Capitulo 2

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Narra el tío Tyson

Mi enfermedad me está matando lentamente, y lamentablemente no puedo hacer nada al respecto. Cada vez mas me queda menos tiempo y me preocupa el bienestar de Guillermo, mi protegido. 

Siempre supe que para aquel pequeño nada fue fácil desde que falleció su madre. Su padre, luego de perder a su mujer, se volvió alcohólico y ya no prestaba atención a su pequeño que siempre llegaba con muchos cortes y moratones a su casa. 

Mi primo nunca supo cómo superar aquella pérdida, y la vida de Guillermo me preocupaba. Fue por eso que él ahora esta aquí conmigo, pero sé que no es feliz. Aunque ya no vino nunca más lastimado del colegio ni de la universidad, me preocupa demasiado su situación. Los múltiples intentos por suicidarse nunca acaban y yo siempre lo regaño, pero nunca es suficiente para él. 

Siempre recuerdo el primer cumpleaños que pasó Guillermo en mi casa. Habían pocos invitados pero su padre estuvo ahí. Había dejado de beber porque sabía que no era digno de un padre darle ese ejemplo a su hijo pequeño. Guillermo estuvo toda la fiesta callado pero una pequeña chispa de alegría se le escapó al ver el gran pastel de cumpleaños que había encargado para aquella ocasión. ¡Comió pastel! ¡Y vaya si lo recuerdo! Con sus diez años de edad se había ensuciado toda la camiseta y el rostro con la cobertura de pastel. Pero se emocionó aun más cuando todos empezamos a entregarle los regalos. Yo le regalé un computador portátil, estaba seguro de que sería una buena distracción para el muchacho. Muchos de los invitados le regalaron ropa, dinero u alguna otra cosa que sería útil para Guillermo. Pero cuando llegó el momento de que el padre de Guillermo le diera su regalo, el ambiente cambió. A el pequeño Guillermo se le apagó esa chispa y miró con tristeza a su padre mientras éste le decía agachado a su lado: "Guille, mi pequeño hijo. Sé que desde que murió tu madre me eh comportado como un completo imbécil y me arrepiento mucho de cada día que pasé sin estar a tu lado, ayudándote. Sé que es poco pero es todo lo que tengo- dijo entregándole un pequeño sobre el cual contenía apenas algunos billetes-. Quiero que seas feliz, hijo mío, y espero que sepas perdonarme. Feliz cumpleaños, pequeño". Recuerdo que Guillermo, luego de coger el sobre en sus manos y ver su contenido, lo arrojó al suelo levantándose para ir corriendo a su habitación, enfadado.

Guillermo nunca supo perdonar a su padre hasta hace sólo unos pocos meses. Su padre sufrió un accidente en su trabajo en la fabrica dónde había empezado su nuevo empleo. Guillermo quedó destrozado ante lo ocurrido, y fue entonces cuando empezó con sus ideas suicidas y sus tantos intentos en hacerlo. Nunca le gustó hablar de sus padres, de la suripanta de su madre y del alcohólico de su padre. Entiendo que fue duro para él. 

Guillermo, al día de hoy, se junta demasiado con sus dos amigos, pero apenas hablan. Las veces que los invitó a la casa sólo se sientan en el salón y cada uno esta en su propio mundo con sus respectivos móviles. Pasan unas horas así, se saludan y se van. 

Llevé al muchacho a varios psiquiatras, pero ninguno sabe cómo solucionar el problema al que se enfrenta a diario Guillermo. Derivaciones, medicamentos. Nada sirve.


Mis días se terminan y no quiero que mi muchacho se quede sólo. Necesito que lo cuiden y tengo a la persona indicada para ésta tarea. Es mi sobrino, Samuel. Él egresó de la universidad el año anterior. Sé que es muy responsable y sé que va a poder lidiar con Guillermo cuando yo ya no esté. La paciencia que tiene Samuel es enorme y eso es una ventaja, porque Guillermo no es un chico sencillo. 

Hablar con mi sobrino sobre el tema no fue complicado. Entendió de inmediato la situación y aceptó en seguida. El día en que vino para arreglar los últimos asuntos de su mudanza a mi casa, Guillermo estaba en la universidad. Sabía que quería impedir que le pusiera un tutor y elegí un día en el que él no estuviera estorbando como un niño pequeño. Samuel se mudaría mañana mismo a mi casa para ir familiarizándose con Guillermo y con su comportamiento. También, le dejé una tarea muy importante pero secundaria a mi sobrino: el dictar las clases que yo daba en la universidad de Guillermo cuando yo ya no estuviese. Recién empezaba el año y no sería un problema cambiar de profesor en sólo unos meses de clases. 

A pesar de que mi vida estaba acabando lentamente, me apresuré para que todo estuviese en orden para cuando yo ya no esté en el mundo. Y para Guillermo, sabía que la mejor opción era Samuel.

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Y hasta acá dejo el capitulo de hoy.

Espero que les guste y nos vemos mas tarde o mañana con mas!

Un bezaso, un saludo y chau chau! 

Debuh z4

Mucho mas que un amor prohibido (WIGETTA LEMMON) [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora