7 de Marzo, 2009

36 3 0
                                    

Mi marido se ha ido a trabajar a las siete de la mañana, como cada día y, como cada día, me trajo el desayuno a la cama; pero había algo inhabitual: George se había perfumado con aquel frasquito de colonia tan caro que le regalé las navidades pasadas y el cual sólo utiliza en ocasiones especiales.

No creo que deba preocuparme, seguramente tenga hoy una de esas reuniones de trabajo tan importantes o tendrá que ir a hablar con su jefe; en cualquier caso, no creo que esté para la cena.

Aún así le he esperado, aunque en vano, porque no ha aparecido.

SUEÑOS  ROTOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora