Capítulo 22: Vacío

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  ¡Buenas noches señoritas! Sé que estas horas no son para actualizar, pero recién terminé el capítulo y sentía la imperante necesidad de venir a dejárselos para que se enteren de las maldades que se vienen para lo que resta de historia XD Ya habiendo realizado mi cometido, se los dejo y ya me dirán qué opinan al respecto. ¡Nos vemos en la próxima actualización! Au revoir~ 

*-*-*-*-*

—¿Estás seguro de que no hay problema con que me quede aquí? —preguntó antes de cruzar el umbral, con su celeste mirada puesta en quien le había abierto la puerta hacía apenas unos segundos. No estaba completamente seguro de si lo que estaba haciendo era lo correcto.

—Este departamento es bastante grande y hay espacio suficiente para dos personas —era cierto. Ese sitio era incluso mucho más amplio que donde vivía Kagami; pero no sorprendía si consideraba que ese italiano era el hijo de una de las familias más pudientes de toda Europa.

—Tienes todo bastante ordenado —Daiki al fin entró, cerrando la puerta—. Aunque el diseño es bastante simple —estaba esperando más de los estrafalarios gustos de un ricachón pero solamente hallaba normalidad y un gusto promedio en la decoración de interiores—. ¿Y ese tal Hadrien ya se fue?

—Sí, para fortuna nuestra —nada de malo tenía en encender el televisor y tumbarse en uno de los dos sillones que existían en la sala que estaba a un par de metros de la entrada a su departamento—. Sus padres le llamaron la atención por haber falsificado un permiso para faltar a clases.

—Las estupideces que hace por estar metido todo el día con Axelle —tomó asiento. No tenía interés en ver el programa que Marko había seleccionado para la tarde, pero sentía la obligación moral de acompañarle.

—La cocina está cruzando la puerta que tienes a un costado y los dormitorios están al final del pasillo. Y descuida, cada habitación cuenta con baño propio, por lo que no estaremos peleando por ello.

—Creo que lo primero será que vaya por mis cosas —decía el moreno con cierto desgano.

—Le diré a Axelle que mande todas tus pertenencias en un taxi —era buena idea, pero existía un pequeño detalle.

—¡Idiota, no dejaré que esa mujer empaque mi ropa así como así!

—¿Alguna prenda comprometedora que la hará pensar que eres un depravado? —estaba sonriendo muy burlonamente y Aomine solamente quería quitarle ese gesto.

—¡Claro que no! —era sólo que le daba vergüenza que una tía se hiciera cargo de sus cosas—. Lo haré yo mismo así que no le digas nada.

—Oh, pero le acabo de mandar un mensaje... Y mira, hasta me ha respondido con una imagen —el peli azul se acercó para ver la foto en cuestión. Esa bribona le había mandado una fotografía de uno de sus boxers más vergonzosos; esos que te regalan en navidad tus padres sin pensar en las consecuencias.

—¡¿...?!¡Pequeña...! —los insultos se le atoraban en su garganta sin compasión alguna.

—Con Axelle cosas como estas no funcionan, Daiki —si la conocía de toda la vida por algo—. Y sigue enviándome más de cada prenda que tienes.

—¡Esa pequeña sinvergüenza va a pagar por lo que está haciendo! —mientras él se colerizaba, el castaño se reía de la situación que su querida amiga estaba creando—. ¡Y tú deja de reírte maldito!

Y como bien dijo Turletti, sus maletas llegaron en un taxi, sanas y salvas, y lo mejor de todo, completas. Ahora lo que le restaba era repartir sus pertenencias dentro del armario con el que contaba su nuevo cuarto. ¿Quién pensaría que se mudaría tan rápido y que su padre continuaría lo suficiente mosqueado con él para seguirle negando el regreso a su propia casa?

Guilty PleasureDonde viven las historias. Descúbrelo ahora