Cap. 1

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— "¿Por qué la mayoría de veces no estamos destinados a estar en donde el tiempo y el lugar lo amerita?, ¿Por qué no simplemente... morir?

Porqué, tener que estar sujeto por aquella alianza familiar en la que sólo mi Dios... Ra, sabe que muriendo es la única forma de escapar.
Simplemente es solo, morir.
Morir para luego renacer... Es lo que aun no lo entiendo." - leía el ultimo pensamiento escrito en papel y con una tinta color rojo, el ultimo recuerdo de su madre antes de que esta muriera por causas desconocidas.

Él, un muchacho de por lo menos 15 años, piel blanquecina, cabello de tres tonos distintos, negro para el centro, morado para el contorno y rubio, para su flequillo, junto con unos ojos exóticos; como unas hermosas gemas amatistas las cuales soltaban lágrimas mientras lloraba en silencio por su difunta madre, viendo una imagen de ella mientras la abrazaba.

-Yugi, qué es lo que estás haciendo?- preguntó un hombre alto y fornido, cabellos negros y ojos color sangre, quien sólo veía con furia y asco a aquel chico llamado Yugi.

-Nada padre- respondió Yugi bajando la mirada para limpiarse las lágrimas, para luego poder guardar la imagen en su bolsillo, pero no pudo cumplir su cometido ya que su padre lo agarró del brazo y lo levantó bruscamente.

-¿Cómo que nada?- dijo irritado, agarrando con la otra mano los cabellos del oji-amatista para que lo viera a la cara - estabas llorando verdad maldito- dijo para luego aventarlo con brusquedad al piso- ¿qué te he dicho? Solo las mujeres lloran, un hombre jamás lo hará -.

-S-sí..- dijo apenas audible Yugi, mientras no se movía de donde estaba. Porque él sabía de antemano lo que le pasaría si lo hacia.

-Por qué Dios me dio a un chico tan delicado- se quejaba el padre de Yugi, quien ahora se sentaba en el sofá, el cual estaba en frente de donde Yugi estaba- hubiera preferido a una niña... Que a esta basura... ¡Anda levántate y prepárame la cena! Solo eso sabes hacer bien -.

Dicho esto Yugi salió corriendo de ahí. No lo quería escuchar, aunque siempre era lo mismo, él llegaba a la casa y lo primero que hacía era insultarlo por todo.
Desde que su madre había muerto su padre siempre llegaba o borracho o con alguna mujer, y que su santa madre lo perdonará , pero rezaba a los dioses para que siempre pasara la segunda opción ya que, cuando traía a una mujer siempre se olvidaba de su existencia.

Después de todo lo ocurrido el hombre salió de la casa a seguir malgastando el dinero. Llegaría cuando ya tuviera sueño, o cuando el dinero se le hubiese acabado, oh sea, a eso de las 3 o 4 de la mañana o aveces ni llegaba a dormir.

Esas eran las mejores noches.
Sin más, se fue a su cuarto para poder dormir algo pues mañana tendría clases.

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

Era un día soleado en domingo, los pájaros cantaban, los estudiantes iban a la escuela y otros, sólo platicaban para pasar el rato.
Pero, nos centraremos en un chico de cabellera rubia y ojos miel, quien esperaba a el pequeño tricolor afuera de la escuela como todos los días.

-Hola Joey!- llamo Yugi mientras llegaba corriendo hasta donde estaba aquel chico rubio.

-Hola Yug- saludo Joey y mientras también empezaba a correr para llegar al salón a tiempo.

Cuando por fin llegaron al salón se sentaron hasta atrás para no ser molestados y empezaron a platicar después de que se les regularizara la respiración.

-Y bien Yug, como te fue ayer con ya sabes quién?- pregunto Joey mirando a Yugi con duda y también con seriedad

-Como siempre.- se limitó a decir Yugi mirando hacia la ventana- solo que esta vez no estuvo todo el dia.

Cadenas de deudas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora