CapItulo I

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CAPITULO I

Ya es once de agosto del 2003, las clases finalmente han comenzado, encajé perfectamente en mi colegio nuevo, realmente me entendí muy poco con mis  nuevos compañeros de clases, en verdad espero que salgan amistades inolvidables, espero. Para así cuando tenga mi familia contarles a mis hijos de toda las locuras que hicimos juntos, claro esa charla será censurada no le contaré todo lo que hicimos realmente. Pero, me estoy apresurando mucho, debería conocerlos mejor, no ilusionarme, no hablé mucho bien hoy a todos, no sé, casi no le preste atención a las clases y no entendí la clase de historia, la profesora explicaba y relataba bien los hechos de la guerra de la independencia pero no pude concentrarme bien, las chicas me miraban mucho, analizándome, si, me di cuenta de eso, pero rápidamente volteaban de nuevo hacia la pizarra con un rubor en sus mejillas, siempre pasa esto conmigo y con las chicas en los colegios nuevos, no sé porque.

Esta es la cuarta vez en 2 años que soy un nuevo en un colegio, no es que sea mala conducta, es por los viajes constantes de mi familia de  Atlanta Georgia a Miami Florida. Son tan repugnantes. A veces esos viajes son interminables, y no son de poca estadía, el plan de mi familia es que nos quedaremos a vivir en Miami, pero transcurrido dos meses estamos empacando nuevamente para regresarnos a Atlanta. Estos viajes constantes se deben a las peleas también constantes de mis padres. Mi padre vive en Miami, yo nací allá, en el Baptist Hospital of Miami, un lujoso hospital en el centro de Miami.

Las peleas constantes de mis padres se deben a Adeleine Looper, la mujer de mi padre, si, mi papa le hacía infiel a Claire, tiene una hija con esa mujer, esa fue la razón por la cual Claire tomó la decisión de mudarnos definitivamente a Atlanta donde vive mi familia materna. A mí me gustaba la idea de irnos a Atlanta, pues casi no veo a mis tíos, a mis abuelos ni mis primos favoritos Luke y Carla ── Sé que no debería tener primos favoritos, pero con esos dos me divierto mucho y sus locuras──. Trataba… trato lo más que puedo en hacerme de la vista gorda en el asunto de mis padres, no debería meterme, siento que no debo meterme, pero claro que me afecta aunque no lo demuestre mucho.

La primera vez que nos mudamos a Georgia fue por la infidelidad de mi papa, nos quedamos en casa de mi abuela, la majestuosa duquesa Aldridge. Qué risa. Su nombre de pila no es majestuosa ni mucho menos duquesa es Margaret pero yo la apodé así cuando era niño y pues así se quedo para mí.  Las clases ya estaban por empezar y Claire me inscribió en Frederick Douglass High School un colegio de tontos y refinados alumnos y profesores, muy estirados ellos, de mucha plata, en verdad es hartante. Regresamos a Florida, mi madre le había perdonado a mi papá. Claire nuevamente me inscribió en el Miami Senior High School, no me inscribió en mi antiguo colegio porque todos sabían porque me había ido, a Claire le avergonzaba, al igual a mí que todos sepan los “problemas” de mi familia, mi hermano no estaba muy contento con el cambio repetía una y otra vez que quería quedarse en Atlanta con la familia. Es sumamente hartante los cambios de sitios. Oh mi hermano, no lo había nombrado. Dallas Fithcher, mi hermano pequeño, tiene apenas cinco años de edad y me hace muy feliz verlo alegre y riendo. Lloraba a lágrima viva el regreso a Miami, yo solo no entendía porque nos regresábamos tan pronto con esa simple excusa.

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Reía y jugaba conmigo con “el cubo de los deseos”. Su juguete. Todo alegre Dallas, en el asiento del avión que partía a Atlanta, otra vez, mientras que Claire estaba sentada al lado nuestro con una cara de pocos amigos y ojos húmedos. Si, entendía lo que pasaba, me dolía por ella, por mi padre, por Dallas también, pero lo ignoraba adrede. Esta vez nos regresamos por el nacimiento de Amanda Fithcher, hija de aquella mujer y mi papa. Suena muy raro decir el Fithcher ahora, que otra persona que no conviva contigo tenga tu mismo apellido, pero es así, Amanda es mi hermanastra aunque solo la eh visto una sola vez. Por el asunto de estas traiciones y persecuciones familiares, mi relación con mi padre se había ido al acantilado.

Sin decisión algunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora