Treinta: Otra vez

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La miré un segundo y sonreí.

-Creo que no me conviene decírtelo.

-¿Por qué?

-Porque puede que si lo hago ya puedas olvidarme, y no quiero eso.

Ella se sonrojó levemente, suspiró. -Es imposible olvidarse de ti. Créeme que lo intenté, muchísimo, hice de todo. Ya casi lo lograba... -habló con melancolía.

-¿Y?

-Se te ocurrió la brillante idea de aceptar dar clases por un mes en la Royal Academy.

Dejé escapar una risa justo antes de que la llegada de la comida nos interrumpiese.

Ambos comimos en un silencio que solo se vio interrumpido por algunos comentarios banales, acerca de la comida. El tema que estábamos por tocar parecía haber quedado en pausa. Era un hecho que ninguno de los dos deseaba hablar de eso durante la comida.

Una vez ambos hubimos terminado, nos quedamos en silencio. Los dos sabíamos muy bien de que hablaríamos ahora, pero ninguno sabía cómo iniciar.

Un par de segundos después, Leanne habló:

-¿Tienes novia?

Yo no sabía si reír o llorar ante aquella pregunta. Para mí, la estaba intentando conquistar de manera descarada, por lo que debía ser obvio que no tenía novia. A menos claro, que pensara lo peor de mí.

Sin embargo, sabía que tan solo había sido una manera de romper el hielo. Ella no era tonta, sabía la respuesta a esa pregunta. Además, una pregunta imprudente en ella era algo extremadamente raro.

-No, no tengo. Pero si tuve... hace ya algún tiempo -noté como su seño se frunció ligeramente.

-¿Y qué pasó?

-Me dejó.

-¿Por qué?

-¿Quieres saberlo en serio?

Se notó confundida. -Eh... sí, claro.

Sonreí ladeadamente, preguntándome cuál sería su reacción al escuchar lo que estaba a punto de decirle. -Siempre llevaba una vieja foto tuya en mi cartera -ella abrió los ojos con impresión. -Un día Melissa la descubrió, y enfureció. Me dijo que me olvidara de ella o de ti, que botara la foto.

Leanne estaba totalmente abochornada, y llevó sus manos a su rostro. -Ignazio, ¿Es en serio?

Asentí. -No he podido deshacerme de ella... Mira -saqué mi billetera de mi bolsillo y se la extendí, para que viera la pequeña foto tamaño carnet que aún yacía ahí. -Aquí está todavía.

La tomó apenada. -No puedo creerlo. ¿De dónde la sacaste?

-Estaba sobre la mesa de café, tu mamá me descubrió viéndola y me dijo que la conservara.

Sonrió un poco. -Ella, siempre. Sí... recuerdo esta foto, las necesité para la inscripción del colegio...

Sabía que ahora era mi turno de preguntar, pero no quería hacerlo. No soportaría la idea de imaginarla en brazos de otro.

Sin embargo, la curiosidad me pudo. -¿Y qué hay de ti?

-No tengo novio. Y tampoco lo tuve, en realidad.

-¿De verdad?

-Tuve varias citas... y rechacé dos propuestas de noviazgo -soltó una risita.

-¿Y por qué? -pregunté con una sonrisa. Sabía la respuesta, pero quería oírla de sus labios.

Paura D'Amare [Ignazio Boschetto]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora