Capítulo 40: Enlace covalente

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-¿Daniela? ¿Qué haces aquí?

-He venido a visitar a Félix.

-Oh ¿Y cómo está?

-Por el momento parece que el nuevo colón no muestra rechazo a su cuerpo. Lo están despertando lentamente del coma para que su cuerpo vaya volviendo a funcionar poco a poco.

-Me alegro, Daniela.

-Gracias.

-¿Sabes dónde está Berto? Me ha dicho que se iba y que volvería en cinco minutos, pero ya hace más de una hora que no lo veo.

-Lo he dejado vigilando a Desiré.

-¿A Desiré? ¿Qué le ha pasado algo?- Daniela se quedó alucinando en ver como Diana dentro unos minutos entraría en el quirófano para darle un trozo de su vida al chico que amaba y aun así su corazón seguía preocupándose por sus seres queridos. Daniela le sonrió y cogió una de sus manos para darle un apretón reconfortable.

-No, ahora está bien. ¿Y tu? ¿Cómo estás?

-Mientras Adam siga vivo yo estaré bien.- Diana miró la entrada de la UCI, dónde tanto Félix como Adam estaban bajo vigilancia.

-Diana...- Daniela captó la atención de la chica y le susurró.- Sé que quieres darle tu pulmón a Adam.- La muchacha de cabellos pelirrojo intentó reprimir un ruidito de sorpresa, pero su garganta le falló.

-Daniela yo...

-Tranquila. No vengo aquí para intentarte convencer de nada.

-¿A no?

-Nops.- Daniela mostró una de sus sonrisas, y eso a Diana le hizo fruncir todavía más su ceño.- Vengo apoyar a una amiga que estoy segura que tiene que estar muerta de miedo.

-Para ser honestas... Sí. Tengo un poco miedo.

-Estás cagada de patas abajo ¡Confiésalo!- Daniela le acusó con su dedo indice y ambas rieron.

-¡Está bien! ¡Estoy muerta de miedo! Creo que en mi vida he tenido tanto miedo como lo estoy teniendo en estos momentos.- Diana se llevó la mano de Daniela en su corazón y la muchacha comprobó como su corazón iba a una enorme velocidad.

-Tía, estás atacada.

-Lo sé.- Los ojos de Diana comenzaron a llenarse de lágrimas inesperadamente, y empezaron a caer sin previo aviso.

-Ey, Diana...

-Estoy bien, tranquila.- Diana soltó una ligera risa mientras se limpiaba sus lágrimas que se había vuelto oscuras por el maquillaje que arrastraba todavía de sus ojos.- Soy una bipolar. Estoy llorando y estoy riendo al mismo tiempo y ni siquiera sé ni que estoy diciendo ni que estoy haciendo con mi jodida vida.

-Estás haciendo lo que tu corazón te está suplicando.

-Daniela...

-Diana, escúchame. Sí estuviera en mis manos, te metería dentro de un pozo a cinco mil metros de profundidad y no dejaría que entrarás a esa sala dónde vas a poner tu vida en juego. Te juro que lo haría, pero... Está noche he tenido una pesadilla. La peor pesadilla de mi vida. He soñado que vivía en un mundo dónde Félix no vivía. Y te juro, que jamás en mi vida me he sentido más rota como me he sentido en esa pesadilla.- Daniela notó como su voz se había fracturado en mil pedacitos, como un cristal al caer al suelo.- Sé que tienes miedo, pero es normal. Es normal tener miedo a que la persona que le da un sentido a la vida esté colgando de un hilito muy finito que decidirá sí seguirá a tu lado o no. Tu no temes a morir, Diana. Tienes miedo a perderle. Y eso no es estar loca. Eso es ser humano. Pocos de nosotros llegamos a enamorarnos de esa manera en que serías capaz de dar tu vida por otra persona, y esas personas te repito: No están locas. Son las mejores personas que una se puede encontrar. Y yo conozco a un par de chicas que están como un majareta y que me encantan.

Perdona pero, te vas a enamorar de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora