mamá la había hecho antes.

Mordí la tostada mientras revisaba mi teléfono, chequeando los mensajes de mi mejor amiga, Camile. Parloteaba con errores gramaticales graves sobre lo tarde que se me hacía.

Miré la hora, pues no era tan tarde. Las clases empezaban en veinte minutos, aunque tenía treinta. No hacía mal llegar un pelín pasada de la hora.

Mis rodillas llenas de moretones fueron cubiertas por unos pantalones anchos, algo grunge, con una camisa hasta la cintura de tono oliva y unos zapatos nike bastante cómodos.

Sujeté mi cabello rojizo en una coleta alta, y terminé mi desayuno en poco tiempo. Ya de un momento a otro estaba llegando al instituto.

°-°-°-°-°

—¡Pero toda la vida! ¿No sabes llegar tembrano?

Rodé los ojos.

—Eres mi amiga, Camile, no mi mamá. Así que no me jodas.

Soy nueva en este pequeño instituto de pueblo. Es muy simple. Nada como mi anterior colegio.

Mis padres se divorciaron, por lo que mi hermana y yo tuvimos que mudarnos con mamá a la casa de mi abuela.

Mi hermana es tan solo un año mayor que yo, y está cursando el último año ya. A mí aún me faltan dos, ya que estoy algo atrasada por problemas de niña. Realmente odiaba ir a clases.

Pude divisar a Jess, mi hermana, con su resplandeciente cabello castaño y su bronceada piel, charlar animadamente con sus amigos.

No eramos muy unidas. Ella era bastante superdotada, y yo era bastante torpe para los estudios. Al parecer su superioridad llega a un punto que no me ve como digna de una conversación.

Camile farfullaba cosas que realmente no podía oír, porque me hallé perdida en una chica que caminaba torpemente por el camino que daba a la entrada.

Vestida recatadamente, con un pantalón ajustado y un polo algo prep, acompañado de unas sandalias delicadas.

Su cabello era azabache, al igual que sus ojos, que parecían penetrar el alma con tan solo una mirada. Su piel era pálida y nívea.

Parecía una hada danzante, no debía medir más de un metro sesenta y cinco, en contraste de mi buen metro setenta y ocho.

Su cabello se hallaba recogido en un moño descuidado, y parecía estar repasando un examen mientras jugaba nerviosamente con un mechón de cabello que caía por su frente, mientras se mordía el labio con un aire distraído.

De repente, pareció notar mi mirada, porque subió la suya hasta la mía. Se quedó en piedra, al igual que yo, y juraría haber visto un deje de tono carmesí en sus mejillas.

—... Y no entiendo el problema. Estar en pro al aborto no te hace una regalada con ganas de abrir las piernas. ¿Y si lo fuera, qué? Tengo el derecho de elegir...

—Cálmate —le mascullé a Camile, observando de reojo como la chica misteriosa era besada en la mejilla por un chico—. ¿Quién te dijo eso?

—La puritana de Sally Rodriguez. Te lo juro, desearía partirle la cara...

—Te van a salir arrugas, corazón —me burlé, colocándome unas gafas con forma de corazón—, relaja tu pelvis.

Camile sacudió su cabello castaño oscuro, mascullando una mala palabra en lo bajo. El sol lograba que su piel achocolatada brillara de una forma inusual, y me hizo sonreír.

De no ser mi amiga ultra hetero, intentaría algo con ella. Y con la batbilla en alto, ambas nos adentramos en el instituto.

pov. rachel

Si realmente quería estudiar medicina, debía mejorar mis notas. No podía seguir permitiéndome un ocho en física. Observé mi examen, casi al borde de la histeria.

—Relájate, O'Leary —se mofó mi profesor, apoyándose a su escritorio—. Fuiste la mejor nota.

—Si hubiese sido la mejor, sería un diez —dije arrastrando las palabras.

—No intentes ser perfecta —me dijo mi profesor, a pesar de que lo estaba fulminando con la mirada—, es una buena nota.

Cogí mis cosas y me marché a penas sonó el timbre. Estaba de un humor de perros, la verdad. Mis padres solo aceptan diez, un nueve de vez en cuando.

Me soné la nariz. Soy demasiado sensible. Entre toda mi rabia terminé chocándome con alguien.

—¡Ten más cuidado! —le grité. Había hecho que casi me cayera, y caerse en mi instituto es peor que la muerte.

—Wou —exclamó ella, alzando las manos—, cálmate, dulce de leche.

Era la misma chica que me había estado mirando en la entrada. Sin duda, tenía esos aires de chica mala.

Tenía un tatuaje en forma de flor en la mitad de su clavícula, cabello rojo entre anaranjado y fuego, labios bastante gruesos y cubiertos por un labial rojo mate.

—Lo... —tosí— Lo siento, no estoy de buen humor.

—Que sorpresa —dijo sarcástica, aunque en sus ojos no había deje de superioridad, ni malicia. Eran... Cálidos.

—Lo siento —volví a decir, volviendo a encaminarme al comedor, pero ella me detuvo.

—Disculpa, ¿Cómo te llamas?

—Rachel —respondí, enarcando una ceja—. ¿Por qué?

—Oh, por nada...

Su sonrisa era extraña, al igual que el guiño descarado que me lanzó al alejarse.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 09, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

next to me; lesbian.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora