Capítulo 10: Un auténtico soldado

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-¿Te parece bonito dejarme aquí tirado mientras tú te vas sin decirme nada?-me sermoneó Karter cual esposa abandonada-. Tú por ahí, cumpliendo misiones, mientras yo me quedo aburrido aquí, entrenando todos los días. Es injusto.

Al día siguiente de mi llegada, tras darle un informe detallado de lo que había sucedido durante el viaje a Hatik, Karter me asaltó en un momento de descuido. Parecía que estaba ansioso por saber qué había sido de mí en los días de mi ausencia, y no me quedó otra más que acceder a contárselo todo en la taberna con una jarra de cerveza en nuestras manos. Eso sí, lo primero que hice fue pedirle que me prometiera que esto no saldría de nosotros y que el único que podía saberlo era Trent.

Le hablé acerca de la misión, de cómo tuve que seguir a Artrio hasta Merenter sin dejar que me viera pero sin perder contacto visual con él, de cómo le asaltaron unos maleantes cuando se dispuso a cruzar el puente... Karter escuchaba atento mis palabras, sin decir ni una sola palabra para no interrumpir mi historia, mientras bebía pequeños tragos de la jarra de cerveza que había pedido que le llenaran por segunda vez.

-Y ahora, ¿qué ha ocurrido por aquí durante mi ausencia?-pregunté al concluir con mi historia.

-No gran cosa, si te soy sincero. Algunos reclutas han acabado siendo meros guardias de la ciudad por no ser capaces de seguir el ritmo de los demás-dijo riéndose antes de dar otro trago, más largo que cualquiera de los demás, a la cerveza-. Bueno, espera, sí hay algo que deberías saber-mi desconcierto se hizo notable y mi interés por lo que tenía que decir creció-. Mañana el capitán nos asignará un escuadrón en el ejército y seremos auténticos soldados por fin.

Aquella noticia me ilusionó bastante. Por fin dejaríamos de ser reclutas, la mierda más baja del ejército, y seríamos soldados de verdad. Pero aun tenía algo que decirme, lo cual me impactó bastante más:

-Cabe la posibilidad de que uno de los dos, o ambos, vayamos al asedio de Kryn. Quizá el escuadrón al que nos asignen vaya a ir con el resto del ejército a la batalla. Así que puede que estés convocado a entrar en algún destacamento si tu escuadrón irá.

-¿Cómo voy a estar convocado para una batalla real si apenas he entrenado con el resto del grupo?-pregunté negando con la cabeza. No quería hacerme a la idea de que fuese a unirme a ningún escuadrón tan temprano. Y no era por miedo, pues tenía ganas de combatir y saber lo que era capaz de hacer, pero era imposible que el capitán quisiera que le acompañara a una escaramuza sin tener la suficiente preparación.

-Tu potencial se conoce desde el día de las pruebas, y has hecho más misiones que la mayoría de nosotros.

-Mi única misión fue vigilar a una persona, y no corrí peligro real en ningún momento.

-Te enfrentaste a unos bandidos-discrepó Karter.

-Estaban centrados en herir a Artrio, yo simplemente aproveché el factor sorpresa para dispersarlos-comenté encogiéndome de hombros con indiferencia-. Y dos escaparon, recuérdalo.

-¡Hiciste que huyeran!

-¿Quieres dejar de convencerme? No creo estar preparado para combatir en una batalla real y punto.

Karter se dio por vencido y regresó a su única preocupación: beber. Nos mantuvimos callados por unos segundos hasta que decidí romper el silencio con una pregunta que llevaba un buen rato rondándome por la cabeza y a la que no conseguía encontrarle ninguna respuesta.

-¿A cuántos hombres piensan movilizar?

-Desde Arstacia irán mil soldados-respondió Karter, aunque no se quedó ahí-. Pero la cosa va a más: Nos reuniremos con más de diez mil soldados venidos de otras ciudades.

El precio de la libertad: Sueños de grandezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora