Paraíso, es la única palabra para describir el sentimiento de tener a sus pequeños abrazados después de creerlos muertos.
-vamos con mamá, no puede casarse con Ían sin saber que estas aquí, vivo... papá...
-No- fue su primera palabra, sabía a vinagre tener que decirla. Tomó un enorme suspiro llevando todo el aire y el aroma posible de sus hijos a sus pulmones, para continuar- ella merece ser feliz, Raziel. No tengo el valor de arruinarle este día.
-¡pero, Papá!- gritó Raziel, con tanta impotencia que estrujó el corazón de Leonardo-¡no sabes lo que ella ha sufrido por ti!... ¡no la has escuchado llorar hasta quedarse dormida noche tras noche!- suspiró y las lágrimas invadieron su inocente rostro y su voz se quebró- solo hasta hace unas semanas dejó eventualmente de llorar, pero por favor, Papá... vuelve.
-no hoy, pequeño- hizo una pausa abrazando al par de niños que tanto ama- ahora deben volver y no levantar sospechas, hay que darle un día feliz a mami y yo tengo cosas que arreglar.
Julia acercó sus labios al oído de su padre y lentamente dijo: -sabía que no te habías ido, papi, yo te sentía siempre- sin llorar, al contrario, con un hermoso brillo alegre en sus ojos lo dejó ir- te veré pronto ¿verdad?
Asintió con un nudo en la garganta y se separó de sus hijos con el dolor de su alma, pero había cosas que debía poner en orden antes de poder presentarse frente a Clarissa una vez mas. Ellos corrieron al interior del templo con los corazones hinchados de felicidad al enterarse de que su padre no se había ido para siempre, que había vuelto por ellos.
***
Dos semanas antes...
Él se encuentra sentado en la cama de su lujosa habitación mientras la hermosa mujer rubia con la que sostiene una relación desde hace varios años -según lo que ella le ha dicho- entra usando un maravilloso vestido azul que deja muy poco a la imaginación.
-Becky, hermosa como siempre ¿A que debo esta sorpresa?, nunca vienes a esta hora, cariño- dijo abrazándola al mismo tiempo.
-quería darte una sorpresa, cielo- ella le echa los brazos al cuello mirándolo con pasión- ¿comemos juntos?
-claro, estupenda idea.
Ella había llevado la comida, pues rara vez permitía que él saliera de la cabaña donde vivía después de haber recobrado la consciencia en un hospital a las afueras de un pueblo alejado de la civilización. El llevaba tiempo con una idea rondando su cabeza y cada vez era mas frecuente, cada vez mas fuerte, cada vez los recuerdos eran mas claros.
-Becky, hemos tenido una relación por varios años, pero...- sopesó sus palabras, intentando hacerlas sonar suaves- ¿Cómo es que no tengo recuerdos de ti aún? Recuerdo un despacho, niños, una enorme casa- pensó dos veces ante de contarle sus memorias de una hermosa morena de ojos almendrados pero decidió no hacerlo- pero de ti... como puede ser posible no recordar nada si eres mi pareja, solo no lo comprendo.
La cara de Rebecca palideció de golpe, una cubeta de hielo fue arrojada en su interior al escuchar esas palabras, sabía la respuesta correcta, pero eso no tenía por qué llegar a oídos de él.
-hay ocasiones en que no es posible traer de vuelta toda nuestra vida anterior.
-pero entonces... ¿Quiénes son esos niños?
-tus hijos- dijo simplemente, Leonardo abrió los ojos a tal grado de casi salir de sus orbitas mientras ella tranquilamente continuó- no había querido mencionar el triste hecho de que fallecieron en el accidente que tuvimos... pero ya es hora de que lo sepas, necesitas recordarlos.